Código legado a la posteridad

¿“He arado en el mar”? La frase no se corresponde con la fe y el don de visionario que caracterizaron al Libertador; contradice su coraje, su decisión sin titubeos para afrontar las mayores dificultades y titánicas tareas de su gesta, frente al mayor imperio de su época. Aún durante los últimos momentos de su vida, recogidos en copioso intercambio epistolar, parte del cual nos leyera e insinuara Chávez en apretada síntesis, el pasado 17 de diciembre, Bolívar exteriorizó su convicción en la labor a cumplir, para restablecer la unidad de Colombia, organizar al estado y a la nación toda; identificó, con inequívoca certeza, al naciente imperio estadounidense como al enemigo del futuro. De su lucidez y visión de trascendencia, la América latino caribeña recibió la mayor herencia: su código, que legado a la posteridad, se ha hecho presente.

Bolívar supo que sus hijos culminaríamos la tarea que Dios le encomendó. El reto se ha hecho presente. Venezolanos, cubanos, argentinos, uruguayos, neogranadinos, ecuatorianos, bolivianos, latinoamericanos y caribeños debemos acudir al llamado de la Historia, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, a quien se le han sumado Evo Morales y otros mandatarios latinoamericanos y caribeños, bajo la sabia orientación de Fidel Castro, para liderar la conclusión de la tarea de Simón.

Nuestro compromiso es mayor hoy que el suyo ayer, pues no sólo está en juego la libertad y la prosperidad de Venezuela y de la América latino caribeña, sino la sobrevivencia de la humanidad, amenazada por la voracidad y perversidad del imperio, cuya represión acaba, en unas pocas décadas, con la esperanza de una vida digna en Latinoamérica y El Caribe, Africa y Asia. Al borde ya del precipicio, Venezuela se sublevó y su sublevación se extiende por todos esos pueblos subyugados. De tal manera que, no se trata de Venezuela, se trata de una guerra vital y moral contra el imperio, que se extiende por todo el planeta. Y si el escenario de mayor conflictividad es el Medio Oriente, los venezolanos debemos interpretar la dimensión de nuestro compromiso. Se trata, en toda su magnitud, del legado de Simón. Si el imperio no logra doblegarnos, ¡y no lo logrará¡ no tendrá energía para luchar en todos esos frentes.

¡¡¡Venezolanos, llenémonos de coraje y determinación, nuestro frente es definitivo y el Talón de Aquiles del imperio. Resistamos por la humanidad. Pongamos nuestra fe en la Voluntad de Dios, Quien ha decidido acabar con este mal, cuya soberbia Lo ha retado¡¡¡


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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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