Venezuela audaz: negocios del futuro

Miércoles, 26/11/2025 10:36 AM

Ante el escenario de invasión, Guerra de los Estados Unidos sobre Venezuela. Antes ese panorama de incertidumbre se abre una línea de oportunidad. En el contexto actual nos lo presenta de esta forma.

En pleno reordenamiento de las cadenas industriales globales, donde Europa busca reducir costos, asegurar minerales estratégicos y mantener estándares ambientales avanzados, Venezuela emerge —contra todo pronóstico y prejuicio— como una alternativa audaz, viable y profundamente competitiva. Ya no se trata solo de petróleo: se trata de la capacidad real que tiene el país de convertirse en un polo industrial-minero del futuro, capaz de atraer inversiones europeas inteligentes bajo modelos de beneficio compartido, transferencia tecnológica y sostenibilidad. Así llegue la paz en Ucrania, aún si los europeos hacen la paz con Rusia y se restablezcan las relaciones diplomáticas, como quieran todas esas naciones europeas deben miran hacia Venezuela. Porque competir contra China les obliga a buscar (ceder) en otras naciones sus inversiones para garantizar el mínimo de sus ganancias.

Hoy, las empresas europeas enfrentan una decisión crucial, continuar trasladando su producción a Estados Unidos —más caro, saturado y geopolíticamente condicionado— o mirar con nuevos ojos hacia un territorio donde la energía es barata, los recursos minerales abundantes y de fácil extracción, y la geografía permite conectar con mercados globales casi sin fricción. Ese territorio es Venezuela.

Energía barata, minerales estratégicos y acceso marítimo, la ecuación perfecta. Pocas naciones concentran, en un mismo espacio geográfico, ventajas tan potentes como las que confluyen en la región del Arco Minero del Orinoco y el eje industrial de Guayana. Allí se encuentran: 1) Reservas inmensas de minerales críticos: coltán (tantalio y niobio), tierras raras, bauxita, hierro de alta ley, oro y metales industriales esenciales para la transición energética europea; 2) Energía hidroeléctrica abundante y económica, un lujo escaso en el mundo industrializado; 3) Facilidad de extracción gracias a formaciones geológicas accesibles y extensas; 4) Corredores terrestres conectados a puertos de aguas profundas como Puerto Ordaz, Puerto Cabello y La Guaira, ideales para exportación directa a Europa, Norteamérica, Sudamérica o África.

Este triángulo de recursos, energía y logística sería extremadamente costoso de reproducir en otras regiones del planeta. Venezuela lo tiene dado por naturaleza.

Una oportunidad para Europa. Instalar industrias en territorio venezolano. Mientras Alemania y otros países europeos enfrentan el costo elevado de la energía, salarios altos, regulación intensa y presión de mercados asiáticos, Venezuela ofrece algo que ningún otro actor del hemisferio ofrece: a) Costos laborales competitivos, incluso cumpliendo plenamente con las normas laborales y estándares internacionales; b) Capacidad industrial instalada que puede ser reactivada y modernizada; c) Una población técnica y profesional altamente calificada, lista para programas masivos de transferencia tecnológica, y si se le añade las extranjeras la riqueza laboral es mayor en eficiencia y conocimiento; d) Aguas profundas y rutas atlánticas directas hacia múltiples destinos solo en ambos lados del océano Atlántico, desde el Norte hasta el Sur, reduciendo tiempos y costos de embarque.

Para empresas metalúrgicas, electrónicas, automotrices, químicas, de baterías o energías renovables, instalar plantas en Venezuela no es una aventura: es una decisión estratégica que asegura insumos críticos, reduce costos de operación y abre un mercado regional emergente. Aquí las autoridades venezolanas, sus leyes y sus atráctivos deben reacomodarse hacia esa nueva ecuación. El pragmatismo nos obliga a ello.

Un modelo ganar/ganar, no estoy diciendo 50/50, pero si en determinado caso hacia que aplicar esta fórmula hay que hacerlo, pero lo que interesa a mediano y largo plazo son los beneficios compartidos y garantías reales (en general para el país y nuestro futuro).

Venezuela puede —y debe— ofrecer un marco moderno y atractivo a la inversión europea basado en: 1) Joint ventures al 50% o más entre el Estado venezolano y empresas europeas; 2) Transferencia tecnológica obligatoria para formar capacidades locales; 3) Garantías jurídicas, fiscales y operativas, negociadas con participación del sector privado internacional y nacional; 4) Estabilidad de regalías e impuestos durante períodos de 15–25 años (esto es dependiendo de las variables); 5) Acceso seguro a minerales estratégicos para la industria y fabricas; 6) Libre movilidad de ganancias, protegida por acuerdos de arbitraje nacional e internacional.

El mensaje es claro: Venezuela quiere socios, no compradores. Desarrollo, no extractivismo.

Sostenibilidad, una exigencia, no un slogan. Por ejemplo. Europa no puede —ni quiere— participar en proyectos que dañen ecosistemas o comunidades. Venezuela tiene la responsabilidad de construir un modelo minero-industrial verdaderamente sostenible, veamos: a) Minería sin mercurio, con procesos de lixiviación limpia; b) Restauración ecológica supervisada por organismos independientes; c) Respeto estricto a la consulta previa indígena; d) Energía renovable para alimentar los complejos industriales; e) Certificaciones ESG de clase internacional.

Un Arco Minero, petróleo, gas, ubicación geográfica, etc., sostenible no es solo posible, es económicamente más rentable para los inversionistas europeos que buscan reputación, estabilidad y predictibilidad.

Riesgo país. Una lectura desde Europa, el G7 y las instituciones financieras. Es cierto: Venezuela arrastra una percepción de riesgo elevada. El G7, el FMI y el Banco Mundial tienen reservas comprensibles respecto a su gobernanza, la volatilidad macroeconómica y la historia reciente de tensiones políticas. Pero también es cierto que: 1) El país ha dado pasos hacia la estabilización macroeconómica; 2) El levantamiento parcial de ciertas sanciones abre puertas financieras; 3) La demanda mundial de minerales críticos es imparable; 4) Las instituciones financieras están cada vez más abiertas a proyectos verdes, sostenibles y socialmente responsables; 5) Europa, especialmente Europa, necesita diversificar urgentemente sus fuentes de minerales y energía.

Con un marco regulatorio adecuado y participación de bancos de desarrollo europeos y de otras zonas, el riesgo país de Venezuela se convierte en un riesgo calculado, manejable y con un retorno significativamente superior al promedio global.

Un plan agresivo de atracción de inversión internacional y europea. Venezuela debe adoptar una estrategia firme, moderna y altamente competitiva: a) Crear una Zona de Desarrollo Industrial Europeo en el Arco Minero y la región de Guayana; b) Ofrecer "ventanas fiscales" de 10 años para industrias de alto valor agregado; c) Establecer un Fondo de Garantía Binacional con participación del BEI o bancos alemanes, etc.; d) Implementar corredores logísticos multimodales (carretera–ferrocarril–puerto); e) Crear un Instituto de Tecnología Industrial Europea-Venezolana para formación y transferencia tecnológica; f) Integrar un sistema laboral moderno basado en seguridad industrial, salarios competitivos y productividad; g) Asegurar certificaciones internacionales y procesos ambientales transparentes.

Europa y muchos países quieren seguridad y reglas claras; Venezuela debe ofrecérselas con audacia, precisión y visión de futuro.

Venezuela audaz: negocios del future. Las empresas europeas e internacionales, especialmente las alemanas, suecas, austriacas, francesas, españolas e italianas, deben mirar más allá del ruido político y la narrativa simplista. El mundo está cambiando y los centros industriales también. Venezuela, con su combinación única de minerales críticos, energía barata, geografía privilegiada y población capacitada, está en posición de convertirse en un hub industrial del siglo XXI.

La decisión para Europa no es ideológica: es estratégica. Para los Estados Unido: es necesaria. Para Sudamérica: es complementaria. La oportunidad para Venezuela no es pasajera: es histórica. Y el momento de actuar es ahora.

De un humilde venezolano hijo de la Patria del Libertador Simón Bolívar.

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