El avestruz neoliberal

Jueves, 07/11/2019 01:37 PM

Alrededor de esta ave de gran tamaño, originaria del continente africano, se ha difundido la creencia según la cual, en momentos de peligro, ella esconde la cabeza en un orificio para no observar a su atacante. Así, supone el inocente animal que puede salvar su vida. No obstante, este comportamiento del avestruz es equivocado, pues el enemigo depredador se le viene encima sin esperar ninguna resistencia, la mata y se la come. Es que la realidad es mucho más fuerte que los deseos, la realidad no se puede evadir colocándose uno unos tapaojos o mirando hacia otro lado. La realidad cruda y limpia es la verdad verdadera. Lo demás es ficción, invención o mentira maliciosa.

En el mundo humano este comportamiento del avestruz se reproduce con mucha frecuencia, a veces sin producir daño alguno. Que no es el caso de la economía o la política donde las consecuencias de tal actitud suelen ser devastadoras. En Venezuela, hoy día abundan estos especímenes, comenzando por maduro, seguido por la caterva de aduladores y felicitadores que lo rodean.

Nuestro país ha sido convertido, por el grupito de cortesanos hoy gobernantes, en una completa porquería, mírese por donde se mire, pero ninguno de ellos es responsable de tan calamitosa situación. Culpable es el imperio, el presidente Trump, el capitalismo, la Cuarta República, Juan Guaidó, el puntofijismo, la Unión Europea, el grupo de Lima, La OEA, la guerra económica, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Guerra de las Galaxias, el dólar criminal, etc. Los culpables de la tragedia nacional están fuera de nuestras fronteras. Es que ellos no dejan que Maduro, sus ministros y demás funcionarios ejecuten sus bondadosas políticas, es un sabotaje mundial contra la muy linda revolución bolivariana. Y como producto de ello aquí los alcaldes no están en capacidad de recoger la basura de los pueblos y ciudades donde gobiernan; tampoco los gobernadores y ministros pueden asfaltar las calles, carreteras, avenidas y autopistas del país, ni mucho menos combatir la delincuencia, tampoco funcionan medianamente ninguno de los servicios públicos, y también por culpa de esos malvados extranjeros las empresas Básicas de Guayana no producen ni un gramo de nada, y PDVSA está a punto de quebrar, para nombrar algunos fracasos, entre otras decenas de problemas no resueltos, que según voces autorizadas del PSUV, son inducidos desde fuera, por los enemigos de esta estupenda y admirada revolución bonitica.

Y ahora, en los días que corren, las miradas de todos estos avestruces del partido gobernante venezolano se han concentrado en los acontecimientos en desarrollo en Chile y Ecuador. Exultantes se muestran. Fascinados están los miembros de la nomenclatura madurista. "Son los pueblos de América Latina cansados de políticas neoliberales", gritan a los cuatro vientos. Y los canales de televisión, junto a las emisoras de radio al servicio del régimen, cogen línea y no dejan escapar ninguna escena de las protestas acometidas por la población de tales países. Transmiten todos los acontecimientos de allá: las manifestaciones populares y las acciones policiales y militares. Nada censuran, se divulgan los enfrentamientos, las declaraciones de los políticos y de los protestantes. Se realizan programas especiales con entrevistados del patio. La Hojilla y Con el Mazo Dando, en especial, nos brindan brillantes lecciones acerca del neoliberalismo y sus perversos efectos, el neoliberalismo de Piñera, de Moreno y el de Duque, claro está: el neoliberalismo de allá, no el de aquí, por supuesto. Es que el nuestro es precioso y no daña a la población, es neoliberalismo bolivariano y revolucionario, no es, por tanto, neoliberalismo, es socialismo madurista, es socialismo originario, del bueno, es socialismo del siglo veintiuno inventado en Miraflores.

Son iguales ambos neoliberalismos, pero diferentes. Basta adoptar la postura del avestruz, y mirar el nuestro con la cabeza zampada en el hueco para no descubrir sus horrorosos contornos, y esto es lo que hacen los de aquí. Es el neoliberalismo del avestruz, es decir, el neoliberalismo practicado por maduro y sus ministros, y defendido por sus plumíferos, los enchufados que no quieren perder el cambur, el cargo, los dólares, los privilegios, las camionetas, los escoltas, los almuerzos en restaurantes VIP, el servicio médico en las clínicas privadas, las becas para sus hijos que estudian en las universidades capitalistas europeas o norteamericanas, las cuentas bancarias escondidas a nombre de testaferros. Son los neoliberales rojos que acometen en nuestro país el más criminal programa de gobierno conocido hasta ahora en este continente.

Por estos mismos días, en Caracas están ocurriendo numerosas protestas populares: de las enfermeras, de los docentes, los trabajadores de CORPOELEC, los universitarios, los empleados públicos, los trabajadores del Metro de Caracas, todos protestan contra los terribles efectos de las pésimas ejecutorias del régimen madurista. Allí está, entre otras, la política salarial del avestruz neoliberal nuestro que impuso a la fuerza, sin concertar con nadie, sueldos miserables, los más bajos del continente americano, condenando así a millones de venezolanos a padecer hambre y malvivir en condiciones ruinosas. Ninguna de tales acciones, sin embargo, es divulgada por los medios informativos oficialistas. En este caso, la censura es total, la orden del caudillo de Miraflores es no difundir nada, que no se conozcan las protestas contra su pésimo desempeño, realizadas en estos momentos por numerosos sectores sociales de nuestro país, los que protestan son acusados de apátridas, pitiyanquis, traidores, aliados del imperio, enemigos de la revolución, etc. Y los periodistas avestruces, de los canales, Telesur y VTV, cumplen sin pestañar la instrucción. Es la libertad de prensa practicada por nuestros medios informativos de la fidelidad avestrucista.

Las protestas en Chile fueron provocadas por el alza del precio del Metro de Santiago, luego con el pasar de los días otras causas se han añadido a las movilizaciones. Y en el caso de Ecuador, la población del país ha salido masivamente a las calles de sus principales ciudades para expresar su descontento por la eliminación de los subsidios gubernamentales a varios servicios públicos y otros bienes de consumo masivo, aprobados durante el gobierno del presidente Rafael Correa.

Y rápido salieron a la palestra pública los voceros principales del PSUV, los avestruces neoliberales nuestros, repitiendo el mismo ritornelo, la misma cantaleta del casete, el estribillo acostumbrado, el caletre fijado en el cerebro, memorizado con puntos y comas, tal como ordena la instrucción proferida por el caudillo mandamás de esa organización militar. Que es una rebelión popular contra el neoliberalismo, el de allá, el de Piñera y el de Lenín Moreno. Son los vienticos revolucionarios antecesores de la gran tormenta liberadora continental, dice al respecto diosdado; es la espada de Bolívar que recorre América Latina, grita arreaza; es una insurrección anticapitalista continental, vocifera pedro carreño; y maduro, más osado aun, anuncia: son los prolegómenos de la revolución socialista mundial que sigue los pasos del proceso bolivariano. Pero lo que indigna y llama la atención es el gesto del ave africana asumido por los vociferantes. Miran la paja en el ojo ajeno, cuando en el suyo tienen incrustado una estaca del tamaño de una garrocha. Cinismo vulgar y grotesco de gente cuyo corazón pareciera haber sido tejido con alambre de púas. Se han revelado como maestros del mimetismo, del camaleonismo, de la mentira y la manipulación. Se olvidaron de todas aquellas consignas humanistas vociferadas miles de veces por ellos mismos, antes, en distintos escenarios, cuando no tenían ningún poder político. Y ahora, con las riendas del poder económico y político en sus manos, acometen un plan de gobierno que envidiarían los más furibundos neoliberales, más extremista que el de piñera y el de Moreno, más salvaje que cualquier otro ensayado en el mundo; es el sálvese quien pueda, cuyos millones de víctimas, somos los ciudadanos comunes y corrientes, los ciudadanos que a cambio de nuestro trabajo recibíamos, antes del madurismo, salarios dignos, suficiente como para permitirnos mantener un status socioeconómico satisfactorio; hoy, sin embargo, los mismos ciudadanos malvivimos en la miseria enseñoreada sobre todo el territorio venezolano. Nuestro empobrecimiento ha sido mayúsculo, cruel, bárbaro; resultado del fanatismo enfermizo de la corte de inútiles conformada por maduro y su equipo gubernamental.

Este programa de gobierno aplicado por maduro en Venezuela no tiene conmiseración con la afligida población de nuestro país. Sus ejecutores se han mostrado crueles, sanguinarios, no les importa someter a sufrimiento nuestra gente, la que los eligió gobernantes, con tal de llevar adelante su credo y acciones. Para cumplir la tarea, el inquilino de Miraflores, ha puesto a su servicio a las fuerzas armadas y policiales del país. A sangre y fuego realiza la obra que se ha propuesto. Hace caso omiso del martirio sufrido por los venezolanos, mira hacia otro lado para no darse cuenta del cúmulo de calamidades que golpean en estos momentos la humanidad de los habitantes de nuestro país, hasta se burla, él y sus cortesanos, de los cinco millones de compatriotas desplazados, expatriados de nuestro territorio. Que se vayan a lavar pocetas fuera, grita maduro; aquí no hacen falta; jódanse todos ustedes, chilla la fosforito, ministra del gabinete del régimen. Y allí están los militares y policías, además de los colectivos armados, las milicias y pranes, el peligroso aparataje de seguridad, apuntando sus pistolas, fusiles y metrallas contra los ciudadanos de nuestro país, las víctimas del régimen represivo impuesto por maduro, diosdado y vladimir, el triunvirato cívico-militar que nos tiraniza. Y allí está a ojos vista la represión desbordada, sin freno, sin control, con su estela de crímenes, torturados, presos, exilados. Y están también, como evidencia de la represión, los cientos de presos políticos lanzados a las mazmorras del SEBIN, sometidos a juicios militares, sufriendo los excesos aplicados por sus custodios, sin defensa judicial, con prohibición de visitas familiares, padeciendo las horribles calamidades propias de las insufribles cárceles venezolanas.

Ni Pinochet en Chile ni la Tacher en Inglaterra fueron tan perversos, como el maduro, cuando en su oportunidad aquellos acometieron en sus países el recetario neoliberal. Las estadísticas muestran a ambos jefes de estado como niños de pecho comparados con el de nuestro patio. Aquí las víctimas sumamos unos 25 millones de personas (85% de la población) entre hambrientos y famélicos, desempleados, enfermos sin asistencia médica, expatriados, y malvivientes miserables en general.

Es el de aquí el campeón mundial de los neoliberales desalmados, se lleva los méritos en todos los ámbitos, les gana a todos. Destruyó el poder adquisitivo de los trabajadores del país, producto de la mega inflación provocada por su equivocada política económica; pulverizó la moneda nacional, el bolívar, y en su lugar implantó el billete verde, el dólar del imperio yanqui, moneda en la cual se tranzan casi todas las operaciones de compra venta en nuestro país ahorita; eliminó las prestaciones sociales de empleados y trabajadores públicos, las redujo a locha, tan insignificante que sus propietarios ni siquiera acuden a la taquilla respectiva a retirar el cheque de las mismas; eliminó las pensiones a todos los venezolanos que viven en el exterior, se las quitó porque le da la gana, porque es el jefe, el caudillo, el mandamás, no las paga y punto; abolió todos los contratos colectivos de la administración pública y disolvió de hecho los sindicatos en este sector; bonificó el salario para que tales bonos no generen incidencia en las ya insignificantes prestaciones sociales; cerró miles de empresas y comercios grandes, medianos y pequeños y con ello echó a la calle a millones de padres de familia, hoy día desempleados, convertidos en simples receptores de las migajas contenidas en la caja o bolsa CLAP o dedicados al trabajo informal en tarantines instalados sin orden ni concierto en cualquier sitio, en pueblos y ciudades del país; abandonó los hospitales y ambulatorios, con lo cual privatizó de hecho el servicio médico, sino veamos lo que hacen los miembros de la nomenclatura madurista, cada vez que requieren asistencia médica: acuden sin rubor ninguno a las mejores clínicas del país donde pagan en dólares los servicios recibidos; fortaleció las instituciones educativas privadas en detrimento de las públicas, hoy casi abandonadas por estudiantes, maestros y profesores; liquidó los institutos de previsión social de los maestros y profesores del país, hoy desprotegidos, de la misma forma que lo están millones de venezolanos, ante el cierre técnico de los hospitales venezolanos; liberó los precios de los alimentos y medicinas y otros bienes de consumo, que se tazan hoy día según el valor de la divisa norteamericana, es el libre mercado, regulado por sí mismo, impuesto hoy en la economía venezolana; entregó a la libre explotación de empresas extranjeras y a delincuentes organizados en bandas armadas las minas de oro de Guayana, y tan entregadas están que nadie sabe a ciencia cierta cuánta cantidad del dorado metal se produce en esta región, pero los avestruces rojitos afirman que en tales minas ni se destruye el ambiente natural ni se pierde un gramo de oro; es el socialismo ecológico minero; lo mismo hizo con los pozos de la Faja Petrolífera del Orinoco, rematados entre gallos y media noche a consorcios Chinos y rusos; privatizó los abastos Bicentenario, no sin antes quitarles el pan de la boca a cientos de trabajadores destituidos de estos lugares; igual pasó con los trabajadores de MERCAL, PEDEVAL y Farmatria, echados a la calle luego que el avestruz mayor ordenó su liquidación; y con respecto a los servicios públicos del país el neoliberal de Miraflores se dejó de pendejadas, les retiró la inversión durante todos los años de su gestión y los mismos muestran hoy una situación ruinosa, a punto de colapso. Son los casos del Metro de Caracas, del Metrobus, del Metro de Valencia, del Metro de Maracaibo; del sistema eléctrico nacional y del servicio de agua. Destruidos en su casi totalidad, funcionan a medias, brindan un servicio pésimo. Más adelante tendrán que ser privatizados, sino es que ya en estos momentos está maduro negociando su venta, a escondidas, como buen político neoliberal que es, a una empresa capitalista china, rusa o turca.

Es bastante seguro que el señor Milton Friedman, allá en la profundidad de su tumba, viendo el caso venezolano, tenga muchas ganas de regresar a la vida terrenal, con la intención de festejar el triunfo definitivo de su doctrina. Es que aquí en nuestro territorio el más aventajado discípulo suyo, el presidente maduro, cumple el recetario neoliberal según dispuso el maestro en sus libros. Pero lo hace, albricias, en nombre del socialismo, de la independencia nacional, del humanismo, de la paz y el amor, de la soberanía popular, del antimperialismo. Delirios fantásticos, mitomanías de un megalómano. Está tan aturdido que ha confundido el palacio de Miraflores con el castillo de Alicia en el país de las Maravillas, y observa entonces fantasías por todos lados. Y en este fantasioso país de las maravillas disfrutaremos, este diciembre próximo, de las navidades más lindas, más felices, más bellas, más boniticas, según prometió el avestruz. Se cansa uno de tanto cinismo.

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