Las drogas como excusa la invasión como objetivo

Viernes, 19/09/2025 10:48 AM

La Guerra contra las drogas que es impulsada por Estados Unidos desde la década de 1970, si bien se presenta como una lucha global para erradicar la producción y el tráfico de narcóticos, no debe ser aceptada en los términos que plantea EEUU en tanto que no está dirigida visiblemente a solucionar el problema de las drogas en sus dos componentes, demanda de drogas por los Estados Unidos, incrementada después de la derrota en Vietnam y oferta de drogas de otros países que convirtieron la droga en un nuevo elemento externo incrustado en el aparato económico de cada país implicado.

Esta visión de la dinámica del mercado de las drogas en los Estados Unidos ha sido utilizada como una excusa geopolítica para justificar intervenciones militares e injerencia en la soberanía de otras naciones al lanzar todo su aparato comunicacional para presentarla como una invasión del narcotráfico hacia los Estados Unidos. Transformaron al victimario en víctima. En el caso de Venezuela, este cuento ha cobrado especial relevancia, ya que ha acusado a su gobierno de estar implicado indirectamente en el narcotráfico, señalamientos que el gobierno venezolano califica de falsos pretextos para justificar una posible intervención militar.

El descaro llega a tal nivel que no se menciona el abrazo que aparece en la foto de Juan Guaido, declarado Presidente de Venezuela por los Estados Unidos, con el Jefe del cartel colombiano, Los Rastrojos, sin que sea criticado por ese país, por el contrario se le dio un título Honoris Causa por una universidad de Florida y un nombre de una calle en una ciudad. El cumplió un papel en favor de Estados Unidos y se le pagó. María Corina quiere hacer lo mismo.

Con esto se comprueba que no hay guerra contra las drogas ni guerra contra los narcos, que es un instrumento más de guerra, pero para agredir principalmente a países de nuestra América y del Caribe y muestra como no hay inocencia ni valores en la política exterior de Estados Unidos, que mantiene alianzas con los delincuentes que llevan la droga a las ciudades de América del Norte y los delincuentes norteamericanos que la distribuyen allá. La recepción, almacenamiento, distribución, financiamiento y consumo de drogas en Estados Unidos requiere una infraestructura inmensa, que las autoridades no ven y que tiene dueños y propietarios, ciudadanos de ese país que se benefician con sus ganancias. Nadie los conoce.

Las acusaciones de que Venezuela es una amenaza para la seguridad regional debido al narcotráfico, sin pruebas que se puedan mostrar, sirven para legitimar la presión militar y económica. Sus buques de guerra en el Caribe son un claro acto de hostilidad y amenaza contra la soberanía venezolana.

La historia del imperialismo estadounidense en América Latina está llena de ejemplos donde se han utilizado pretextos para intervenir en asuntos internos de otros países. La invasión a Panamá en 1989, bajo la excusa de capturar a Manuel Noriega por cargos de narcotráfico, es uno de los casos más citados. De manera similar, se argumenta que la acusación de narcotráfico contra el gobierno venezolano es una estrategia para debilitar el Estado, justificar sanciones y, en última instancia, abrir el camino para un cambio de régimen que favorezca los intereses estadounidenses. El objetivo es el control de los recursos y la eliminación de un gobierno que se considera hostil a los intereses de Washington.

La "guerra contra las drogas" se convierte así en un caballo de Troya, en uno de sus motores imperialistas que permite a Estados Unidos desplegar su poder militar y político bajo un manto de justificación moral. No debemos aceptar esa política y trabajar para desmontarla en su expresión mediática.

Por otra parte ni todo el petróleo de Venezuela y sus riquezas puede solucionar los problemas de Estados Unidos que son el resultado de un modelo capitalista ya insostenible, consumo desmedido, especulación financiera, desigualdad social y étnica estructural y financiamiento a la hegemonía global. Ni el petróleo venezolano ni ninguna riqueza externa pueden resolver sus crisis internas, deuda, salud, racismo, su industria de la droga. Robar lo recursos ajenos no curará enfermedades propias ni siquiera lograría enmascáralas. La verdadera solución exige paso al pensamiento autocrítico propiamente norteamericano, no imperialismo.

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