Jamás habrá paz en Oriente Medio, ni paz natural en España

Martes, 30/09/2025 10:07 AM

Quitémonos lo de la cabeza: podrá haber treguas, períodos de calma tensa para preparativos estratégicos, pero en aquella zona de Oriente Medio jamás habrá paz. Y al decir jamás quiero decir nunca. No sé si está escrito, pero lo cierto es que la lógica de la historia es decisiva. Israel es un estado artificial levantado sobre la fuerza, sobre el desalojo y sobre el despojo en 1948. Una situación así es imposible de resolver, a menos que se cuente como posible la epopeya, un hecho grandioso: que los territorios ocupados y ensanchados después sean compartidos entre israelíes y palestinos. Algo por el momento imposible de imaginar.

Se dice una frase sin sentido que, no obstante ha hecho fortuna: los pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla. Aquí no se repite. Este caso nunca ha sucedido y difícilmente puede repetirse. Este no es el de un conflicto, sino de un robo histórico, inédito ante la pasividad internacional. Deprimidas las naciones al término de la segunda guerra mundial, por un lado, y por otro envalentonadas las potencias ganadoras hasta el extremo de cometer impunemente la mayor tropelía cometida por la civilización occidental, se consumó un acto de barbarie encubierta por otro de generosidad de lo que no pertenece al dadivoso.

Y esto sucedía, cuando la ingenuidad reinaba en un mundo fatigado por el horror, dispuesto a consentirlo sin ánimos para oponerse a nada que decidiesen los protagonistas flemáticos que lo decidieron. Y sucedía, cuando esa ingenuidad nos hacía imaginar que tras el sobrecogimiento planetario después de una guerra pavorosa, entraríamos en una larga Era de paz desconocida hasta entonces a lo largo de la historia de la vida. Un millón de palestinos fueron desalojados entre 1948 y 1967, y desde entonces generaciones enteras viven un holocausto dosificado. El hecho de que no haya cámaras de gas, no significa que no desaparezcan a fuego lento generaciones enteras palestinas a lo largo de estos últimos tres cuartos de siglo. En estas condiciones, no hay esperanza alguna para la solución de un conflicto generado sin otro motivo serio que poner en marcha un experimento delirante.

Algo, por cierto, muy parecido a lo que sucede en España tras la Transición tramposa que impide afirmar que en este país hubo alguna vez pacto social. Aquí, nunca habrá paz natural mientras este contrato social no exista: el rencor larvado por efecto de la guerra civil y luego por esta burlona Transición, persistirá en los corazones de una manera más o menos diplomática por los siglos de los siglos…

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