Mi hermano Luis Beltrán

Viernes, 10/10/2025 05:54 AM

En su voz se conjugan el matiz antañón del tono de mi abuela María Acosta, el timbre enérgico de nuestro padre y el ingenuo y dulce acento de nuestra madre, conque seducía nuestra atención durante los encuentros familiares en la casa paterna; para deslumbrarnos con su innata sensibilidad para traducir el lenguaje de las plantas, o ganarse la mansedumbre de los pájaros que venían a anidar en sus manos de inquieto niño explorador del mundo… Un mundo que luego le quedaría pequeño para sus andanzas por la vida; y ya no serían los tesoros piratas escondidos en alguna ignota isla del Caribe los que atraerían su imaginación… Ahora eran sueños que se alzaban más alto que el vuelo de los pájaros, que un día abrigó en sus manos, eran sueños que rozaban el cielo…

Y sin embargo y por fortuna, la juventud de su espíritu se hizo perenne desde la adolescencia, cuando descubrió y abrevó en las fuentes del marxismo; donde halló las claves y recibió las luces para comprender el origen de las desigualdades sociales, en un mundo real plagado de injusticias que había que combatir; y no existía otro modo para lograrlo sino a través de una acción social colectiva, para producir los cambios que urgía la sociedad. Y así, fue él el primero que –al menos públicamente−, en aquellos peligrosos años sesenta se atrevió junto a otros jóvenes, a propagar abiertamente las ideas del socialismo y el comunismo en nuestra comunidad.

Pero de todos sus compañeros, incluyendo a los de generaciones anteriores a la suya, fue Luis Beltrán el más entusiasta y consecuente activista por la causa revolucionaria. Fue él quien mostró el camino a los muchachos de su pueblo, nuestro pueblo El Morro de Puerto Santo, para luchar por las causas justas, que son las mismas de todos los proletarios de la tierra, a los que Marx vigorosamente exhortó: ¡Uníos…! Con su liderazgo nacieron instrumentos organizativos novedosos para agrupar, formar y educar a los jóvenes y movilizar a las masas; entre los que todavía se recuerda con nostalgia a "Lance Nuevo", por la honda huella que marcó en la juventud de aquel entonces.

Él demostró, en una región sempiternamente deprimida por el abandono oficial en la cuarta república, que sí se podía construir una esperanza para los pescadores artesanales. Y se abocó ardorosamente a la tarea de organizarlos en todos los municipios y comunidades pesqueras del Estado Sucre y otras entidades, desde una perspectiva proletaria como clase explotada. Bajo su guía, los trabajadores del mar empezaron a movilizarse con su bandera redentora, en contra de la depredadora pesca de arrastre y exigiendo justas reivindicaciones por su trabajo; y en esa misma medida, comenzaron a ser visibilizados por un país acostumbrado a ver desdeñosamente a los hombres de la mar, y al fruto de su trabajo como una actividad marginal dentro de una economía abotargada insanamente por la renta petrolera.

Y así, la lucha en defensa de los pescadores artesanales, expuesta y aupada desde el periódico "Marejada", fundado por él como vocero de la causa que lideraba, adquirió rango nacional por varios años durante la década del setenta. Y esos planteamientos y el porqué de esa lucha, resonaron en escenarios como el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, durante un espectacular acto organizado con la presencia de cientos de pescadores artesanales de la Costa de Paria y otras regiones del país; que fue acompañado solidariamente con la actuación de reconocidos artistas populares y valores culturales del Oriente.

Líder popular, al tiempo que dirigente estudiantil universitario de la UCV, mi hermano ha sido y sigue siendo un apasionado de nuestra historia; un tenaz investigador y reivindicador del legado ancestral de nuestros aborígenes, y un cautivo confeso de admiración, por los saberes místicos que ellos cultivaron. Sus libros son una denuncia contra la crueldad de la invasión y conquista del imperio español; una exaltación del pasado heroico de los caciques más prominentes de la resistencia indígena, con Guaicaipuro como estandarte. Y del espíritu inmortal de todos ellos, arraigado en la tierra que defendieron con su vida, es la savia bravía que brota en la letra rebelde de sus obras, y en su altiva voz cuando defiende sus tesis.

Los iniciales escritos de mi hermano −ya fuese denunciando en un legendario periódico de Carúpano, al terrateniente local como pretendido dueño del pueblo, con base en un anacrónico documento casi que colonial; o en sus primeros artículos y escritos literarios comentando la obra de Neruda, o aquella desconocida novela "Yaguarakuto", que descubrió en alguna biblioteca de Ciudad Bolívar−, reflejan desde muy temprano su dualidad vocacional, repartida entre la lucha social y la investigación histórica por un lado; y palpitando en el otro costado de su corazón, su natural inclinación por la literatura. Que bien podemos percibir hasta en sus escritos académicos, en los que su prosa narrativa discurre entre sugestivas imágenes, salpicadas de una cadencia poética, que llevan y traen suavemente la imaginación del lector, cual se mecen las olas marinas.

Recuerdo que una vez una humilde señora, haciendo memoria sobre una de las mejoras reivindicativas logradas en un sector de nuestro pueblo, en el que ella reside y donde no había agua, me confundió con él como el organizador y cabecilla de aquellas manifestaciones populares, en las que se consiguió la aducción para dotarlos del vital líquido; y le dije humildemente pero con orgullo: "No ese no fui yo, ese es mi hermano Luis Beltrán…"

¡Un fuerte abrazo en la distancia en tu cumpleaños mi hermano!

 

fabianjas@gmail.com

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