Berna Menezes (Brasil): la Constituyente es prueba de que la izquierda tiene que creer en el instinto de clase del pueblo trabajador

Berna Menezes

Berna Menezes

17 de agosto de 2017.- Conversación con Berna Menezes, de la Dirección Nacional del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Brasil.

1. Compañera Berna, cómo describirías la situación de Brasil en estos momentos, a un año del golpe de estado contra Dilma Rousseff?

La situación de Brasil es caótica en todos los sentidos. Las elites del país tienen consenso en implementar todas las reformas posibles. Desde el corte en el presupuesto, la prohibición de inversiones en las áreas sociales que estén por encima del techo de gastos, las Parecerías Público Privadas – PPPs – con el objetivo de entregar el patrimonio del Estado a sectores de la burguesía, tornar imposible el acceso a la Providencia Social Pública, la restricción de los derechos laborales que fueron conquistados hace más de 60 años y que estaban garantizados por la Consolidación de las Leyes Laborales (CLT). Este consenso burgués se suma a la profundización de la crisis económica del país, donde tenemos más de 15 millones de personas sin perspectiva de volver al mercado de trabajo con algunos derechos debido a las medidas de desmonte de la legislación laboral.

Estamos viviendo una verdadera guerra civil en contra de las poblaciones pobres de Brasil que viven en las favelas y periferias de las grandes ciudades. En el año de 2014, tuvimos 56 mil homicidios, ya en el año de 2015, esos datos llegaron a las 88.383 muertes violentas con armas de fuego, números que se siguen ampliando debido a la acción de los órganos de represión del Estado brasileño. Entre los años de 2011 y 2015, el número de asesinatos llegó a casi 280 mil muertes (278.839). Esto es superior a las víctimas de la guerra en Siria que, en el mismo período, contabilizó 256.124 personas asesinadas de acuerdo con el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos.

Esa escalada de la violencia es parte de la lucha de clases en Brasil. Un país periférico del capitalismo mundial y que tiene mucha riqueza concentrada en pocas manos. Datos de la Receta Federal de Brasil, indican que 27 mil familias viven de renta invertida en papeles del Tesoro brasileño. Un verdadero agiotaje que lleva a la subida de los intereses haciendo con que el país siga como el campeón de intereses entre los demás países por años consecutivos independiente de la crisis financiera mundial y de los bajos niveles de los intereses en el mercado mundial.

En este período después del golpe parlamentario que sacó Dilma Roussef de la presidencia, las ideas neoliberales ganaron fuerza y con ellas una cohesión más grande de las fuerzas reaccionarias y conservadoras de la sociedad brasileña. La elite retomó su espacio para garantizar sus privilegios, la concentración de renta, la exención y ocultación fiscal y mucha corrupción.

2- ¿Cómo ve el movimiento obrero y popular al gobierno de M. Temer y sus medidas?

Primero es importante resaltar que la reestructuración productiva y la ubicación de Brasil en la división internacional del trabajo fragilizan demasiado al conjunto de la clase obrera. Datos de la FIESP (Federación de las Industrias de São Paulo) apuntan que, en la década de 1980, la industria brasileña representaba 27,2% del PIB nacional y que, en el año de 2014, estaba debajo de 10,8% y sigue cayendo.

Eso debilitó mucho el poder de los trabajadores. Pero, nunca está demasiado repetir que lo determinante en la economía son las opciones políticas que los gobernantes adoptan y, siendo así, las políticas asumidas y defendidas en los 13 años de gobiernos del PT (Partidos de los Trabajadores) desarmaron al proletariado brasileño. Desde el 2003, la política de conciliación de clases implementada por el gobierno presentaba Brasil como un país de un único pueblo, que no tiene conflictos de clases, como si no hubiese una concentración de renta brutal, como si la miseria y pobreza hubiesen desaparecido en un parpadear de ojos.

Todo eso, hizo con que la correlación de fuerzas, que estaba en favor de la clase trabajadora, fuera, poco a poco, invirtiéndose en favor de la burguesía rentista y del negocio agrícola. Además de esos factores, estos años de gobierno del PT creó una fisura en el movimiento de los trabajadores. La principal central obrera del país – la CUT – fue debilitada con la ruptura de sectores que, actualmente, construyen las centrales Conlutas, CTB y la Intersindical. La toda poderosa CUT de antes, ya no existe.

Sin una dirección política y numéricamente menor, el movimiento obrero encontró una mayor dificultad para organizar una reacción contundente contra el golpe institucional que destituyó a Dilma y que implementa uno de los más grandes ataques a la clase obrera brasileña. Las dificultades son enormes, pero eso no significa que no haya reacciones de sectores de la clase trabajadora, de empleados públicos y de los sectores del movimiento popular, como quedó claro en las dos huelgas generales y la ocupación de la capital, Brasilia, en el primer semestre de este año. Entre los sectores sociales que luchan y se movilizan, los trabajadores sin techo son la vanguardia de la resistencia, juntamente con los estudiantes y la juventud en general.

3- ¿Cuál es la situación de la izquierda brasileña, cuánto ha afectado las acusaciones de corrupción contra la dirigencia del P.T., y cuál es la perspectiva de PSOL a mediano plazo?

Podemos tratar de ese tema dividiéndolo en dos momentos: antes del PT llegar al gobierno federal y tras el golpe parlamentario. La izquierda brasileña acumuló mucha fuerza social y cohesión hasta la llegada de Lula a la presidencia de la República en el 2002. Las perspectivas electorales y la capacidad de resistencia del proletariado brasileño mantuvieron la unidad de todos los sectores de izquierda en un único bloque. Pero con la llegada de Lula al gobierno, ya en las primeras medidas, quedó la clara opción por la conciliación de clases y la ausencia de un proyecto de transformaciones estructurales y eso hizo que diversos sectores de la izquierda abandonasen el proyecto de la Frente Popular y buscasen un nuevo proyecto.

Así nace el PSOL, un proyecto que todavía está en gestación y tiene muchas debilidades pero va ganando espacio en diversos sectores de la sociedad y, en ese momento, gana un refuerzo con la llegada de una importante organización que rompió con el PSTU.

Actualmente, importantes sectores del PSOL, del PT, de la ruptura del PSTU, juntamente con Guilherme Boullos del MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo), sectores de la iglesia y muchos otros individuos e intelectuales estamos organizando un proceso muy rico de debates sobre el futuro de la izquierda y un proyecto de país. Guilherme Boullos, dirigente del MTST y del Frente Pueblo

Sin Miedo, tomó esa iniciativa y viene construyendo diversas articulaciones con el intuito de buscar nuevos caminos para la izquierda brasileña y para el país. Esa iniciativa tiene como presupuesto la comprensión de que hubo un golpe en el país y que es necesario hallar salidas para el periodo tras el "Lulismo", entendiendo el Lulismo como un proceso de conciliación de clases en que nuestra clase perdió espacio para la clase dominante justamente cuando Brasil tenía en el gobierno un personaje oriundo de nuestra clase, un ex obrero, exsindicalista y fundador del Partido de los Trabajadores.


4. Usted, al igual que otros dirigentes de su corriente firmaron dos declaraciones conjuntas internacionales respaldando la Asamblea Constituyente en Venezuela, ¿Por qué razones firmaron?

Yo mismo viviendo en el extremo sur de Brasil, tuve la oportunidad de visitar Venezuela y mantener contacto con lo que pasaba en el país durante los años de gobierno de Hugo Chávez. Participé como observadora internacional durante el plebiscito del año 2007 y estuve en el Foro Social Mundial en el 2006. Mi hija, Bruna Menezes, trabajó en Telesur durante 4 años y juntas participamos de actos y manifestaciones por las calles de Caracas. Visitamos los barrios y conocimos algunas Misiones que fueron implementadas por el chavismo.

Nosotros creemos que los años de avances de las fuerzas progresistas en Latinoamérica, experiencias que intentaron garantizar un mínimo de soberanía nacional y de defensa de las riquezas naturales de la región, – gobernantes como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y, en menor grado, los Kirchner en Argentina, Fernando Lugo en Paraguay y Lula en Brasil – generaron un gran incomodo a las elites regionales e indignaron al imperialismo estadunidense.

Por todo eso, nos parece imposible ver el golpe en Brasil y no ver lo que está pasando en el país vecino. Respetando las diferencias en cada región, todo hace parte de un mismo gran proceso: el golpe de Honduras en 2009; la deposición de Lugo en 2012; los intentos golpistas en contra de Rafael Correa, en Ecuador, y de Evo Morales, en Bolivia, fueron reacciones combinadas y apoyadas por el imperialismo estadunidense. Durante el proceso de la derribada de Dilma Roussef, pudimos ver el protagonismo de los sectores más conservadores y de derecha de la sociedad brasileña que actuaban no solamente en contra de la presidenta brasileña, sino también en contra de toda la izquierda y el movimiento sindical.

Fue como si la derecha estuviera despertando, ganando más conciencia de clase y, automáticamente, una rabia en contra de todo que se identificase con la izquierda. La campaña contra los médicos cubanos fue parte de ese indigesto golpe reaccionario con connotaciones fascista. Después de vivenciar ese cuadro, quedó más fácil reconocer los métodos del enemigo de clases en la Venezuela bolivariana. No podríamos dejar de posicionarnos contra la derecha, la MUD y la campaña internacional orquestada por los medios pro imperialistas. Maduro presentó la propuesta de la Asamblea Nacional Constituyente entendiendo que era una oportunidad imparable para el pueblo venezolano. En Brasil, durante los 13 años de gobierno del PT, Lula y Dilma jamás consultaron la opinión del pueblo o llamaron la población para ayudar a gobernar el país, mientras el chavismo, no sólo ha llamado, sino como ha ganado 19 de las 20 veces que convocó el pueblo para deliberar y hacer política.

El resultado de la Constituyente es la prueba de que la izquierda tiene que creer en el instinto de clase del pueblo trabajador. Maduro, con todas sus debilidades, llamó el pueblo y, hasta ahora, ha salido victorioso.

Nuestra posición en relación al primer Manifiesto no se extiende a las futuras acciones de Maduro, ya nuestra defensa de la Asamblea Constituyente está impregnada de optimismo de que este espacio adopte medidas que avancen para un mayor control de la economía por parte del Estado y que enfrente la especulación financiera y el boicot económico por parte de los sectores burgueses que apuestan en el caos social. Esperamos que la socialización de las medidas económicas sean ampliadas y que se profundice la democracia directa para que el pueblo participe más de la política y pueda definir su futuro.

5. ¿Cómo se ve en Brasil el debate entre organizaciones y personalidades de izquierda que se han dividido respecto a la crisis venezolana?

Podemos afirmar que la izquierda brasileña está dividida en tres sectores. La posición que nosotros reivindicamos considera el proceso y sus dificultades, así como las debilidades de los individuos que están delante de esos procesos, como es el caso de Maduro. Nosotros creemos que es importantísimo considerar las disputas geopolíticas que están por detrás de cada movimiento.

Hay un segundo sector de la izquierda, que evaluamos como bien minoritario, poco dialectico y que saca sus políticas y conclusiones basado en el sentido común construido por los grandes medios. Trágicamente, son sectores combativos, pero que en ese periodo parece que han abandonado una "análisis concreta de la situación concreta", para hacer eco a una "democracia" en el abstracto y en una justicia formal, sin identidad de clase.

El tercer sector de la izquierda, que se identifica mucho con el "petismo", prefiere abstenerse de comentarios por miedo de ser juzgado como el defensor de una "dictadura chavista". Ese último sector es amplio y tiene su estrategia direccionada hacia los procesos electorales, tras sufrir un golpe que pasó por encima de los más de 53 millones de votos que eligieron a Dilma para gobernar el país.

6. En una perspectiva general, ¿Qué opina sobre la contraofensiva de la derecha mundial encabezada por el presidente norteamericano, Donald Trump, y cómo debemos responder?

Donald Trump es un verdadero "bombero loco" que lanza gasolina en el fuego. Por detrás de ese personaje tenemos la más brutal crisis del sistema capitalista que ahora tiene un agravante: el imperialismo estadunidense puede hacer mucho, pero no todo. Sus principales adversarios, Rusia y China, son potencias atómicas. China, mismo estando un poco más atrás es una fuerte concurrente para asumir el rol central del sistema capitalista.

No vemos que sea tranquilo para Trump hacer una contraofensiva. En los países de Europa, de forma embrionaria, surgieron sectores que podemos llamar de nueva izquierda. En las elecciones de EEUU surgió un Bernie Sanders con posiciones muy progresivas de llevarnos en cuenta que él estaba disputando la presidencia de la Republica de los Estados Unidos. Su enfoque fue Wall Street, los 1 % en contra de los 99%. Ese debate tiene un carácter socialista y educativo que va evolucionar en los próximos meses en el calderón llamado Estados Unidos de América.

La ofensiva de la supremacía blanca, con Ku Klux Klan, más do que la influencia de Trump es un resultado de la crisis económica. Eso no quiere decir que los discursos de Trump no estén fortaleciendo grupos fascistas por todo el mundo, el problema es que el espacio para el fascismo clásico es muy pequeño sólo si se trata de un nuevo tipo, pues el contenido del fascismo que llevó a la segunda guerra mundial tiene un alcance restringido y hasta puede desarrollarse en EEUU, Rusia y China, pero en los otros países la interdependencia es muy grande. Pero lo fundamental en la lucha de clases contemporánea es que China y sus acuerdos con la Zona del Euro dejaron EEUU aislados. Son los acuerdos con Rusia y su rol en los países de África.

Los Estados Unidos de Trump tendrán dificultades hasta mismo en cumplir sus amenazas en Corea del Norte y la invasión de Venezuela. Eso no significa decir no podrán hacerlo pero los estrategas estadunidenses saben que el sentimiento anti-estadunidense todavía es muy fuerte debajo de la frontera.

No tenemos dudas de que la solidaridad y campañas de denuncias y esclarecimientos en todos los países se hace necesario para que nos contrapongamos a la ofensiva de los medios sobre todos los pueblos. Una ofensiva que utiliza todos los medios para manipular la opinión pública contra cualquier intento de independencia de los pueblos.



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