¿Por qué insisto?

El pusilánime de hoy

Enrique Mendoza ¿por qué se ríe del pueblo venezolano especialmente de los caraqueños?

Aceptará que es un cobarde, porque después que atentó contra el gobierno que ese pueblo se había dado legítimamente, ahora viene con sus ideas macabras, con su cara de efebo devaluado con su gorrita de ridículo vejete, con su rostro de yo no fui a querer sembrar sus ideas malolientes, sus viles componendas en busca de una puesto en la AN, la misma que disolvió el gobierno del cual fue parte: el de Carmona.

Actúa como un infeliz cobarde. Por que un hombre que tenga dos esféricas dentro del escroto no hace eso. Se ríe de la política, se cree en la Cuarta República donde sus enfermedades hipócritas, sus abusos, sus problemas mentales, sus risitas y su figura de clown de Pub nocturno, eran partes de las orgías en los gobiernos adeco.copeyano.

Miren esos videos de la marcha que condujo Mendoza y los otros cobardes contra Miraflores en 2002 ¿no es una vergüenza para la política este hombrecito del pleistoceno? ¿No creen que sea bien irresponsable este golpista demodé para que se pueda confiar en él?

Un día llegará en que ni él, ni otros que actúen ajeno a la razón, podrán marcar sus huellas en el suelo de la patria venezolana, porque Mendoza representa la facha de un traidor, de un cobarde de un hombre sin dignidad…

Enrique Mendoza se vale de la demagogia, de la debilidad mental de los oligarcas que sólo piensan en bienes y raíces. Sobre todo las raíces donde están los pozos de petróleo, porque esa es su debilidad. Ellos lo acompañarán quizá en el grotesco regreso a la política, porque ellos son enviados del diablo a quitarle la fe divina al pueblo. Al pueblo dueño de la democracia mancillada, vapuleada, violada por este Mendoza y sus adláteres.

No es este el conductor idóneo, el aséptico guía que la sociedad busca para que dirija un trozo del timón al futuro en equis posición. Está el soberano ante una disyuntiva: o castiga, segrega, obvia, a quienes abusan con sus mentiras o sigue sin un horizonte fijo que traiga confianza vía al futuro. Estos especímenes como Mendoza que se mueven como ave en el espacio, no pueden tener Patente de Corso para que no se les castigue.

Aun la misma oligarquía que ha de darle algunos votos, debe pensarlo bien, porque quien es traicionero natural, nunca ha de vacilar ante la cruel mano del delito que lo llama. La oligarquía que piensa sabe quien es Enrique Mendoza: a ella le conviene un sujeto de esta calaña, pero, ¿qué pasará cuando los años lo saquen del tropel político? ¿Dónde ha de encontrar el sustituto si sabemos bien que “se hace camino al andar” y el mundo marcha incontenible a una simetría, donde el vandalismo no tendrá ni voz ni mando en la sociedad. Es hora de sacar a estos sujetos del núcleo político a ver si el camino se endereza de entuertos.

No hay en el cronista otra idea que no sea pedir que se limpie el agua que bebemos todos. Un castigo ejemplar para quien está acostumbrado a que juega con candela y nunca se quema porque el fósforo de la Ley está mojado desde hace años. Un parao a quienes ven en la política los cuarentas denarios que han de servirles para vender amores, están equivocados, porque no es posible seguir engañando sin que se les ponga un freno a sus diabluras. La historia es patética. Ellas nos enseñan. Si es que hemos aprendido una lección, entonces hagamos comparaciones: aquel traidor que vendió a Cristo se ha multiplicado: Mendoza tienen genes de él

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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