Cáscara Amarga 578
El qué dirán
El qué dirán, son tres palabras que encierran la opinión de la gente, que contiene el enjuiciamiento del entorno, que embarga la preocupación por la imagen, quiere decir las formas sociales, indica a las convenciones sociales, expresa a las opiniones de los demás, señala y sentencia la oportunidad de algo, expresa algún motivo, indica una murmuraciones que cohíbe los actos, el qué dirán, expresa un conjunto de opiniones desfavorables. Y, el qué dirán, ha de ser contenido que contiene el continente el qué dirán y el qué no dirán, de la forma del ser y no ser, del modo de natura y persona, de la forma de lo consciente y lo inconsciente, de la forma del exceso y el defecto, de la forma lo concreto y lo abstracto, del modo de lo excluso y lo incluso, del modo de la tendencia y la trascendencia, de la manera de lo favorable y lo desfavorable, de la tesis y la antítesis. El qué dirán y el qué no dirán, contenidos que contiene el continente de los casos correlativos límite contradictorios caliginosos. Es de los aspectos armónicos límbicos antagónicos ambiguos, lo que indica que ha de tener y contener al medio maleoiano profundo, y que expresa que ha de haber, entre el qué dirán y el que no dirán, equilibrio dinámico dialéctico difuso. Agora ahora hogaño, si una de las partes, uno de los aspectos, uno de los casos, priva, prevalece, por ejemplo el qué dirán, el conjunto de opiniones de afirmaciones desfavorables, esto ha de conllevar al desajuste entre lo consciente y lo inconsciente, al desequilibrio entre natura y persona, el fiel de la balanza ha de estar desviado, aparece el fiel fidedigno desbalanceado. Y, el remedio entre la consciencia y la inconsciencia, entre el qué dirán y el qué no dirán, ha de estar en el medio maleoiano profundo, en que se consigue y ha de estar la resolutiva optimalidad pretendida, el mejor resultado esperado, la mejor respuesta deseada. La mejor respuesta deseada, entre el dolor y la alegría, entre el samsara y nirvana, entre lo hermoso y lo horrible, ha de estar en lo que Buda llamaba el medio mejor camino, la síntesis de lo sintético sincrético ecléctico. La mejor respuesta deseada, ha de estar en lo que Heráclito llamaba la tensa armonía simultánea contradictoria, la unidad de contrarios y la lucha antagónica equilibrada. Y, Heráclito decía que había que margullir en la catedral catacresis y en el templo oxímoron cleuasmo quiasmo río heraclitoiano, en que un río no es dos veces el mismo río y es el mismo río las dos veces. Y, Heráclito decía, y hablaba de las plurales palabras pareadas paradójicas, el ser y el no ser, el descendemos y el no descendemos, el somos y el no somos, el amor y el odio, la guerra y la paz, la justicia y la injusticia, la vida y la muerte, la luz y las tinieblas, el comienzo y el fin, la mortalidad y la inmortalidad, lo humano y lo divino. Cuando se manifiesta por demás el qué dirán sobre el qué no dirán, se asoma el problema, el tema, el teorema, el dilema el entimema, aparece el truco truncado trancado, aparece la manipulación el embuste y la proyección, la persona está enferma y solo y sólo vive del qué dirán.
Con digresión y sin digresión, el qué dirá, hay que combatirlo con equilibrio entre lo consciente y lo inconsciente, combatirlo con el equilibrio entre el qué dirán y el qué no dirán. Esto pareciera sencillo, y, mas y más, cuando en la persona que no dendrita bien con las dendritas, que han de estar en desequilibrado fiel fidedigno balanceado. La persona no consigue su punto crucial decisivo detrás de su nariz, en donde confluyen todos los sentidos en que ha de estar la salvación en donde ha de estar la cura del cuerpo y de lamente, como el eslogan del deporte venezolano, cuerpo sano y mente sana. El laboratorio corporal humano está por encima del laboratorio corporativo transnacional, esta produce los medicamentos que le produzcan capital, y el laboratorio corporal humano produce el remedio en el punto crucial decisivo para cubrir una necesidad y una insuficiencia. Y, el punto crucial decisivo ha de ser el equilibrio entre el qué dirán y el qué no dirán.
Con divagancia y sin divagancia, el qué dirán, no es una expresión vaga, es una expresión poderosa, sobre la persona víctima del qué dirán. El qué dirán, ha de llevar desenlaces fatales, y, todo por la falta del punto crucial decisivo corporal humano que no está en equilibrio, entre el cuerpo y la mente. El qué dirán, jamás de los jamases, ha de desajustar a una persona equilibrada y bien plantada firme, contornada en el medio maleoiano profundo de lo consciente y de lo inconsciente. El qué dirán, no ha de afectar a una persona, entre natura y persona, que contorna limbica y limita en su propio yo profundo, en su yo interior profundo. El propio yo profundo, el yo interior profundo, el medio maleoiano profundo Maleo 2001, ha de ser materia de Estado, endenantes, ha de desarrollarlos tanto como el desarrollo de la inteligencia, tanto como el desarrollo de la voluntad, tanto como el desarrollo de la libertad, tanto como el desarrollo de la responsabilidad, tanto como el desarrollo de la sociabilidad, tanto como el desarrollo de la sensibilidad, tanto como el desarrollo de la espiritualidad, tanto como el desarrollo de la filosofía de las 4E de Maleo 2001, la filosofía del entendimiento y la estética ética espiritual, y, endespués, decir a voz en cuello: ¡Al carajo el qué dirán!
Con concordancia y sin concordancia, el qué dirán, mata, si no existe el equilibrio entre la vida y la muerte, entre natura y persona. El qué dirán, ha de estar prevaleciendo, mas y más, en la mortalidad que en la inmortalidad. El qué dirán rompe todos los equilibrios. El qué dirán, golpea al medio maleoiano profundo, aporrea al cri cri de las margaritas de don Federico y al ojo de don Francisco. El qué dirán hay que educarlo, entre la escuela y la antiescuela, entre el consciente y el inconsciente. Al cuerpo sano y a la mente sana, el qué dirán no le gana.
Si el qué dirán golpea al medio maleoiano profundo. Entonces sea dicho que el qué dirán aporrea al ojo de don Francisco y al cri cri de las margaritas de don Federico. Ergo vergo sea dicho que el qué dirán, no ha de afectar a una persona, entre natura y persona, que contorna limbica y limita en su propio yo profundo, en su yo interior profundo, en su medio maleoiano profundo, en su punto crucial decisivo. Ergo vergo sea dicho que entre la escuela y la antiescuela, entre el consciente y el inconsciente hay que educar al propio yo profundo, que amaine al qué dirán, que con el cuerpo sano y la mente sana el qué dirán no gana ¡Al carajo el qué dirán!
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