En lo particular, compartí con ellos ideales, planes y acciones. Aprendí a ejercer la militancia orgánica en el Colectivo Alexis Lozano, organismo de base de la Juventud Comunista en la Universidad de los Andes Táchira y en la Opción 89, movimiento estudiantil de dicha casa de estudios donde ellos y otros camaradas me enseñaron que los revolucionarios debemos formarnos políticamente, convencernos de nuestra causa y ejercer la militancia con coherencia. Con ellos aprendí que la acción no puede separarse de la palabra y los ideales, porque la incongruencia significa la traición a nuestros principios. Ambos espacios de beligerancia revolucionaria dentro de la ULA, forman parte de su legado y son la expresión de su capacidad organizativa y de su liderazgo potencial. Aprovecho la oportunidad para reconocer el trabajo político de los camaradas de la JCV de Mérida y para saludar a mis entrañables camaradas de la ULA Táchira (Vladimir, Solka, Esteban, René, El Gordo, Bernardo, Ismael entre otros).
Martha fue definitiva para mi vinculación a la Juventud Comunista de Venezuela en 2001 cuando recién ingresé a la universidad. En aquella ocasión me convenció de la necesidad de asumir la militancia en la JCV, pues la efervescente revolución bolivariana exigía una organización a la altura del compromiso histórico y dicha organización no podía ser otra que el PCV, por su definición filosófica y programática fundamentada en el marxismo leninismo, de la que carecían las demás organizaciones, yo agrego con respeto y con la esperanza de que avancemos en ese sentido, de la que aún carecen nuestras organizaciones políticas revolucionarias en Venezuela. Era una mujer revolucionaria en toda la extensión de la palabra. Fue la unidad dialéctica entre el temperamento y la ternura encarnada en una militante comunista que añoraremos hasta el último de nuestros días.
Portillo fue trascendental en mi proceso de vinculación a la JCV en 1996. Si bien ingresé por primera vez a la sede del PCV en San Cristóbal gracias a la invitación del Camarada Luedyn Torres, fue Portillo el que se propuso vincularme a los sublimes ideales y a la praxis comunista. Apenas tenía unos 17 años, y ya era abordado por el camarada, quien dedicaba tiempo y esfuerzo para mi educación. Fueron muchas lecturas charlas y discusiones. Pero lo que realmente capturó mi atención fue la práctica que acompañaba aquella teoría (carente de profundidad pero apasionada hasta las últimas consecuencias). Pintas callejeras, arengas y proselitismo en la calle, jornadas de trabajo en el multígrafo y movilizaciones estudiantiles fueron el complemento imprescindible para relacionarme con la Juventud Comunista, con base en la orientación del camarada (aunque dicha vinculación no fue orgánica hasta 2001, la misma transformó mi vida para siempre).
Estos dos camaradas fueron
fundamentales en el camino de vida que he elegido. Mi modesta educación
política logró un avance cualitativo gracias a ambos. Su entrega a
la causa del socialismo, su coraje y su disposición permanente para
asumir la lucha, significaron el acicate imprescindible para motivar
mi formación en proceso y mi convicción revolucionaria. Muchos seguimos
la senda que ambos camaradas nos han señalado. A lo mejor no soy la
persona más idónea para publicar este escrito, ya no soy militante
de la JCV ni del PCV y es probable que hiera susceptibilidades, pero
me atreví a divulgar este reconocimiento público, porque ellos fueron
inconmensurablemente importantes para mi formación como revolucionario.
Y los uní nuevamente y hasta siempre en este escrito, porque ellos
se amaron tanto como a la causa comunista por la que lucharon y por
la que luchamos y lucharemos hasta el último aliento de nuestras vidas
quienes aprendimos tanto de nuestros eternos camaradas.
Por eso insisto en afirmar
categóricamente
¡MARTHA CELIS Y PORTILLO HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
¡VIVA OPCIÓN 89!
¡VIVA LA JCV!
¡MARTHA Y PORTILLO VIVEN, LA LUCHA SIGUE!