¡Basta de desperdicios!

Procesos latinos. Necesitamos un urgente despertar

Ya no es posible hablar como si todo fuera posible a la vez. El cuento de que el socialismo mora en el futuro mientras el capitalismo habita el presente, es una cruel realidad en nuestras revoluciones. Basta con darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor.

Solo consideremos Brasil, México y Argentina, los más grandes de nuestro continente, es verdad, contamos con la amistad de Lula y Cristina Fernández de Kirchner, con ellos los capitales y gestión norteamericanos en sus bancos, industrias livianas y pesadas, autonomias mixtas en las áreas alimenticias con los transgenicos y los bio combustibles.

Lula,  ya se va, prepara su reemplazo, una mujer, en quien deposita la continuidad de su gestión, leal amigo del proceso bolivariano. Argentina, perdió sus comicios legislativos, Néstor renuncio a la presidencia del partido, profundizan 2 años de crisis. Ni las asambleas argentinas y brasileñas lograron que Venezuela entre al MERCOSUR. México, el plan Mérida junto al TLC continúa con la paciente destrucción de la  ancestral soberanía de los mexicanos.

Necesitamos una urgente y nueva estrategia revolucionaria que supere la contradicción entre la madurez de las condiciones objetivas del proceso y la inmadurez del gobierno,  del proletariado y el partido.

Es imprescindible ayudar a las masas desde un partido progresista en sus luchas cotidianas. Es suficiente tiempo para que el puente construido una las reivindicaciones conseguidas y el proyecto socialista. Por supuesto, son reivindicaciones transitorias que parten de las situaciones actuales y de la poca conciencia de los sindicatos, obreros y estudiantes, conduzcan a una sola y misma conclusión. La conquista del poder por el pueblo.

10 Años de crecimiento social forjadas por el deseo revolucionario de mejorar las fuerzas productivas con todas sus consecuencias sociales, económicas y culturales. Necesidades que ya no están congeladas es cierto, pero tienen largos periodos de ciclos viciados por la burocracia y la ineficiencia política tapada por la integración energética promovida por Venezuela. Ayuda a agravar la situación interna, porque da la impresión de que toda esta bien.

En estos casos se han producido movilizaciones de mazas en torno a necesidades nuevas, cambios en el sistema educativo, en la salud, en la inseguridad, por el burocratismo y corrupción, necesidades de toda la población por diversificar la economía, como vendedores del cambio socio económico en Venezuela.

Pero la forma en que se presentan estas reivindicaciones es el resultado de 5 años de proceso, camino preparado para la transición y para la literatura de la nueva teoría socialista. Esto da un carácter todavía más oportuno e impactante a la consigna de la transición.

La planificación, la dialéctica, la oposición, y un PSUV progresista son tan importantes para el crecimiento revolucionario como la democracia. El progreso social ni la democracia serán jamás subproductos de la invención científica, aun cuando esta las obra, como en la actualidad. Un proceso revolucionario es un matrimonio vivo de derecha e izquierda, resultado de la evolución de las revoluciones.

Las revoluciones pacificas por la participación de toda la sociedad, es hoy mas que nunca, fuente irremplazable de fecundidad revolucionaria. Como izquierda estamos sumidos en una contradicción: Al mismo tiempo, el valor revolucionario es nuestra mayor dolencia. La participación de la oposición y la responsabilidad del cambio, rechaza la sociedad tal cual es, no podemos negarla de manera pacifica; obstáculo invencible, al parecer, en estos años.

Nos obliga a levantar utopías, fijar hitos lejanos, para la actuación diaria, tomando distancia con respecto a un presente que no nos satisface. Considerando sin embargo este presente, requerimos un brusco despertar, porque la derecha sigue un camino histórico, ya trazado, aun en crisis sobrevive, porque controlan el poder en las sociedades, dominan el mercado de los medios, del cine, de los libros, de la música, la TV, el Internet, sus detalles, los sistemas de educación, la tecnología civil y militar; es decir, controlan los canales por donde se trasmiten las  costumbres y se crean modelos de vida e ideas.

Inclusive nuestros nuevos aliados, China y Rusia, comparten esa relación con los estadounidenses y europeos; alianza por necesidad e interés político y económico, por el ritmo de transformación que la tecnología basada en el petróleo y el gas impone.

Sin embargo, la experiencia venezolana es la más adelantada de todos los procesos en Latinoamérica, nos permite sacar una conclusión elocuente y análoga: El crecimiento económico puede adaptarse a comportamientos sociales y a conceptos de civilización alejados del modelo norteamericano. El crecimiento es compatible con una gran variedad de comportamientos sociales y de comportamientos individuales.

No es que Venezuela nos invite a imitar sus estructuras sino a admitir un relativismo cultural que permita a cada país injertar en su propia historia las exigencias económicas de la industrialización y del progreso, con iniciativa y seguridad, consumos individuales y equipos  colectivos se impondrán por ser mayoría se construirá el equilibrio social requerido para ser una nación dueña de si misma, capaz de estampar su diseño en la construcción del socialismo.

Uno de los aspectos de este problema es la indiferencia con la que se  trata, lo que la convierte en costosa trama, desperdicio revolucionario, que tiene, empero, una fuerza singular de integración y multiplicación en los pueblos, siempre que el apoyo energético subsista y se planifique de mejor manera la nueva estrategia a seguir.
rcpuma061@yahoo.com  


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Raúl Crespo


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