Después de la II Guerra Mundial, en 1945, Estados Unidos se enfrentó a un problema mayúsculo como era en una de sus vertientes el avance del socialismo que había liberado y tomado buena parte de Europa y por la otra la devastación de todos los países capitalistas industrializados, que pudieran ayudarlo a impedir el avance revolucionario.
Tenía una gran ventaja que al final resulto decisoria, fue el único país industrializado no destruido, todos los demás estaban en ruinas, incluyendo a la Unión Soviética. Estados Unidos estaba integro económica, social, políticamente y por sobre todo con unidad de su clase dominante con sus grupos intelectuales en perfecta dinámica productiva. Sin embargo aunque la Unión Soviética estaba descosida desguazada, estaba armada y con un grupo de dirigentes que aunque disminuidos por Stalin, seguían produciendo y pensando revolución.
Estados Unidos tomo una política que se mantuvo vigente hasta después del 2010, 55 años de vigencia, como fue impulsar el capitalismo, su iconografía, su pensamiento económico, al costo que fuera. Mayor costo representaba perder la confrontación con Stalin primero y con la Unión Soviética y el leninismo revisado después. Y hoy aunque minimizada, la confrontación sigue.
Para mantener este plan de contención, al costo que fuera, Estados Unidos adelanto su política de apoyo económico basándose en dos principios fundamentales, impulsar la reindustrialización de los países co imperialistas europeos y Japón y por la otra impedir el desarrollo de la industrialización y de medios de producción en los países del tercer mundo. Política de división y repartición del progreso mundial aún vigente. Los países subdesarrollados serían los proveedores de insumos, de materias primas. Todas sus posibilidades de industrialización fueron cercenadas, castradas, hasta sus cimientos, hasta el día de hoy, incrustándoselo casi en la memoria celular de los políticos del tercer mundo. Todos los dirigentes de esos países pobres que plantearan la industrialización eran catalogados de comunistas y sacados de la escena y de este mundo.
Así que la percepción de que cualquier intento de industrialización en estos países era asociado con el comunismo llevó a la eliminación política y social de líderes que promovían el crecimiento industrial, consolidando un sistema de dominación y control mundial que aún persiste. Se revela así como las relaciones internacionales y las políticas económicas han sido utilizadas como herramientas de dominación en el siglo XX y en el siglo XXI, perpetuando desigualdades y limitando el desarrollo soberano de los países del Sur
A partir de esta infraestructura internacional se creó un conjunto de reglas que conformaron una arquitectura de reglas de dominación y sometimiento mundial imperialista compartidas. Esta arquitectura comprendía tanto los objetivos de dominación imperialistas, las reglas de funcionamiento como las instituciones internacionales de estructuración de esa arquitectura
No era perfecta capitalistamente hablando, ni justa con todos los países co imperialistas, ni verdaderamente inclusiva, pero funcionaba como pacto operativo: tratados multilaterales, organismos internacionales, comercio regulado, diplomacia activa, Estados Unidos como líder y soporte militar del sistema. Ese momento lo podemos definir como una "Paz Pactada": una gobernabilidad negociada, con instituciones que median el conflicto y que no lo solucionaban, sin eliminarlo. Y un instrumento para dominar el mundo y detener el "comunismo" y el socialismo que veían llegar. No fue suficiente ante el avance de la historia, por lo que recurrieron, y también hasta el día de hoy, al asesinato directo, las masacres, golpes de estado y guerras.
Estados Unidos fue el garante imperial de ese pacto que se difundió como de carácter consensual. Su hegemonía se sostenía en la legitimidad simbólica de ese orden: el dólar como moneda global, la ONU como foro diplomático, la OTAN como escudo militar, el libre mercado como dogma. Mientras el mundo aceptara esas reglas, la paz pactada podía sostenerse, aunque con tensiones internas, exclusiones estructurales y narrativas silenciadas.
Pero tenía un costo que se hizo creciente en la medida que los países crecían y los grandes enemigos del fin de la II Guerra desaparecían o eran desaparecidos. Los recursos financieros de EEUU parecían infinitos e inagotables, así como su capacidad de crecer y financiar toda la expansión del capitalista mundial. Lo que no se veía, ni importaba mucho en esos momentos, es que esa capacidad financiera y económica no era consecuencia de la capacidad gerencial e industrial empresarial, sino de un endeudamiento creciente, tanto de EEUU como de todos los países capitalistas, endeudamiento que supero a la producción de bienes y servicios de ellos.
Pero algo cambió. Contrariamente a lo esperado, con la caída y desaparición de la Unión Soviética, imprevisiblemente, entró en crisis este sistema de dominación imperialista y las ideologías que lo sostenían como el neoliberalismo. Uno puede suponer, postfacto, que todos formaban un sistema. Al desaparecer un componente se modificó todo el sistema.
Y, no por evolución lenta, sino por decisión táctica, el líder del sistema comenzó a romper su propio contrato. Estados Unidos, bajo una lógica de repliegue nacionalista y supremacía unilateral, empezó a deslegitimar los organismos que antes defendía. Salió de tratados, desacreditó foros multilaterales, convirtió la diplomacia en espectáculo y la ley internacional en obstáculo. Ya no busca administrar el conflicto: busca dominarlo. Pero ello ha significado, tanto a lo interno de EEUU como en lo global, el paso de la paz pactada entre ellos a la paz fracturada, con también imprevisibles consecuencias. Se necesita un nuevo pacto, porque se quiere revivir un imposible pacto unilateral, con EEUU "administrando" el sistema, que ya no se puede, pues todas las reglas impuestas son confrontadas.
No se puede llegar a un nuevo pacto sin grandes transformaciones en los grupos de poder imperialista en los Estados Unidos y las monarquías mayoritarias de Europa. No se puede sin Rusia, China, Irán, Venezuela, su exclusión puede llevar a una tragedia mucho mayor que la exclusión de la Unión Soviética. De no conseguirse la arquitectura de este nuevo pacto, que también pueda transformarse, la confrontación abierta total o parcial será inevitable. Se necesita una ruta y un objetivo de llegada, que es para mí la paz mundial.