Se solicita intelectual con alto nivel y comprometido con el pensamiento bolivariano

Pensé que sería de esperar que las intervenciones del profesor Francisco Rivero generaran una polémica sana en torno a sus comentarios. Pero no imaginé que se creara toda una diatriba insensata entorno a sus declaraciones.

El profesor Rivero no estaba tratando de dejar en claro ninguna tendencia, ni filosófica, ni ideológica. Tampoco estaba dando ningún discurso marxista. Cualquier lego en la materia se hubiera dado cuenta. Él simplemente dejó claro la crisis existencial que está atravesando la clase media actual. Esa clase que perdió su sentido crítico y se desligó de la realidad. Su manera de expresarse no es adornada ni académica y mucho menos enrevesada. En su exposición no había ningún lenguaje proselitista y simplemente dijo lo que sentía en ese momento.

El grave problema es que por el momento, no hay un pensamiento claro y comprensible de lo que significa el socialismo como manera de vida. Y no es claro, en boca de muchos “socialistas”, porque hay temor de comprometerse con un proyecto que signifique desprenderse del pasado, de la comodidad del carro con chofer, del poder ejercido, no para favorecer a las mayorías, sino para satisfacer apetitos personales. Y para colmo, el profesor Rivero hizo un análisis rasante pero claro de qué ha sido la izquierda venezolana. Esa misma que se disgusta ahora y lo llama “máxima lumbrera de los revolucionarios”.

Da mucho que pensar cuando se emiten juicios de valores contra el profesor Rivero sin antes analizar con seriedad sus planteamientos. Y eso tiene que ver con el porque, una gran mayoría va por un lado y el presidente Chávez va por otro. El Presidente está cansado de hablar de solidaridad, de esfuerzo y estudio constante y perseverante. En Venezuela se acabó el tiempo de divagaciones teóricas sobre quien es más marxista que el otro. Aquí está en juego la patria, nuestro origen común como pueblo y el deseo irrefrenable de tener salud, educación y una vida con significado humano.

En definitiva el profesor Rivero simplemente hizo lo que el presidente Chávez ha pedido tantas veces: la discusión y el contraste de ideas. El profesor Rivero no tiene por qué ser marxista para dejar claro que la injusticia y la desvergüenza caminan juntas. Si esta simpleza de lenguaje “revolucionario” sigue su curso, seguiremos viendo burócratas empeñados en competir para ver quien entorpece más la revolución a través de la adulación y la mediocridad. Y a miles de personas que quieren ayudar y poner el hombro pero que son frenadas por ese pensamiento excluyente y sin sentido.


luisortega69@hotmail.com


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Luis Ortega Segovia


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