¿Por qué nominar a Francesca Albanese al Premio Nobel de la Paz?

Jueves, 17/07/2025 05:17 AM

“He llorado hasta acabar las lágrimas, 

he quemado las velas hasta consumirlas, 

me he arrodillado hasta cansar las rodillas 

preguntando por Muhamnmad y por Jesús...” 

Jerusalén. 

Nizar Qabbani 

Israel, en complicidad con EE.UU., la Unión Europea y algunas de las naciones árabes  vecinas, está cometiendo un genocidio en Gaza. Usa su poderosa maquinaria de  muerte para masacrar gente indefensa (predominantemente mujeres y niños) confinada en un territorio cada vez más pequeño; sus horrendos crímenes de lesa humanidad  gozan de impunidad por su enorme influencia política, económica y comunicacional. Israel en su vorágine destructiva no ha respetado nada; destruye escuelas, refugios,  hospitales, instalaciones de servicios públicos y los escasísimos sitios donde se  almacena o reparte ayuda humanitaria; sus francotiradores y drones cazan como  animales a niños, a madres con sus niños en brazos y a gente hambrienta que busca  comida; en sus campos de concentración y mazmorras se tortura y mata  indiscriminadamente. En su propósito genocida somete a dos millones de personas al  hambre, la sed y la orfandad total desde hace 20 meses. Los palestinos en Gaza viven  un holocausto que será recordado con vergüenza por las siguientes generaciones.  

Muchas personas en distintas partes del mundo consideran que Francesca Albanese es  merecedora del Premio Nobel de la Paz por su defensa de los palestinos, opinión y  apoyo que cobró más fuerza luego de las sanciones que le impuso el gobierno de  EE.UU. y de la cínica propuesta del carnicero de Gaza (Netanyahu) mediante la cual  nominó a Donald Trump para dicho premio. 

Pero, ¿por qué ella? ¿por qué no los heroicos e incansables rescatistas que salvan  cientos de vidas en Gaza?,¿por qué no los decididos tripulantes de la Flotilla de la  Libertad?, ¿por qué no los juristas de Suráfrica y otros países que llevaron el caso a la  Corte Penal Internacional logrando de ese modo que se ordenara el arresto de 

Benjamín Netanyahu por crímenes de guerra y de lesa humanidad?, ¿por qué no  Norman Finkelstein, Martin Gak, Irene Montero, Ione Belarra, Clare Daly, Mick Wallace,  Roger Waters o los miles de personas y organizaciones que se han manifestado en  varias ciudades del mundo o en redes sociales en contra del genocidio?, ¿por qué no  Bisan Owda o los cientos de periodistas que sufren en carne propia la barbarie de Israel  o los centenares que ya han sido asesinados por reportar las monstruosidades de la  máquina sádico-militar israelí?  

Todos los que luchan a favor del pueblo palestino coinciden en tres aspectos  fundamentales: detener el genocidio a como dé lugar, reconstruir Gaza y hacer justicia  (creo que a ninguna de esas personas les importe mucho un premio Nobel de tan dudosa reputación). Albanese es quizás la figura de mayor visibilidad internacional que  abandera ese propósito común; ella ha denunciado el genocidio y sus causas  históricas, políticas y económicas; sus informes y declaraciones han tenido gran  influencia en las fuerzas e iniciativas que demandan paz y justicia para los habitantes  de Gaza y Cisjordania. Pero, además, las acciones de Albanese tienen una  trascendencia mucho mayor que la ansiada paz y la debida justicia para los gazatíes. 

Israel, EE.UU. y la Unión Europea han venido dinamitando el Derecho Internacional y la  Organización Humanitaria Internacional desde hace décadas. Durante este genocidio de palestinos, han ignorado con total desfachatez y arrogancia los mandatos de la  Corte Penal Internacional y los llamados urgentes de Naciones Unidas y otras grandes  organizaciones humanitarias tales como la Cruz Roja Internacional, Amnistía  Internacional y Médicos sin Fronteras. Más grave aún, han convertido a los directores y  funcionarios de estas grandes instituciones internacionales en blanco de sus amenazas  y agresiones. Israel ha asesinado con total impunidad a más de dos centenares de  trabajadores humanitarios y ha bombardeado buena parte de las instalaciones y los  vehículos de Naciones Unidas en Gaza. El número de muertes entre trabajadores de  Naciones Unidas supera a las de cualquier otro conflicto armado en el mundo. EE.UU. e  Israel también han sancionado a miembros de las Naciones Unidas y de la Corte Penal  Internacional por cumplir con sus funciones, han retirado el financiamiento a la mayor  organización humanitaria de Naciones Unidas en Gaza (UNRWA) y su funcionamiento 

en Gaza fue prohibido por la entidad sionista; han hecho campaña pública para  desacreditar y cambiar las máximas autoridades de Naciones Unidas, entre ellas, a  Francisca Albanese. Más aún, en un gesto de complicidad arrogante, EE.UU. y varios  países de la Unión Europea permiten el libre tránsito y dan calurosa acogida oficial a los  carniceros de Gaza, criminales de guerra con orden de captura por el máximo tribunal  penal internacional. Con diáfana y terrible claridad, el genocidio en Gaza ha  demostrado que el Derecho Internacional no cuenta para ellos, algo en lo que fue muy  explícito el infausto John Bolton al declarar en 2018 que la Corte Penal Internacional  “no fue creada para ser utilizada contra Estados Unidos y sus aliados”.  

En Gaza no sólo están sepultados entre 15 mil a 20 mil niños asesinados por Israel,  también está sepultado el sistema de derechos humanos y todo el orden internacional  surgido luego de la Segunda Guerra Mundial. En Gaza se consolida un nuevo orden  mundial basado en el poder omnímodo de destrucción, terror y muerte por parte de  potencias militares hiperarmadas. La paz mundial está seriamente amenazada por este  terrorismo de Estado a gran escala, Israel ha bombardeado, tan sólo en el último año, a  cuatro países vecinos además de Palestina. El Medio Oriente es un campo minado y la  arrogancia de los poderes imperiales puede dar lugar a una conflagración mundial de  dimensiones apocalípticas.  

La resistencia que ofrece Albanese ante esta realidad infernal impuesta por personajes  en nada diferentes a los nazis, tanto en sus motivaciones como en su proceder, la  convierte en un baluarte de la humanidad. Ella representa el extremo opuesto de esa  clase política esencialmente corrupta e inmoral que hoy dirige a EE.UU. y buena parte  de las naciones europeas. No ha dudado en enfrentarse a los más poderosos de la  tierra por defender la causa de los más vulnerables y oprimidos en los territorios  palestinos. No ha temido poner en riesgo su vida y su alta posición y prestigio, no se ha  plegado al soborno o a las amenazas de los poderes económicos y políticos que hoy  destruyen al mundo.  

Lo que defiende Albanese es la causa de la humanidad; ella es la procuradora del  derecho internacional y es paladín del trabajo humanitario. Albanese es la “viva voz de 

la paz”, no una paz de cementerios como pretende la Pax americana, sino una  cimentada en la justicia, la convivencia y el respeto. Si se le confiere el Premio Nobel de  la Paz, será la humanidad la que reciba ese premio. 

 

*Médico Pediatra. 

Mérida, Venezuela 

 
ciro4658@gmail.com

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