Ruralidades

Sindicatos en la tierra de gloria

¿Cien mil muertes no bastan? Ni las piedras “hablaron” nunca de una cifra así en cuanto a desaparecidos en Venezuela durante las luchas por la reconquista del derecho a la tierra, no obstante que estamos haciendo un redondeo a la baja. El crónico analfabetismo y el “shiito” de las dictaduras, hicieron de los gobiernos una “familia muy grande” y armada, completamos, que protegía a los que nos robaron la tierra. Nos apabullaron. Y para quienes pretendieron gritar el alerta, el “grillo” ferroso de 80 libras. El mismo de la metástasis llagásica, acompañado del vidrio molido para arrodillar al hombre como a un Lázaro cualquiera.

Luego vino el despertar transitorio de los años 40 cuando, bajo el gobierno de Medina Angarita, los jóvenes campesinos escuchamos el llamado legal del abogado yaracuyano, comunista como mayor señal de firmeza, Raúl Domínguez, para la fortaleza de la unidad de los trabajadores y pequeños productores del campo. Unidad no sólo entre el campesinado, también entre el pescador y el obrero fabril.

Allá en Yaracuy, Benigno (el gato) Rodríguez, recientemente reconocido por el estado en la persona del camarada Presidente Hugo Chávez Frías; y acá en el oriente del país, Vicente Salcedo y este anotador, emprendimos la tarea pro-fundación de los sindicatos campesinos, que los terratenientes no toleraron. Con las transnacionales del petróleo y la conjura de Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt, tumbaron a Medina y disolvieron el movimiento sindical agrario para, en su lugar, fundar una acomodaticia “Federación Campesina”, de la que estaría demás abundar en el recuento de sus componendas.

Actualicémonos con Braulio Álvarez. Si fue que en aquella época nos salvamos del garabato de la muerte al ocultarnos en la “montaña” de concreto primero, hoy en día son los asesinos por mampuesto los que tiran del gatillo y ocultan el índice bajo la lengua. 200 muertos por encargo no bastan. Otros 100 heridos, incluido Braulio, no son suficientes. Los avaros de la tierra quieren más. Vendrán días en los que, de la denuncia, tendremos que pasar a la ofensiva. Claro que tenemos un ejército del pueblo. Pero es que la arremetida oligarca no será solo desde dentro de la frontera. Estos latifundistas, sin la bota del amo yanqui, no dan un paso. Su envalentonamiento vendrá parejo con el hambreador programa expansivo del imperio, para la producción de biocombustible. Entonces, no solo romperán las leyes, sino que reforzarán el llamado “…a armarse a sus asociados” como cuando se produjeron “…las acciones mas violentas de sicariato”, recordado por el camarada Braulio Álvarez con la valentía que le caracteriza.

Estamos contestes con la idea de la existencia de las cooperativas. Pero solo para que administren y rindan cuentas de sus actividades administrativas, bajo la supervisión de PDV-Agraria, la que, de acuerdo a la emergencia agro productiva, debe incorporar a la totalidad de los desempleados que hoy en día deambulan frente a los portones de las principales industrias, entre estas la petrolera, donde no tiene cabida tanta mano de obra desocupada.

Así, la sindicalización de esa gran masa de trabajadores que, con los pescadores, producen la comida para todos los venezolanos y venezolanas, será la mejor garantía para que las fértiles tierras sean ocupadas en y para lo que la naturaleza las creó: Producir la comida que alimenta a todos los seres humanos. No a las maquinas. Además la tierra SI PAGA.

Eso si, a cada hombre o mujer que trabaje en el campo, su herramienta para blandirla, cual Maceo, con el grito de Patria, Socialismo o barbarie. Venceremos!

pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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