La Paradoja de la Devaluación: Cuando el Estado es el 'Mercado'

Martes, 19/08/2025 05:36 AM

En los últimos tiempos hemos escuchado por influencers pro gobierno en Venezuela una narrativa que se repite una y otra vez: el dólar BCV es un dólar de "mercado", y su valor lo definen la oferta y la demanda. Nos han dicho que la indexación de los bonos es la mejor forma de proteger el salario y que el gobierno no tiene control sobre la fluctuación del dólar. Sin embargo, esta idea es una falacia. 

La devaluación en Venezuela no es un fenómeno de mercado libre, sino el resultado de un sistema perverso e ineficiente que ha empobrecido a la nación por décadas. Es hora de entender que, en Venezuela, el Estado no es un simple jugador; el Estado es el 'mercado'.

La devaluación no es un enemigo externo. Es el resultado de un sistema interno que lleva más de 80 años operando en Venezuela. Un sistema donde el Estado, que es casi el único que genera las divisas (98%), las vende a un grupo selecto de importadores y empresarios que dicen estar pujando en un sistema de mesa de cambio basado en el método del que “recibirá será el mayor postor”. Lo cierto es que los beneficiados (personas naturales o jurídicas) compran los dólares baratos y luego, en un mercado sin control, los venden (especulando) o los usan para importar productos que luego venden a precios elevados, generando una inflación que golpea a todos. 

El problema no es que un empresario compre dólares en Venezuela, el problema es que le ESTÁN ASIGNANDO (VENDIENDO) LOS DÓLARES de todos sin contraprestación productiva y sin retorno. Este sistema es perverso porque se utiliza el dinero que genera el petróleo de todos los venezolanos para enriquecer a unos pocos, y luego esos mismos pocos, con su poder de mercado, devalúan nuestra moneda.

La narrativa gubernamental es que la indexación de bonificaciones laborales al dólar BCV no es una mala medida de protección del salario; realmente no lo es, es bueno porque restituye el poder de compra de los ingresos de los trabajadores ante la devaluación continua. Pero, que nos digan que nos quedemos tranquilo que la indexación te protege es una triste y perversa forma de decirnos que aceptemos la devaluación, que no hay problemas con eso, cuando ella genera inflación haciendo ricos a los especuladores e importadores de oficio. 

En lugar de tener un sistema que te permita ganar más en una moneda estable, te encadenan a una devaluación constante. Es como si te dijeran: “Tu salario se va a devaluar, pero no te preocupes, te lo vamos a revaluar al mismo ritmo que el resto de la economía”. Es un espejismo que no protege tu poder de compra, solo lo mantiene en un ciclo vicioso de depreciación: entrando y saliendo de la pobreza cada cierto tiempo. En fin, el verdadero objetivo no es proteger el ingreso, sino mantener el control sobre la devaluación para que pocos se enriquezcan con el diferencial cambiario.

No podemos seguir en este ciclo. La solución no es negar el acceso a las divisas al que las requiera con fines productivo, pero sí cambiar la forma en que se distribuyen. En lugar de vender los dólares, el Estado debe PRESTARLOS a sectores productivos. Por ejemplo, a pequeños y medianos empresarios, o a cualquier gremio que tenga un proyecto que genere empleo, impulse la producción nacional y genere exportaciones. El objetivo es que, en un lapso de uno o dos años, devuelvan esas divisas al Estado, multiplicadas. De esta forma, las divisas no se queman en importaciones de lujo, sino que se conviertan en inversión productiva y riqueza para la nación entera. Y así, por fin, romper el ciclo de devaluación y desigualdad.

En resumen, todos los venezolanos y venezolanas debemos entender de una vez por todas que el dólar BCV no es un dólar de mercado. Que la indexación como la están vendiendo no es realmente para proteger tus bonos mucho menos el salario, sino para maquillar la devaluación. Por tanto, la devaluación ya no es una guerra externa (Dólar Today o Dólar Monitor), sino que es el resultado de un sistema ineficiente que vende el patrimonio común de todos para el beneficio de unos pocos. Es tiempo de cambiar el modelo y pedirle al Estado que deje de vender nuestros dólares y empiece a prestarlos, para aumentar las reservas internacionales, aumentar el empleo bien remunerados y aumentar la producción nacional sustituyendo importaciones. Solo así construiremos una economía próspera, justa y que no dependa de la caridad petrolera.

(*) Economista, con Doctorado en Economía (2024) y en Gerencia (2012) y post doctorado en Gerencia (2018), Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional de la UCV (2009), y Magister en Gerencia Pública para Directivos Iberoamericanos UNED-España (2004).

 

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