Cuando el remedio es peor

Jueves, 25/12/2025 11:14 AM

En Venezuela, históricamente, ha cundido la ignorancia aprendida en todo cuanto concierne a la política y a los gobiernos de turno, porque heredamos las taras sociopolíticas de la colonia en lo que se conoció como la Capitanía General de Venezuela.

Libertados del imperio español del que heredamos la sangre y la cultura (afortunadamente), los únicos grandes beneficiarios fueron los ricos, los grandes terratenientes y los inmensos traidores a la Colombia naciente, Francisco de Paula Santander y José Antonio Páez, al tiempo que los pobres los campesinos, negros, zambos y mulatos, solo sirvieron como carne de cañón, mano de obra esclava y muy barata, además de receptores de esperanzas fallidas y mesianismos bananeros, con un resentimiento y revanchismo bien calculados contra España, del que las burguesías nacionales, colombo venezolanas han sabido sacarles provecho, indiferentemente, de que sus grandes capitales reposen en bancos europeos y ostenten hermosos pisos en la siempre bucólica Madrid.

Así, embrutecidos con las mentiras de la historia o la historia de mentiras, en Venezuela hemos tenido una puja sangrienta por el poder, desde Páez hasta Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, quienes modelaron una nueva clase política hegemónica, gobernante directamente o tras bastidores.

Me refiero a los militares que han derivado hoy en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), cretinos de formación que se creen el estandarte o portadores de la democracia que los favorezca, que no los toque, les brinde confort, al mismo tiempo que, son uniformados déspotas corruptos, que se consideran mejor y por encima de cualquier ciudadano civil.

Los militares hoy son odiados y temidos por la mayoría de los venezolanos. Ya no quedan pendejos que crean en ninguna fusión cívico militar, pese a que quedan reductos de oportunistas y jalabolas. A la presente fecha, lo que queda es miedo entre los civiles honestos frente a esa casta de traidores a la patria en uniforme, que han asesinado y aterrorizado al pueblo venezolano, a cuenta de que portan las armas de la Republica, para sostener la dictadura que encabeza Nicolás Maduro Moros desde el mismo 28 de julio del 2024. Si en Venezuela cada general cuenta con varios hogares de amantes y ex mujeres a las que mantienen como reinas y sus respectivas proles, imagínense cuán descompuesto es el estamento militar y, si a algún militar se le ocurre, puede retarme públicamente y tendrá nombres, apellidos y reseñas de sus fortunas salidas de la nada, o mejor dicho, robadas al pueblo venezolano o producto del trasiego, desde gasolina y alijos de cocaína, hasta tiza para pizarra.

En Venezuela, cuando la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez se agotó, el resto de militares se aprestó a compartir el poder con la nueva clase política, entre adecos y copeyanos, en una sucedánea de gobiernos corruptos adecocopeyanos, hasta que con el fetiche mesiánico del Comandante Hugo Chávez, una mayoría de venezolanos, entre la llamada clase media y los más pobres asumieron como suyo un proyecto revolucionario, del que sus más íntimos allegados y sucesores del poder se limpiaron el culo e impusieron un gobierno aún más corrupto y abyecto que los gobiernos de la llamada IV República, en donde el remedio ha sido peor que la enfermedad.

Ahora, a las puertas de la muy esperada e inminente caída de Nicolás Maduro y sus cómplices asesinos corruptos y ladrones, quien se muestra, ahora, como el mesías salvador, no es más que un ladrón de siete leguas, pedófilo y criminal, que pretende convertir el suelo venezolano en su despensa de recursos naturales, minerales, energéticos y materiales, hasta dejar bien exprimidos a los venezolanos, hoy macilentos en su mayoría, tanto como lo han hecho Nicolás Maduro y sus cómplices, entre militares y civiles.

Insisto en que Nicolás Maduro, Tarek William Saab, los hermanitos Rodríguez, Diosdado Cabello, Elvis Amoroso, Wladimir Padrino López y toda la pléyade cívico militar de ladrones neorricos, ninguno de ellos, ni la autodenominada dirigencia opositora, ni el anaranjado invasor y sus tropas, han calculado o valorado a esa parte del pueblo, la que pese a la ignorancia aprendida y la historia de las mentiras, podrían convertir a Venezuela en una olla hervidora de donde no escaparían los asesinos cómplices de Nicolás Maduro, los neorricos "dienterroto", testaferros, ni los invasores enviados por el pedófilo de los papeles de Epstein. De todas, todas, por donde se vea, el remedio es peor que la enfermedad. Cuando el remedio es peor que la enfermedad, solo resta contemplar cómo cada frente se equivoca y se decantan las cosas.

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