"Así terminan, en general,
los mayores Imperios
–el romano, el español, el inglés, el estadounidense–:
su partida de defunción está firmada
y ellos siguen simulando que están vivos
y millones se lo siguen creyendo"
Martín Caparrós
Los últimos tres días, he caminado más que un perdido en una montaña y todo para indagar sobre la opinión de las personas, ante la seria y continuada amenaza del imperialismo, dirigida e impulsada por las grandes corporaciones, el verdadero motor del imperio estadounidense. Para empezar, tenemos necesariamente que resaltar la tranquilidad de un porcentaje muy alto de nuestros connacionales, e incluso algunos parecen no enterarse de la forma, como nos tienen rodeado y no es precisamente para aplaudirnos mientras bailamos al ritmo, como si estuviéramos en una fiesta de los tambores de San Juan; otros muestran cierta preocupación, y hablan de las arbitrariedades de Trump, pero también se presentan los que parecen, que les están haciendo cosquilla, ya que, la satisfacción es muy grande, porque ni siquiera un miserable deportado de los Estados Unidos, siente pena, porque vive pensando, que de producirse una invasión le garantiza su regreso para seguir buscando su "sueño americano".
El principal argumento para exhibir parte del poderío militar naval y algunas piezas aéreas, que van y vienen a posarse frente al mar caribe, es la supuesta lucha contra el narcotráfico; cuento por demás trillado, pero no lo habían utilizado de la manera como lo están haciendo con nuestro país en este momento, porque albergaban algunas esperanzas, con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, pero al ver la postura por demás patriota en defensa de su pueblo, enfrentando el escandaloso aumento de los aranceles y después la planificada incursión militar con el mismo pretexto –combatir el narcotráfico– no les quedó otra, sino buscar por otro lado y por eso se han ubicado en nuestras propias narices, convencidos del apoyo de la desvergonzada oposición venezolana, encabezada por la irracional pitiyanqui, María Corina Machado.
De esa referencia opositora, salen precisamente un grupo de trastornados pitiyanquis, que poco les importa, pisotear nuestro tricolor nacional, para lucir, como un turbante la bandera de los Estados Unidos. Esa es la razón, por el cual se dan casos, que lejos de asombrar, lo que dan es pena ajena. Un amigo, con quien hablo muy poco y de política absolutamente nada, pero las pocas veces, que nos vemos, siempre sale con sus enfermizos arrebatos en contra del presidente Nicolás Maduro, porque parece que su brutalidad la acumula en su pronunciada barriga, el cual va en consonancia con su comportamiento político, ya que, apenas me ve vomita una de las de María Corina ¡Ahora, si van a sacar al dictador, pero con los cañones!
Los gringos han venido sembrando, esa estrategia del poder por medio de la violencia al convencerse del apoyo popular del presidente Maduro; a su lado permanece una militancia cautiva por consciencia y dignidad dispuesta a defender la soberanía de la patria, a costa de los que sea. Por el otro lado, nuestro líder y presidente, no es cualquier desvergonzado surgido de las putrefactas aguas de la inmoralidad, donde se bañan la mayoría de los altos dirigentes, que en los últimos años han gobernado en USA, entre ellos el actual presidente, Donald Trump, quien se encuentra rebuscándose para poder salir a flote, cuando las leyes y la opinión pública lo señalan, como un círculo vicioso directo para continuar con la descomposición, desde la Casa Blanca y ni siquiera la bella Melania –la esposa– le sirve para esconder su pasado al lado del fallecido Jeffrey Epstein, quien murió en extrañas circunstancias, por lo tanto no se puede esperar nada, que en verdad enrumbe a ese país a la sana convivencia y deje a un lado las amenazas, algo inherente al imperialismo, señalado por el Libertador en plena guerra de independencia.
La acusación sin ningún fundamento por el descarado fabulador Barack Obama, al calificar a Venezuela, como una amenaza inusual, era para abrirle cauce a todos los atropellos, intimidaciones, chantajes y amenazas, como base para utilizarlas directamente, sin importarles la verdad de los hechos. La gran amenaza para los Estados Unidos, en estos momentos es el alto consumo de drogas, ya que, las estadísticas hablan de más de 30 millones de consumidores y la pregunta de rigor ¿Cómo van abastecer ese lucrativo mercado? Cuando en aguas venezolanas tienen un serio escollo, desde el mismo comienzo del proceso bolivariano, ya que, el combate ha sido de frente en contra de los traficantes y eso ha sido una bandera constante del gobierno, hasta llegar a decirle muy claro a la DEA ¡Chao pescao, es mejor solo, que mal acompañado! Apartaron a la DEA y los resultados se empezaron a verse de manera más fluida; por supuesto los grandes perjudicados son los traficantes y los consumidores de los EE. UU, lo que lleva de manera progresiva a una violencia, reseñada todos los días por los medios y por eso son capaces de fabular cualquier invento para preparar las invasiones, como hicieron con IRAK, para después disculparse, como si habían exterminado un nido de ratones.