Bolívar: entre el mausoleo y el manoseo, ¡nunca más!

Miércoles, 23/07/2025 01:52 PM

"…desarrollar una base doctrinaria y de acciones continuas e integrales para la edificación del bolivarianismo".

Presidente Nicolás Maduro

La Revolución Bolivariana que inició el Comandante Eterno Hugo Chávez significó en términos históricos el rescate del bolivarianismo como movimiento emancipador nacional y nuestro americano, desmontando la visión que redujo Bolívar a un ritual en el Panteón, plazas, efemérides costumbristas y algún que otro uso indigno desde las esferas del poder burgués constituido.

La Doctrina Bolivariana -en Venezuela- es el sustento constitucional de la República, además de ser un aporte nacional al pensamiento revolucionario mundial.

Hoy Bolívar no es un asunto vetusto, fuera de tiempo, aburrido como todo lo histórico, según pragmáticos y neoliberales. Es el hombre-símbolo de la gesta que hizo repúblicas. Sus ideas son un proyecto de sociedad por constituirse, con una geopolítica de liberación y una ética del humano deseable: una utopía por concretar.

La enseñanza, difusión y comprensión de la Gesta y la Doctrina Bolivariana son una necesidad urgente para: 1) Preservar la existencia de la nación en la cohesión de la ciudadanía por sentido de pertenencia a un colectivo de propósitos compartidos, 2) Para orientar las luchas emancipadoras actuales en materia de liberación nacional y derechos sociopolíticos para alcanzar y consolidar, 3) La proyección de una mejor humanidad como acto de fe (horizonte-esperanza), por un mundo de paz, justicia y equilibrio. hincado en la autodeterminación de los pueblos y la validez del derecho internacional consensuado.

Masificar el conocimiento de Bolívar, como pensamiento nacional revolucionario y movimiento emancipatorio por excelencia, debe ser la prioridad de la vanguardia del proceso de liberación venezolano, desde el Estado y el Partido.

En Bolívar encontramos el núcleo donde se fundan las narrativas sentipensantes que alimentan el mito fundacional de la venezolanidad; en el amasijo de todas las vertientes que se mezclan en el gentilicio, el bolivarianismo es, sin la menor duda, el componente que le da corporeidad y espiritualidad patria, el corazón en torno al cual vamos adhiriendo todos los demás materiales que forman la complejidad específica de lo venezolano.

Pero el alma, ese éter que lo permea todo dotando de espíritu lo colectivo y haciendo segregar la savia que nos hace árbol existencial, con historias que contar en cada rama, en cada hoja, y, sobre todo, en cada raíz gloriosa, esa armadura almática, está forjada en el hierro eterno de la Gesta y la Doctrina que nos legó el Libertador.

Algunos venimos sosteniendo la defensa del Libertador Simón Bolívar frente a una campaña transnacional financiada desde los imperialismos, con las agencias de los Estados Unidos y la monarquía española, más las oligarquías cipayas, apostando duro a cualquier producción cultural que desacredite a nuestro héroe y guía ideológico. Porque ésta es una feroz batalla cultural que ganaremos si congregamos al pueblo trabajador en el mismo credo.

Debemos advertir, sin embargo, que, al genial Bolívar guerrero, político, estadista, no lo vencieron los enemigos frontales en la guerra; Terminaron derrotándolos quienes simularon ser de su misma causa, desde las oficinas capitalinas y los círculos donde las camarillas de manos suaves y trajes planchados, fomentaron jugarretas para completar la muerte política, moral y física del Libertador. Luego plagiaron su prestigio atrapado entre mármoles y poses, para aprisionarlo entre el mausoleo y el manoseo.

No deberíamos permitir el escenario donde se forme una élite, siempre astuta, calculadora y sigilosa, a veces modosita, con "luz verde" para hacer y deshacer, que, en nombre del propio Bolívar, bajo livianas sugerencias, como quien quiere y no quiere, le vayan quitando Bolívar al pueblo y el pueblo a Bolívar.

Lo creo y lo digo directo, sin temor a ser tildado de sectario: el pueblo bolivariano es la reserva moral de la Revolución Bolivariana, y ésta, a su vez, es la única garantía de la existencia soberana de la República de Venezuela.

Sólo tenemos que echar una ojeada a la situación internacional (como lo hacía Bolívar en cada análisis estratégico que nos legó), para saber lo que enfrentamos en materia geopolítica, con el imperialismo estadounidense replegando sus miras hacia nuestro continente. Entonces no es un anhelo chauvinista mi llamado urgente a bolivarianizar nuestra sociedad para que haya Patria Eterna.

¿Qué quiero decir con bolivarianizar? Debo aclararlo, porque seguro saltarán como cotufas las derechas a acusar la imposición de un dogmatismo bolivariano, y, de otros lados del alto clero historiográfico, me señalarán de incurrir en el pecado mortal del "culto a Bolívar". No temo esas descalificaciones, y estoy listo para debatir el asunto. En Venezuela ya existe -y muy acendrado- un culto a lo colonial, aunque lo disfracen de sincretismos. (Con el derecho a libertad de cultos no me meto, porque está garantizado en la Constitución, y yo no estoy hablando de religiones)

Estoy planteando cultivar el bolivarianismo, hacer al pueblo culto en Bolívar y toda nuestra Gesta de Emancipación, para que se fortifique el eje cohesionador de la nacionalidad. ¿Por qué? Porque sin mito fundante no hay Patria-Matria, no se consolida el sentido de pertenencia a un colectivo que es más que un territorio, tres símbolos, y algunas tradiciones.

Las instituciones deben ser soportes y ejecutantes, pero no generan esa confraternidad. Sólo las naciones con una sólida mitología histórica compartida por el pueblo, son capaces de resistir y vencer la voracidad de los imperialismos, su estrategia disgregadora, divisionista, fragmentadora.

Todos los países que fuimos formados a partir del dominio colonial, padecemos esa debilidad de origen. Venezuela -por excepción- tiene una fortaleza inédita, un privilegio histórico: ser la matriz de una épica generadora de independencias, con un líder que Reunión en sus capacidades virtuosas: ser el jefe político-militar, proponente de una Doctrina integral para la emancipación de los pueblos, que trascendió el tiempo convertido en icono de los valores más preciados de libertad y lucha contra la opresión.

Lo he dicho de otra forma: los países que pierden conexión con su ancestralidad son presa fácil de intereses foráneos. El mundo vive actualmente un proceso de reacomodo de fuerzas, donde los imperialismos pretenden recolonizar y forzar un nuevo reparto de los recursos del planeta y más allá.

Esta realidad nos establece a la vista cotidianamente. El arraigo palestino versus la maligna leyenda del "pueblo elegido", y la instrumentalización imperialista de éste, contra la fe profunda que una la nación iraní, dando una lección universal de dignidad. El mito supremacista del "destino manifiesto" exacerbado por Trump, frente a la milenaria cultura china que reivindica con orgullo su victoria de 1949 bajo la dirección invicta del Partido Comunista.

La falta de formación de la población sobre esa raíz que es fuente de existencia, razón de unidad y sostén del porvenir, es una condena para la República.

En grupos que se autodefinen estudiosos de la historia desde una perspectiva comprometida, se dicen cosas como "a Bolívar no se le puede creer todo lo que dice", mientras prestan a autores abiertamente antibolivarianos; o afirmar que "hay un exceso de conmemoraciones a Bolívar", a la vez que se exaltan personajes que fueron acérrimos oponentes del Libertador, quienes llegaron a calumniarlo, execrarlo, y hasta intentar asesinarlo.

Por eso cuando hablo de bolivarianizar la venezolanidad, estoy proponiendo la masificación del empoderamiento de nuestra Historia Patria y la Doctrina Bolivariana en el pueblo todo. No basta dejarle la "tarea" a grupos que se suponen garantías o custodios del bolivarianismo. He alli el error. No se puede encerrar el espíritu nacional en una "junta de panas". La burocracia académica o se mata a chismes, o se soba, se "asocia", para controlar espacios de poder y autocomplacerse. La mediocridad es adictiva y prepara terrenos para que se instalen monopolios u oligopolios del protagonismo opinativo, donde pulula el "peroísmo", esa rama intelectual de "críticos" que luego de torear el debate para disimular su ignorancia del tema bolivariano o su antibolivarianismo taimado, siempre concluyen: "pero tenía equis defecto, era un ser humano". ¡Hallazgo sorprendente!

Es urgente formular y poner en práctica un Plan Nacional para Bolivarianizar y Descolonizar la venezolanidad; Esto es, poner todo el aparato educativo, comunicacional y de gestión cultural en sintonía con el objetivo supremo de retomar, reinstalar y reposicionar el bolivarianismo como elemento cohesionador de la ciudadanía y el gentilicio: ese sentido de pertenencia a una estirpe que puede.

El Estado asume la rectoría del Plan desde su concepción, formulación, elaboración y desarrollo, pero en unidad indisoluble con el pueblo en movimiento. La población en general debe ser tocada por este Plan, priorizando la colectividad educativa en todos los niveles, docentes y estudiantes de primaria a la universidad. El sistema de medios públicos debe ser abordado plenamente en el Plan para que se convierta en actor multiplicador del mensaje, junto a la gestión cultural como gran organizadora, difusora y movilizadora. Las instancias del poder popular deben sentir la vibración de una campaña envolvente e iluminada, que los convoca, incluye y empodera.

La metodología es muy sencilla: ver a Bolívar desde Bolívar, para hacernos cultivadores de Bolívar después de Bolívar. En la fase de comprender a Bolívar desde Bolívar, encontraremos la Doctrina Bolivariana, y como sembradores de Bolívar, seremos una comunidad hacedora del bolivarianismo como sistema de valores que sostienen una renovada e indestructible venezolanidad.

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