El fenómeno de la Generación Z y sus desafíos en la era digital. (Ensayamos o erramos)

Sábado, 20/09/2025 03:26 PM

La Generación Z, nacida aproximadamente entre 1997 y 2012, ha crecido inmersa en la tecnología digital. Esta inmersión, que la diferencia de las generaciones anteriores, ha tenido un impacto notable en su desarrollo y en la dinámica familiar. La autoridad de los padres, un pilar fundamental en la formación de los jóvenes, se ha visto erosionada por la influencia omnipresente de las pantallas y la tecnología.

La ciencia ha comenzado a confirmar este fenómeno, y los datos no son alentadores. Estudios sobre el coeficiente intelectual (CI) sugieren que, por primera vez en un siglo, ha habido una disminución en las puntuaciones de CI en las generaciones más jóvenes. Este fenómeno, conocido como el "efecto Flynn inverso", publicado en Economics and Human Biology en 2009. Un ejemplo es el libro de Michel Desmurget, La fábrica de cretinos digitales, que analiza la relación entre el uso excesivo de la tecnología digital y la disminución de las habilidades cognitivas en los jóvenes.

En ese sentido, el "efecto Flynn inverso", es un fenómeno documentado por el filósofo y psicólogo James R. Flynn. se asocia en parte con la exposición excesiva a las tecnologías digitales, que pueden limitar el desarrollo de habilidades cognitivas como la resolución de problemas, el pensamiento crítico y la concentración.

Este declive en las habilidades se manifiesta en problemas en el hogar. Los conflictos surgen del uso excesivo de la tecnología, la dificultad para comunicarse cara a cara y la resistencia a las normas parentales, también conocidas como reglas familiares, las cuales, son el conjunto de directrices, límites y expectativas que los padres o educadores establecen para guiar el comportamiento de sus hijos o estudiantes. Son un componente fundamental de la crianza y tienen como objetivo principal promover la seguridad, el desarrollo saludable y la convivencia armoniosa en el hogar y la escuela.

Hoy en día, los padres se enfrentan a un reto sin precedentes, pues la tecnología se ha convertido en una especie de "niñera digital" a la que muchos han delegado la autoridad. En lugar de establecer límites claros, a menudo ceden ante las pantallas para mantener la paz, lo que solo agrava el problema.

De allí que, los padres tienen una gran responsabilidad en el uso de la tecnología en el hogar. Por lo que, deben asumir su rol como guías, estableciendo reglas claras sobre el tiempo de pantalla y el contenido consumido. El fenómeno de la delegación de la autoridad en las pantallas ha creado una generación con una capacidad limitada para gestionar su tiempo libre, a menudo ocupado por videojuegos y redes sociales.

Por lo tanto, los juegos y sus problemas son una de las mayores preocupaciones. Si bien pueden ser una fuente de entretenimiento, la adicción a los videojuegos se ha reconocido como un problema de salud mental. Esta adicción puede llevar a problemas de sueño, bajo rendimiento académico y aislamiento social. Los problemas que se avecinan para el futuro son la falta de habilidades sociales, la incapacidad para manejar el aburrimiento de forma creativa y un aumento en los problemas de salud mental.

Ahora bien, ¿Qué tenemos que hacer ahora, los padres como los educadores? La suspensión de las tareas escolares, o la mayoría de ellas, es una posibilidad que se ha debatido, ya que podría liberar el tiempo de los estudiantes para otras actividades más productivas. Ante este escenario, creemos como educador, jubilado y activo, que el Estado venezolano debería ofrecer una oferta educativa complementaria que utilice el ocio de manera constructiva.

La Ley Orgánica de Educación de 2009 establece en su artículo 15 que la educación se fundamenta en "valores de la identidad nacional, de la cultura y la participación". El Estado, por lo tanto, tiene la responsabilidad de fomentar el desarrollo integral de los estudiantes a través de actividades extracurriculares. Organizadas, de tal manera que promuevan un hacer, un crear, y un fomentar comunitario, de las vocaciones artísticas, culturales y deportivas, incluso laborales (oficios como soldar, crear circuitos, levantar paredes, hacer mezclas de cemento, reparar bicicletas, motos, vehículos, hacer bloques de arcilla, preparar libros artesanales, hacer objetos artesanales, armar y desarmar computadoras, robótica, teléfonos, cohetería, globos, luthiería, manejo de fotografía y cámaras, elaborar guiones, conocer leyes entre otras. Preparar humus de lombriz, y sembrar hortalizas en parceladas concedidas a las escuelas para su producción.) El Inces escolar sería una excelente herramienta pedagógica, para dar empleo a maestros y técnicos, que se incorporan una o dos veces por semana para transferir conocimientos tecnológicos, culturales, técnicos y agroecológicos. Además, proponer el desarrollo de parques, centros culturales y bibliotecas públicas con programas educativos y recreativos.

Demás está decir que, estos espacios permitirían a los jóvenes utilizar su tiempo libre de manera productiva y creativa, fomentando habilidades sociales, talentos y la resolución de problemas del mundo real.

A fin de cuenta, el futuro de la Generación Z, no está determinado por la tecnología, sino por cómo la manejamos. Es una tarea que involucra tanto al Estado como a los padres, y comunidades. El Estado tiene la responsabilidad de crear un entorno que fomente el desarrollo integral de los jóvenes, mientras que los padres deben retomar su rol de guías, estableciendo límites y fomentando un uso saludable de la tecnología. Es fundamental que trabajemos juntos para que la Generación Z se convierta en una fuerza de cambio positivo y no en una víctima de la era digital.


 

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