Confesiones de don Jesús Ponce González. Viaja desde Mérida, no tiene ningún problema en el propio Estado Mérida, ni en Barinas, Portuguesa o Lara. En cuanto entra en YARACUY, comienza la tragedia. Voy por la autopista centro-occidental –Cimarrón Andresote-:
Me detienen:
Oríllese. Papeles del carro, licencia, seguro, carnet de circulación, Certificado médico…
Entrego los papeles.
Acompáñeme. Salga del vehículo.
Es un joven de uno 25 años. Me va guiando. Pasamos por entre un grupo de unos quince policías con sus chalecos color naranja. Todos entendidos de lo que va a pasar conmigo. Me encierran. Entramos a una oficina con aire acondicionado, espaciosa, me dicen que tome asiento, les respondo que prefiero mantenerme de pie.
Mi esposa sale del vehículo. Trata de ver qué me sucede, los policías, la detienen. Le dicen que me están interrogando. Que espere en el vehículo. El grupo de los policías que están en el porche departiendo apaciblemente, saben de qué trata el caso. Saben que me están extorsionando, que luego algo sacarán extra para las fiestas de navidades.
El interrogatorio es intenso, casi locuaz para decir lo menos. El oficial elegido tiene todo un protocolo estudiado para abordar mi grave situación:
Usted se ve que es un señor respetuoso, pero está violando las ordenanzas de Tránsito Terrestre. Usted le puede ocasionar la muerte a una multitud de personas, usted mismo puede morir, lo cual sería una enorme desgracia para su familia. Usted tiene vencido el Certificado Médico. Usted no puede seguir conduciendo. Usted va a tener que pagar una multa de diez unidades tributarias. Usted me dirá, qué hacemos. Usted va a tener que buscar a alguien que maneje por usted, pero no puede seguir poniendo en peligro la vida de los demás. Nosotros estamos dispuestos a colaborar en todo lo que podamos. Usted decide. Díganos qué podemos hacer para evitar que usted pueda cometer un ilícito vial grave que involucre a terceros o cuartos, cómo salir de esta situación irregular. ¿Usted tiene hijos? A usted le esperan sus familiares. Díganos, díganos, queremos resolverlo esto de la mejor manera posible.
A la final les digo que quiero cumplir con la ley, que me pongan la multa. El tipo no me mira fijamente, sin saber qué más decir. Me devuelve los papeles. Salgo de aquella horrorosa oficina con mis papeles paso en medio de aquel bullir de policías que se miran unos a otros tratando de adivinar qué pudo haber pasado conmigo, si habrían conseguido algo extra en estas navidades…, realmente una maldita monstruosa mafia, con la que hube de conseguirme en siete puntos más de control, con el mismo guion, con el mismo cuento, con las mismas trácalas.
Pensé muchas veces, decirles que tenía contacto con Diosdado, pero en tal caso, quizás, todo habría resultado, mucho más peligroso… todo esto es cierto, neto formal, procédase en consecuencias …