Muchachos y muchachas

“Juventud divino tesoro que fugaz eres”

En verdad quien escribe no encuentra como dirigirse a ustedes sin que lo vean como si estuviera en la maquinación psicológica de adoctrinamiento político. ¡No nada de eso! Mis panas, mis parroquias, mis yuntas! Soy un viejo y como se sabe para llegar ahí hay que haber pasado por esa juventud que ustedes tan maravillosamente exhiben hoy. No soy filósofo ni eunuco de partido político alguno: soy un venezolano que se siente maravillado de haber nacido en esta tierra.

Quiero decirles como el poeta: “cuando se tiene un hijo se tienen todos los hijos del mundo”. En verdad que la juventud aun siendo efímera nos controla esa etapa de la vida y nos mueve como una hoja ante la ventisca que ruge entre el bosque. En esa etapa de la vida, no sé porque razón solemos aislar algunos deberes que nos pide la tierra amada. La tierra y el universo donde pusimos los pies y los ojos por vez primera. Les digo que cuando uno llega viejo y se asoma por el horizonte de los años, entonces siente que allá, bien lejos, donde se doblega la policromía de la tarde, hay algo que nos pide cuentas. Y no sabemos responderle, porque no fuimos capaces de haber aprendido la lección.

Esa lección que habita en el espacio, en la geografía de la patria, cuando somos jóvenes no las leemos. Pasamos como ráfagas y cuando nos damos cuenta las letras se han hecho borrosas y comenzamos a utilizar lupas para encontrar lo que fue tan inmenso material y espiritualmente. Cuando nos alejamos de los deberes, nos acercamos a la angustia de voltear y no mirar nuestras huellas en el suelo: el suelo de Venezuela.

VENEZUELA es nuestra madre, hacerle daño, no quererla, no admirarla, no escucharla es cruel. Ella nos dio todo. Nos alimenta con sus riquezas y nos obnubila con su geografía… ¡qué angustia saber que es un gran mural pintado por un genio inexistente y que a veces ponemos los zapatos en ese lienzo, para dejarlo marchito y borrarle parte de su luz. Ella nos brinda todas sus materias primas y nosotros no las utilizamos si no para dañarla, prefiriendo lo que viene en cajas del exterior.

Es en este momento cuando ustedes, hijos de mi alma, deben obviar ( el imperativo es paternal) la fantasía creada por otros y se encierren a fusionar las propias; sus modas, sus maneras de vestirse, de peinarse, de cantar, de ser libre de los esclavistas que imponen. Es hora de que se den cuenta que son utilizados por las transnacionales que los visten de vallas ambulantes para la publicidad del as del tenis, del genio del automovilismo, de jonronero de turno y del atleta de los récord, para “que el futuro que se les anuncia no sea como el nuestro, el de hoy”. ¿Cuántos de esos atletas, respetables, cuyos nombres ustedes llevan en el pecho, en la gorra, en la ropa, serían capaces de lucir algo que diga “hecho en Venezuela”, ¿se pondría el campeón de Fórmula 1 un logotipo de equis empresa de gratis? Pero ellas lo usan a ustedes y ustedes van por ahí haciendo propaganda a quienes triunfan en vez de buscar sus propios logros…

Que orgullo saber que lo que uno usa es parte de nuestra inventiva, que maravilloso sería que esa palabra extranjera que suena en nuestra boca sea fonetismo de nuestro propio idioma. Que feliz sería ponerse unos zapatos que deslumbren con el brillo del país. A ustedes les pido que sean creativos, que forjen su propio destino con el corazón, con el respeto, con la genialidad que la tienen a chorretones. Ya basta de ser marioneta de otros. “Ser joven es tener la razón, levanta del suelo tu frente, alimenta contento una flor…llamada CREATIVIDAD.

aenpelota@hotmail.es


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

 legavicenta@gmail.com      @legavicenta

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