¿Vivir Sin Agua?

“La civilización comenzó al talar el primer árbol… Y terminará al talar el último”

Anónimo.

La cordillera de Los Andes recorre Sudamérica longitudinalmente, teniendo su extremo nordeste en la serranía que interconecta los estados Lara, Portuguesa y Trujillo. Este tramo final de la imponente cordillera, tiene como epicentro la población de Guaitó, capital de la parroquia Candelaria, municipio Morán del Edo. Lara (punto triple en la frontera de estos tres estados).

Desde Guaitó hacia el este, parte la divisoria de aguas que define la frontera entre Lara y Portuguesa, mientras que a su alrededor se encuentran los parques nacionales: Guaramacal, Dinira y Yacambú y un poco más al Este, Guache, Terepaima y el monumento Nacional Loma de León. Después de recorrer unos 100 Km, estas estribaciones vienen a morir a los pies de Barquisimeto, en el hoy controversial Valle del Río Turbio; conformando el pulmón vegetal más importante del Centro-occidente del país, así como su principal fuente de agua potable y de riego.

Por su flanco Sur, nacen los ríos Morador, Ospino, Sarare, Guache, Acarigua, Guanare y Portuguesa, los cuales posibilitan el pujante cultivo de cereales en Portuguesa y Cojedes; mientras su cara Norte da origen a los ríos Yacambú, Rio Claro, Turbio y Tocuyo, así como decenas de riachuelos y Quebradas, que favorecen el significativo aporte hortícola del suelo larense a todas las despensas de Venezuela. También es grande el aporte de esas aguas, en la producción frutícola y de caña de azúcar.

El agua producida en dicha serranía, define la ubicación y la esencia misma de Mercabar, así como la gran capacidad de ensilaje hallada en Araure, Píritu, Turén y Santa Rosalía. También tiene una alta correlación con los cafetales que producen cerca del 60% de la cosecha nacional de café. Pero toda esa comida y bebida, así como muchos de los pastos y las maderas de centro-occidente, no tendrán futuro, si no hay bosques en la serranía; porque sin bosques no hay agua y sin agua no hay cosecha posible, ni acueductos útiles.

Y no es solo agua, lo que producen esos bosques; sino millones de metros cúbicos de oxígeno, que la fotosíntesis devuelve a la atmósfera después de filtrar el carbono, retirándolo del aire. Además de eso, el bosque protege los cauces de los ríos y los vasos de las represas contra la sedimentación, al proteger al suelo contra la erosión. El bosque es también, un sistema regulador de temperatura, que acondiciona el clima de toda la región, mitigando el calor y haciendo más agradable el paisaje.

Pero... esos bosques están desapareciendo, y con ellos los ríos, y el agua de las tuberías. Entonces...¿Qué sentido tendrían Las Majaguas, Dos Cerritos, Dos Bocas y Tucupido? ¿Cuál sería la relación Beneficio/ costo de los 880 millones de dólares gastados en el Sistema Hidráulico Yacambú-Quibor? ¿De qué nos servirán los 35 años gastados, para construir el gran dique? ¿Y los 26 kilómetros del túnel de trasvase? Sin bosque y por ende, sin agua; esas obras no pasarían de ser: costosas curiosidades, en medio del desierto.

Las consecuencias inmediatas son evidentes: la prensa regional de Portuguesa tituló hace un mes en primera plana “Se están secando los ríos” y la gráfica no podía ser más elocuente: El cauce seco del río Morador a la altura de la carretera Troncal 05, donde solo se veía una costra, profundamente cuarteada por la inclemencia del clima (y de las manos criminales que lo han causado).

Igual desolación puede verse, desde más de la mitad de los puentes que se encuentran en el circuito: Barquisimeto-Acarigua-Ospino-Guanare-Biscucuy-Chabasquén-Guarico-El Tocuyo-Quibor- Barquisimeto. Ese antiguo vergel, hasta hace pocos años feliz emulación del Paraíso Terrenal (se llama Paraíso, la parroquia que contiene a Chabasquén); hoy sirve de calibrador a la terrible amenaza que se cierne sobre nosotros, esperando una respuesta humana.

En nuestras manos está la vida de esos ríos y de esos bosques, pero quizás como ya comenzaron las lluvias; con las primeras aguas, se haya lavado la preocupación. Pero… ¿Han notado el poco caudal de los ríos después de dos semanas de lluvias intensas? ¿Se han fijado en el sedimento que arrastran? Y finalmente: ¿Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para cuidar y mantener los niveles de agua disponibles?

Como dijeron los osos, durante la reciente Conferencia Mundial sobre cambio climático realizada en Bali, Indonesia: “Salvemos a los humanos también”... O es que acaso hay seres humanos, capaces de vivir sin agua?

Alfredo Mendoza G.

Caficultor Bolivariano

C.I Nº 3.783.821

E-mail: aprocarga2001@yahoo.es


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