Contra la abominación sacrificial de Palestina y subjetividad

Jueves, 21/08/2025 05:30 PM

La vida es una potencia energética que atraviesa transfiguradoramente los cuerpos, alimentando la existencia de los mismos en sus deseos, afectos, conocimientos, mitos, intelecto, erotismo, imaginación, acciones, etcétera, para desplegar las existencias y actualizarlas, de forma libertaria o alienadamente cuando se privatizan o valorizan mercantilistamente, bajo la representación de los cuerpos y sus mundos, a través de la producción y consumo de objetos, bienes o mercancías y los signos o símbolos que los acompañan, dotándolos se significación y sentido en el semiocapitalismo actual (por lo cual hay que utilizar la desconstrucción crítica para roer su hegemonía sentidizadora, su poder logocéntrico).

Potencia energética vital de su corpórea naturaleza inmanente como causa de sí misma, de impulso reproductor y creativo permanente para seguir existiendo al modular su potencialidad existencial emergente. En el marco de la confrontación de fuerzas muy variables, lo que conlleva a crisis y malestares subjetivos ya que las referencias que hacen sentido se vuelven inconsistentes y débiles debido a la crisis de fundamentación y legitimidad, de agotamiento, de las ideas-fuerza de la Modernidad (bienestar para todos, igualdad, justicia social, felicidad y libertad auténticas, progreso colectivo, autonomía e independencia, etcétera). Debilidad y fragilidad que repercuten integralmente en los cuerpos sociales, que se ven retados a crear nuevas referencias y sentidos que den razón de ser a sus existencias en nuevas formas de vida transmodernas. Cuya fragilidad cuestiona toda identidad corpórea de sí mismos o sí mismas, buscando forzosamente propiciar un nuevo modo de ser transindividual y empático con los demás y el entorno ecológico, sintiendo y pensando a través de los otros, otras y lo otro, esto es, la afectualidad. Pero esta fragilidad subjetiva puede colapsar al sí mismo, o sí misma, generando perturbaciones o inestabilidades como la angustia, la insatisfacción, el vacío, etcétera. Aunque esa fragilidad no necesariamente es una anomalía tan grave que haya que enfrentar adquiriendo una identidad fuerte de carácter ideológico y fantaseada de adaptación a la realidad falsificada según los moldes ("tipos ideales" excluyentes) que los intereses dominantes o hegemónicos en la sociedad inducen mediáticamente.

Fragilidad de los cuerpos que puede, en donde prevalecen las relaciones de dominación-exclusión, tomar la abominable figura de los cuerpos sacrificiales o sacrificables por los imperios o imperialismos, como ocurre actualmente con el exterminio genocida de los cuerpos palestinos por el sionismo israelí. Que demanda, por consiguiente, la radicalización de la sensibilidad ética de todos los cuerpos y de la manifestación ambitalizadora de la multitudinaria resonancia de la afectualidad para hacer retroceder y derrotar la sacrificialidad neofascista de la vida.

La fragilidad subjetiva expresa las contradicciones actuales de intereses socioeconómicos neoliberales con las dinámicas libertarias socioculturales de los cuerpos que desean inconscientemente y reprimidamente su realización existencial auténtica en la diversidad real que somos y no en la virtual enajenadora, produciendo nuevas referencias de lo común contra la valorización sobreindividualizada , con sus respectivos sentidos liberadores en ámbitos de resonancia afectual a través de propiciar sentipensamientos profundos procesados en común como experiencias trans-subjetivas del cuidado de sí mismos o sí mismas, mediante el ensamblaje de una "interfaz" resonante de empoderamiento; así como de emplazadores o resonadores críticos por medio de acciones subjetivas auto-co-poiéticas de sensibilidad radical, o la hermenéutica de sí como análisis introspectivo en grupos de transferencias y transfiguradores de militancia emancipadora, entre otras opciones desconstructoras y transformadoras.

Nota leída aproximadamente 1087 veces.

Las noticias más leídas: