Gaza: El grito ignorado de un pueblo, la burla a la paz y la ceguera global

Jueves, 10/07/2025 05:36 AM

La Franja de Gaza se ha transformado en el escenario de una tragedia humana sin precedentes, un horror que se desata ante la mirada impasible del mundo. Lo que allí ocurre ya no es solo un conflicto; es una masacre sistemática que, por su magnitud y el sufrimiento que provoca, no puede llamarse de otra forma que genocidio contra el pueblo palestino.

Las cifras, por sí solas, nos revuelven el estómago: los niños, los más indefensos, son las principales víctimas de esta barbarie. Estudios recientes muestran que el 88% de los fallecidos son niños, y de ellos, un impactante 70% son menores de diez años. La mayoría de estas muertes, sobre todo las de los más pequeños, son causadas por explosiones, un testimonio desgarrador de la violencia indiscriminada. Mientras tanto, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU advierte que las necesidades básicas en Gaza son "mayores que nunca", lo que evidencia una hambruna deliberada. La ayuda humanitaria, vital para la supervivencia de millones, está siendo manipulada y bloqueada por quienes perpetran los ataques.

En el ámbito educativo, la situación es igual de desoladora. El Ministerio de Educación Superior de Palestina ha documentado los ataques directos a escuelas y universidades, así como la pérdida de vidas dentro de su comunidad: al menos 928 profesores y funcionarios asesinados, cerca de 4.500 heridos y casi 2.000 detenidos. Estos ataques no solo buscan acabar con vidas, sino también con el futuro de toda una generación. Los relatos en primera persona son estremecedores, como los de quienes describen ataques con drones mientras dormían, que terminaron incinerando hogares y negocios, y arrebatando a sus seres queridos.

En las últimas horas, la cifra del horror se ha disparado aún más con la muerte de más de 130 personas en zonas de Gaza designadas para la entrega de ayuda humanitaria. Estos ataques, llevados a cabo en áreas controladas por Israel y precisamente donde se distribuye la asistencia vital, también han dejado más de 500 heridos. Esta brutal escalada demuestra una agresión despiadada contra la población civil y un desprecio absoluto por los principios humanitarios.

En este panorama de devastación, la reciente cena entre Benjamin Netanyahu, a quien muchos llaman el "máximo masacrador de este siglo", y el presidente Donald Trump en la Casa Blanca, no solo resultó chocante, sino que se convirtió en una burla macabra a la idea misma de la paz y la justicia. Mientras ellos se reunían en la Casa Blanca, miles de estadounidenses se congregaban en las calles aledañas, exigiendo a gritos que se detuviera a Netanyahu, calificándolo de criminal de guerra y pidiendo que se opusiera a cualquier orden en su favor. La descarada propuesta de Netanyahu de nominar a Donald Trump para el Premio Nobel de la Paz roza el cinismo más profundo y la total falta de vergüenza. Esta petición, viniendo de un "gran genocida y masacrador" confeso, es una afrenta no solo a los principios del premio, sino a las miles de víctimas palestinas. Cuesta entender si el presidente Trump es consciente de la magnitud de esta farsa, o si comprende el peor papel que está jugando en este espectáculo al aceptar una candidatura de este "masacrador máximo". Mientras se debate un posible premio para un líder cuyas políticas han profundizado el conflicto y la violencia, la realidad en Gaza es de muerte y destrucción diarias.

Las declaraciones de Trump sobre el conflicto palestino-israelí son igual de preocupantes y muestran una peligrosa desconexión con la realidad. Cuando una reportera le preguntó sobre la solución de dos estados, Trump respondió: "no sé qué responder ante esa antiquísima pregunta, tiene al mejor hombre del mundo aquí para que la responda él mismo". A continuación, Netanyahu expuso su visión: un "Estado" palestino sin "el poder para amenazarnos", es decir, sin control sobre su propia seguridad, sus fuerzas policiales o militares, y sin el monopolio de la violencia legítima (la esencia misma de un Estado según Max Weber). Esta es, sin duda, la peor propuesta imaginable para una solución duradera, una farsa que niega la soberanía fundamental del pueblo palestino. No es un estado, es un bantustán, una entidad bajo el control total de Israel que valida y perpetúa la ocupación, negando cualquier posibilidad real de una paz justa.

La comunidad internacional no puede seguir siendo un mero espectador. El clamor de las víctimas en Gaza es un llamado urgente a la acción. Es hora de detener el genocidio, de garantizar el acceso irrestricto de ayuda humanitaria y de exigir una solución real que reconozca la plena soberanía y dignidad del pueblo palestino. No podemos permitir que la hipocresía política siga ignorando la masacre de inocentes y trivializando la idea de la paz.

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