El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela rechazó de manera categórica las recientes declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien a través de su red social Truth afirmó que el espacio aéreo sobre Venezuela y sus alrededores permanecería "cerrado en su totalidad".
La respuesta venezolana no se hizo esperar: el Ejecutivo calificó el pronunciamiento como una amenaza colonialista y una nueva agresión ilegal e injustificada contra la soberanía nacional.
En un comunicado oficial, Caracas repudió "con absoluta contundencia" el mensaje difundido por el mandatario estadounidense, al considerar que intenta aplicar de forma extraterritorial una jurisdicción ilegítima sobre el territorio venezolano. La denuncia subraya que la medida busca dar órdenes y amenazar la soberanía del espacio aéreo, la integridad territorial y la seguridad aeronáutica del país.
EEUU ha desplegado un conjunto de sanciones económicas, financieras y comerciales que buscan estrangular la economía venezolana y debilitar su capacidad de acción soberana. La amenaza de cerrar el espacio aéreo representa una estrategia de bloqueo, con implicaciones directas para la movilidad de personas y mercancías.
El aislamiento aéreo no es un hecho menor. En la historia de las relaciones internacionales, medidas de este tipo han sido utilizadas como instrumentos de presión contra Estados que desafían la hegemonía estadounidense.
Ningún Estado puede imponer unilateralmente restricciones sobre el espacio aéreo de otro país soberano. Al hacerlo, EEUU se coloca en abierta violación de la Carta de las Naciones Unidas y de los convenios internacionales que regulan la aviación civil.
La pretensión de ordenar el cierre del espacio aéreo venezolano revela una visión colonialista: Estados Unidos se arroga el derecho de decidir sobre territorios que no le pertenecen, reproduciendo prácticas de dominación que evocan las épocas más crudas del imperialismo.
El objetivo imperial de aislar a Venezuela se expresa hoy en la amenaza de cerrar su espacio aéreo. Se trata de una acción que viola el derecho internacional, desconoce la soberanía nacional y reproduce patrones de dominación colonial. Ante ello, la respuesta venezolana ha sido clara: no se aceptará ninguna imposición que pretenda cercenar la independencia del país.
La disputa trasciende lo inmediato y se inscribe en la lucha histórica de los pueblos por su libertad. Venezuela, fiel a su tradición bolivariana, reafirma que no se doblegará ante las presiones externas y que seguirá defendiendo su derecho a existir como nación soberana frente a cualquier intento de aislamiento.