Breves comentarios

Donald Trump, piratas y bucaneros en el Caribe

Domingo, 24/08/2025 03:24 PM

De vez en cuando, estimado público facehabiente –ellos y ellas-, hay que echar una mirada retrospectiva a la historia y, al mismo tiempo, reflexionar sobre hechos pasados que han marcado de una manera trascendental la vida política, social, cultural, económica, ambiental y militar de los pueblos, desde una perspectiva humana como centro de atención del planeta, donde habitamos, en un intento de disminuir las confrontaciones que han existido por miles de causas, bajo una concepción global, surgiendo, siempre, la necesidad de una presencia defensiva y legítima de las poblaciones más vulnerables, quienes utilizan todos los elementos de defensa que van desde los mecanismos más sofisticados hasta el empleo de técnicas no convencionales de defensa para aniquilar o neutralizar fuerzas foráneas que pretenden adueñarse de todo lo que está a su paso, sin considerar la dignidad de la vida, de esto no escapa el saqueo de los recursos naturales de las naciones.

"Los perros del mar", así llamaban a los corsarios, piratas y bucaneros que se dedicaban al sucio negocio del contrabando, donde muchos de sus accionistas embelesados y avaros por las riquezas procedían de la crema de la sociedad de Londres. No debemos dejar de pasar por debajo de la mesa la presencia de los trescientos años hegemónicos, indiscutibles, de España sobre el mar de las Antillas, el cual fue como especie del terreno donde se desenvolvieron hechos y acontecimientos operados y maniobrados por el contexto del eurocentrismo. Este mismo comportamiento eurocéntrico fue equilibrándose y reflejándose, como un espejo, en la realidad insular caribeña. Precisamente, esas potencias europeas marcaron un panorama estratégico-político, pretendiendo consolidar y maximizar su poder, con la perversa intención de dominar en términos globales, pasando por dañar al mayor y menor costo todo lo que le correspondía al sector regional.

Como la cosa no se quedó, únicamente, en España, -ni que el pecho fuera de hierro y el lomo de algarrobo-, es conveniente resaltar cómo los gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica -no su pueblo- con el nacimiento del siglo XX, han pretendido manifestarse en conchupancia, con otros países hegemónicos, en contención con la zona del Caribe, pretendiendo su colonización e intromisión en sus asuntos internos; violando flagrantemente la soberanía, autonomía y autodeterminación de los pueblos; todo esto en total incumplimiento de las normas de reciprocidad internacional de los mismos. El Caribe y sus islas no escapan a estos maleficios. Pero como no hay mal que por bien no venga, peldaño a peldaño van surgiendo procesos de descolonización, tratando de apartarse de esos esquemas imperiales, adaptando nuevas realidades en el escenario mundial, creando una mayor y fructífera vinculación económica, cultural y política.

Se acabó la fiesta –solía decir mi difunto hermano César-. No obstante, no debemos despedirnos sin antes dejar de mencionar que: "cuando el río suena, es porque piedras trae". Un antaño refrán que nos invita a reflexionar sobre este asunto, el cual se trata de la Defensa de la Nación. No es cualquier cosa. No solamente es asir un fusil o maniobrar un vehículo blindado, o el empleo de otro elemento defensivo; es tener presente la Seguridad de la Nación, concatenando la concepción de la Defensa Integral, utilizando los métodos, medidas y acciones, cualquiera sea su intensidad y los aspectos de su naturaleza. Todo ello en sintonía con la participación y el mutuo apoyo, coordinado, de las instituciones públicas y entes privados, a través de los mecanismos legales y jurídicos que emanan de la Norma Suprema. Aquí también se ve reflejada la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad. Así que, Mr. Trump, aléjese con sus piratas y bucaneros del Caribe.

¿Qué piensa Usted, de todo esto?

¿Cómo contribuiría Usted con la defensa integral de nuestro país?

¡Gracias por su atención!
 

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