Desde ya, al embusterazo, como al banderillero, le vino de perla para foguear internacionalmente a sus paracos, el acceso de nuestros camioneros a territorio colombiano. Mientras los de allá entraban y salían a Venezuela como Uribe por su casa, a los nuestros los dejaron entrar hasta Pamplona para acorralarlos allí donde, sin misericordia, nos mataron uno, por lo que acá la correspondiente agremiación decidió no pasar de la línea fronteriza. Justo lo que se había propuesto la oligarquía exportadora encabezada por los traficantes de allá con sus receptores acá.
Sin embargo, en artículo “Camioneros sin Fronteras” (Quinto Día, 27-10-2000) sugerimos, para que “nuestro amigo Canciller, José Vicente Rangel lo proponga ante la Comunidad Andina… un transporte tipo… de enganche y desenganche en la frontera”. Lo factible de la sugerencia produjo el acuerdo. Pero, a las primeras de cambio, Uribe y la oligarquía, con la velocidad del rayo, habilitaron a la receptora de acá con tremendos “chutos” quinta rueda. ¿Nuestros choferes? Al coraje de la impotencia.
Pero ese coraje no resuelve. Luego entonces, en aras del equilibrio y la continuidad del intercambio, por requerimiento de los pueblos y sus trabajadores, otra proposición mediadora. El presidente Hugo Chávez en este caso, tiene el mango fronterizo en las manos, de este lado por supuesto, para ubicar “la playa” del mercado de intercambio comercial. Cerrar los viejos caminos de acceso a viejos almacenes fronterizos, por contaminación de distintos virus. Y que nadie se ponga bravo.
Las aguas del mar son caminerías. Y lo mismo que va y viene por la frontera caliente, puede ir y venir por las frías aguas. Allá Puerto Colombia, ahí mismito en el Atlántico. Aquí, Puerto Cabello en el mismo mar. ¿Gasolina? Con mucho gusto, y como una excepción venga y llévesela desde Puerto Cumarebo, y como regla, nuestra Venezolana de Navegación lleva y trae.
Patria, Socialismo o barbarie.