Soberanía, Discurso y Poder

Domingo, 02/11/2025 01:48 PM

La situación geopolítica contemporánea muestra nuevamente a Venezuela en el centro de una tensión internacional alimentada por sectores de poder en los Estados Unidos, que insisten en ejercer presión económica, discursiva e incluso amenazas militares bajo el argumento de "restaurar la democracia", téngase por excusas lo que se desea comunicar como verdad absoluta bajo la primicial del bombardeo propagandístico de mentiras: el comunismo, la dictadura, el tren, los buses y los carros de Aragua, Valencia o Apure, las narcolanchas y vaya usted que contar. Esta narrativa no es nueva; responde a una estructura histórica del poder imperial donde, como diría Michel Foucault, "el poder no se presenta únicamente en la fuerza, sino en el discurso que legitima la fuerza."

 

El discurso como arma de control. Foucault explica que la dominación moderna no se sostiene solo en ejércitos, sino en narrativas que fabrican consensos. Cuando los medios estadounidenses presentan a Venezuela como "Estado fallido", "Narco Estado", "amenaza hemisférica" o "crisis humanitaria permanente", están activando lo que Foucault llamaría un régimen de verdad: "No hay ejercicio de poder posible sin una economía discursiva de la verdad." (M. Foucault, Microfísica del Poder). Así, la invasión ya empieza en el lenguaje, mucho antes que en los barcos o los drones. Recuerden los mensajes salidos desde Washington en la era Clinton y Bush, y que luego se hace patético con el decreto Obama, bueno, de allí en adelante Trump, ni Biben ni de nuevo Trump, ni los que vengan después cambiarán la línea imperial sobre el dominio, lléguese a una invasión o bombardeo sobre el país, porque simplemente con el bloqueo económico esa guerra está viva, su final llegará solo cuando el imperio sea derrotado.

La deconstrucción de la justificación imperial. Por su parte, Jacques Derrida nos invita a deconstruir los conceptos que se presentan como evidentes. El discurso estadounidense se sostiene en una noción aparentemente moral: "intervención para salvar al pueblo". Pero Derrida nos enseña que las palabras están habitadas por contradicciones internas: "No existe concepto que no lleve dentro de sí la traza de lo que excluye." (J. Derrida, De la Gramatología). La supuesta "defensa de la libertad" norteamericana excluye y silencia su historial de invasiones: Panamá (1989), Irak (2003), Libia (2011), Siria (2012). La contradicción es evidente: se invade para traer paz. Una paradoja violenta.

Venezuela y el derecho a la diferencia. Deconstruir la narrativa occidental implica reconocer la legitimidad de proyectos políticos alternativos. Venezuela ha desarrollado en los últimos años formas distintas de organización social, distribución de recursos y participación comunitaria. Esto no significa ausencia de errores—todo proceso histórico los tiene—pero sí representa una voluntad legítima de autodeterminación. Aquí Derrida vuelve a ser clave: "La justicia no es una norma establecida, sino la apertura hacia el otro, la promesa de lo que todavía no es." (J. Derrida, Fuerza de Ley). La justicia para Venezuela consiste en poder construir su destino sin la tutela imperial.

Biopolítica y sanciones. Foucault también nos permite entender las sanciones económicas como una forma moderna de guerra: "El poder moderno ya no mata: deja morir." (M. Foucault, Defender la Sociedad). Las sanciones no buscan corregir políticas: buscan asfixiar la vida cotidiana, generar descontento social, destruir la economía y activar fracturas internas. Son un arma biopolítica que se ejerce sobre cuerpos, familias, alimentos, medicinas. Defender la soberanía no es defender un gobierno, sino un derecho histórico

Importante dejarlo claro: La defensa de Venezuela hoy no es simplemente defensa de un presidente o un partido. Es defensa del principio de que ningún país debe ser obligado a obedecer a otro. En ese sentido debemos seguir explicando y exponiendo que nos debemos en la Defensa de: a) La ciudadanía como sujeto político; b) La pluralidad de sistemas sociopolíticos; c) El derecho de los pueblos a definir su destino; y, d) La memoria anti-colonial latinoamericana.

Simplificando a manera de conclusión, Foucault nos advierte: "Donde hay poder, hay resistencia." Y Derrida nos recuerda que la historia nunca está cerrada. La amenaza de intervención estadounidense no es solo un conflicto geopolítico, sino una disputa por el sentido de la libertad.
Venezuela hoy encarna la afirmación de que otro modelo es posible, otro modo de ser pueblo, nación y memoria. Y eso, para el poder imperial, es lo verdaderamente insoportable.

De un humilde campesino hijo de la Patria del Libertador Simón Bolívar.





 

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