Antes de que existieran los relojes, mucho antes de los calendarios, cuando aún no existía la escritura, el ser humano solo tenía una forma de medir el tiempo: la observación sobre los eventos naturales; veían al sol en su salida cada mañana, y su puesta cada tarde, y durante miles de años, eso fue suficiente para organizar una vida entera. Pero cada ciclo de tiempo, que hoy llamamos año, alrededor de lo que hoy es octubre, algo empezaba a cambiar. Los días comenzaban a acortarse, no lo entendían, hasta que miles de años después, los romanos inventaron una palabra para esto: Solstitium, el sol que permanece quieto. Pero para la gente que lo vivió primero, sin saber qué era ni por qué pasaba, esto no tenía nombre, era lo que hoy conocemos como Solsticio de Invierno
En la temprana humanidad, no había un "nombre" para denominar el sistema temporal, sino que se medía el tiempo, basándose en los ciclos naturales, como la Luna (lunaciones), para los meses y, los solsticios y equinoccios para el año, con observaciones astronómicas y megalitos; los primeros calendarios organizados por los sumerios, dividían el año en meses lunares, los meses no tenían los nombres que conocemos hoy; el tiempo lo conectaban con la agricultura y la religión. La medición del tiempo, en la época de la humanidad temprana, se basaba en la observación de la naturaleza, los movimientos de la Luna, el Sol y las constelaciones, los primeros "calendarios" eran sistemas rudimentarios que usaban el orden de los ciclos lunares, antes de desarrollar nombres específicos, como relata el "Museo de Ecología Humana".
La historia de los calendarios es una evolución desde sistemas lunares antiguos, Sumerios y Babilonios, hacia calendarios solares más precisos, destacando el egipcio (365 días), la reforma Juliana (45 a.C.) para ajustarse al año solar, y finalmente el Gregoriano (1582) convirtiéndose en el estándar mundial actual, para alinear mejor las estaciones y la Pascua. Los primeros calendarios, de hace miles de años, se basaban en las fases lunares (ciclos de 29.5 días), que dividían el año en 12 meses lunares, añadiendo un mes extra periódicamente, para sincronizarlo con el año solar, o sea que los años tenían trece meses, Los Egipcios (c. 3000 a.C.), desarrollaron el primer calendario solar conocido, con 365 días (12 meses de 30 días, más 5 días festivos), enfocándose en el ciclo solar, aunque introdujeron el concepto de año bisiesto para corregir la inexactitud.
Luego tenemos el Calendario Romano Primitivo, que Inicialmente era lunisolar, pero tenía problemas de desajuste. El año comenzaba en marzo y tenía 10/12 meses. Luego el Calendario Juliano (45 a.C.), Julio César, asesorado por el astrónomo y filósofo alejandrino, Sosígenes, lo reformó, adoptando el año solar de 365.25 días, con un día bisiesto cada cuatro años, basándose en el modelo egipcio, pero con una regla bisiesta fija.
El año juliano era ligeramente más largo que el año solar real (365.2422 días), causando un desfase de unos 10 días, afectando la fecha de la Pascua. El Papa Gregorio XIII, en 1582, con la ayuda de Luigi Giglio, un médico y astrónomo italiano, y Christopher Clavius, un matemático y astrónomo jesuita alemán, implementó una corrección, eliminando 10 días; el 4 de octubre de 1582 fue seguido por el 15 y ajustó la regla bisiesta, para una precisión mucho mayor, creando el calendario actual. Aunque existen el calendario lunar (islámico) y el calendario lunisolar (hebreo), el Gregoriano es el calendario civil, predominante en el mundo, resultado de una larga evolución desde observaciones astronómicas antiguas hasta una sofisticada reforma renacentista.
Los calendarios islámico (Hijri) y hebreo siguen existiendo y se usan activamente hoy en día, principalmente para fines religiosos y culturales, usados oficialmente en Irán y Afganistán, y presentan diferencias fundamentales en su relación con el sol y la luna. El Calendario Islámico Lunar, es un sistema que se basa exclusivamente en los ciclos de la luna, sin ajustarse al sol, tiene 12 meses de 29/30 días, sumando un total de unos 354/355 días al año. Al ser unos 11 días más corto que el año solar, sus fechas "retroceden" anualmente, respecto al calendario gregoriano. Por ello, festividades como el Ramadán, rotan a través de todas las estaciones, en un ciclo de aproximadamente 33 años. Tradicionalmente, cada mes comienza con el primer avistamiento físico de la fase creciente lunar. Su era comienza con la Hégira (migración de Mahoma) en el año 622 d.C.
El calendario lunisolar hebreo, combina ciclos lunares para los meses y, los ciclos solares para las estaciones, usando un ciclo de 19 años, para añadir un mes extra (Adar II) en años bisiestos, para mantener las festividades en la época correcta, con días que comienzan al atardecer y meses basados en la luna nueva. Es un calendario fijo y complejo, que permite que festividades como la Pascua, siempre caigan en primavera, y Rosh Hashaná (El año nuevo judío) en otoño, a diferencia del gregoriano, puramente solar, o el islámico, pero introduce ajustes para mantenerse sincronizado con el ciclo solar (las estaciones). Los meses tienen 29/30 días. Los días comienzan al atardecer. Su cronología se cuenta desde la creación del mundo, según la tradición judía, actualmente 2025, se cuenta el año 5785-5786.
Hoy cuando se termina el 2025, les deseo a todos y todas los aporreadores y aporreadoras un feliz, próspero y venturoso año nuevo 2026.