Así comenzaba, enérgicamente, entre la vocería infantil el himno del colegio donde un universo de mi generación cursó su instrucción primaria. Éramos formados en un gran salón, bajo la guía de nuestras rígidas maestras, en su mayoría, procurando que todo el imberbe alumnado interpretara a viva voz, y sin tropiezo alguno, la melodía del coro que propiciaba unas nuevas horas de clases. De ahí salíamos en formación, bajo la mirada adusta de las preceptoras. Los maestros varones eran pocos para la época; de tal manera, que nuestro aprendizaje se fundamentó, principalmente, bajo la tutela pedagógica de las mujeres. Vale agregar, que como ese instituto educativo estaba direccionado por padres y monjas, el horario para las hembras, era en el turno de la mañana; los varones, en las tardes. Puede reflejarse que aún quedaban reminiscencias de la instrucción eclesiástica. Con poquísima demanda, a veces, algunas muchachas cursaban en la tarde; no era la regla.
Con esa misma Fe, de la cual ya ha pasado más de media centuria, en esta ocasión, le corresponde a una nueva generación, entusiasta, esperanzadora, algarabías diamantinas que resaltan como la luz del día; futuro de los nuevos destinos de una Nación a largo plazo. Se escucha la hiperquinética chiquillería cruzándose los entusiasmos durante las horas plácidas de receso que pretenden comerse el mundo, llenos de desafíos que les corresponderá presentar a la llegada de la época de su adultez con sus diferentes roles en una sociedad que muchos de los que fijamos nuestras pupilas en estos argumentos, ya no veremos. Germinadas semillas de un país. Les corresponderá batallar en su debida oportunidad por un mundo mejor, es por ello, que las sociedades nunca se han detenido. Precisamente, es aquí la importancia indetenible de la educación primaria, como ordenamiento obligatorio en casi todas las Constituciones del mundo. Es un asunto incuestionable.
Vale resaltar, que se evidencia la alegría puesta de manifiesto en este grupo etario infantil por el arribo de las clases. Contagiados del ambiente de las prístinas materias que le ofrece el diseño curricular en cada una de las aulas, se pondrá en sintonía con los docentes, instructores y toda la comunidad educativa, en general, con el sano propósito de fortalecer los conocimientos en este proceso de aprendizaje y desaprendizaje, de intercambios de saberes, de alimentación y retroalimentación académica, lo cual, influirá paulatinamente sobre el progreso y adelanto de una Nación. A mi criterio, no deberá subestimarse cualquier intento de amenaza que pueda perturbar las acciones encaminadas a contribuir con todo este proceso epistemológico de la educación infantil, que por tradición histórica, se origina desde el pensamiento crítico de aquellos filósofos de la antigüedad que sustentaron con fuerza sus teorías en relación al desarrollo del conocimiento.
Como colofón, la educación puede catalogarse como un slogan donde "La pelea es educando". No es una expresión de contenido doloso. Es un estado de consciencia que debe prevalecer sobre la ignorancia, como la causante de todos los males; de esto no escapa enseñanza. Como refuerzo al primer párrafo, me retrotraigo a mis compañeros de estudios que como los estudiantes de hoy también disfrutamos nuestros recreos con esperanzas: José Zambrano, Gilberto Zambrano, José Rey, Félix Rey, Williams Bocaney (QEPD), Carlos Bocaney, Carlos Cuba, Carlos Blanco, Arboleda Troconis, Anabel Piñate, Carmen Xiomara Fórnica Cunemo, María Isabel Farías, Anaís* (la cantante de la sección), Freddy de Jesús Romero, Sonia Josefina Jota, Carlos Raúl Gaviria, José Francisco Delgado, Augusto Pire, Armando Sanoja, Reynaldo Bastidas, otros que los recuerdo por el seudónimo; no obstante no me atrevo a mencionarlos por cuestiones éticas, aun así formaron parte de la promoción de sexto grado de aquel año 1971, egresada de Fe y Alegría.
¡Gracias por su atención!
(*) No recuerdo el apellido.
Lee, que algo queda –dijo alguien por ahí—