Además de eso, el maltrato de las autoridades...

#ObservatorioDeLaCalle Pueblos llaneros al tope de lo que pueden soportar con los precios, servicios y combustible

Caserío rural en la periferia de Libertad, municipio Rojas del Estado Barinas. Los rigores de la crisis son tremendos en los poblados del interior del país.

Caserío rural en la periferia de Libertad, municipio Rojas del Estado Barinas. Los rigores de la crisis son tremendos en los poblados del interior del país.

Credito: Aporrea

Contactos residenciados en poblaciones rurales de municipios del Estado Barinas, reportan una situación extrema con el surtido de gasolina,  que impide las actividades económicas asociadas a la producción y distribución de alimentos, así como otras elementales para la vida cotidiana. Eso para quienes no tengan la posibilidad de disponer de varios salarios mínimos ("bajo cuerda") para echarle algo a los vehículos o que no esté a su alcance la posibilidad de pagar, "por la medida chiquita", 3 dólares a funcionarios que controlan las colas de suministro.

Lo que está sucediendo, según informan habitantes de la zona, hace que empiece a escasear la comida que, aunque fuese abundante, de todos modos se hace inalcanzable para los ínfimos salarios e ingresos que puede obtener la gente del pueblo por su trabajo. Para el consumidor de las clases populares ya no tiene sentido si se trata de precios "acordados" o "controlados", porque con los precios como están desde hace meses o años, ya los productos vienen siendo un objeto prohibido con la tremenda precariedad salarial o económica en que se encuentra hundida la gran masa laboral del país, así como quienes laboran en el sector informal.

A este "karma" se añaden las fallas recurrentes en los servicios esenciales. Por ejemplo, en el municipio Rojas de Barinas, han tenido que pasar  a menudo varias horas seguidas sin electricidad un día tras otro. Esto -nos dicen- "en tiempos de pandemia, es fatal, porque hay hospitales como el Dr. Manuel Heredia donde tampoco han podido encender la planta de emergencia, por falta de combustible". En los últimos días, después del 23 de abril han dicho que "gasolina ya no hay".

Todo ello se mezcla en un insoportable "coctél Molotov" de carencias, a las que se suma a menudo la falta de agua, de gas y de comunicación telefónica e  Internet, de manera concurrente, en múltiples ocasiones. Los alimentos que necesitan ser refrigerados se dañan y encima sólo pueden salir a comprar antes del "toque de queda" que les ha sido impuesto desde la 1:00 PM, según informan parroquianos de esa región llanera.

Mientras se recibía el reporte la comunicación telefónica con pobladores radicados en la localidad de Libertad, el contacto telefónico se cortaba a cada minuto, por lo que para completar las conversaciones con uno de los reporteros populares y con su señora madre, hubo que realizar al menos 20 llamadas interrumpidas al cabo de unas pocas frases. Otros enviaron mensajes de texto, por no poderse sostener conversaciones telefónicas.

Campesinos y productores consultados dicen que no terminan de entender "cómo las cosas pueden haber cambiado tanto así", especialmente después de la muerte de Hugo Chávez, pues recuerdan bien haber tenido días más prósperos y, sobre todo, de esperanza. Ahora, no sólo ven arruinadas sus economías, sino su fe en el futuro, y sienten que se están jugando la vida todos los días con sus familias, pero no por el coronavirus.

De paso, no comprenden la manera como se administran las restricciones por parte de las autoridades en la cuarentena ni los criterios usados en el racionamiento del combustible. Se quejan, además, de que dichas autoridades "se sienten con licencia para atropellar al ciudadano común".

Comentó un Pastor evangélico, de nombre Juan Pérez, mientras atendía un fogón encendido a leña en el patio de su casa para cocinar, por la falta de gas, que teniendo hijos pequeños, "cada vez es más cuesta arriba poder alimentarlos".

En el transcurso de los últimos tres a cuatro días -nos reporta un integrante de la Fundación Jehová Yiret que monitorea la situación socioeconómica del pueblo- los precios de los productos de primera necesidad han dado un salto muy notable: un paquete de arroz que el día 23 de abril costaba 180 mil Bs, el domingo 26 estaba en 210 mil; una harina de maíz amarilla pasó de 190 mil a 280 mil, para tener alguna referencia. Una botella de aceite Vatel está costando 900 mil Bs; una bolsa de detergente para lavar, de 400 gr está en 450 mil Bs; medio litro de cloro cuesta 180 mil Bs.

Incluso los precios de los rubros producidos localmente como zona ganadera y lechera, que deberían ofrecerles alguna ventaja, están también sumamente altos para el salario de un trabajador o trabajadora, así como de la gente que realiza trabajitos por cuenta propia, por lo que "hace ya bastante tiempo que están inaccesibles":  1 kg de carne está entre 450 y 500 mil Bs; 1 Kg de queso les cuesta Bs 600 mil. El litro de leche de vaca, al natural, lo consiguen a Bs 50 mil, al día de hoy, pero con los ingresos de la clase trabajadora y campesina son pocos los vasos que un niño o niña se podría tomar.

Esto contrasta, de manera inconcebible y sumamente dramática, con el valor asignado al trabajo, cuando para comprar ese Kg de queso de 600 mil Bs, el trabajador o trabajadora tendría que reunir el salario de más de dos meses. Matemáticamente y humanamente, esto sólo tiene un nombre: ¡Hambre!

Así es la realidad cotidiana en lugares como Libertad, Dolores, Santa Rosa, Sabaneta... en Barinas y en la mayor parte del territorio nacional. Por eso las poblaciones están al tope de lo que pueden soportar.

 

 

 



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