Correo al amigo

¡Épale, Presidente!

¿Cómo está admirado amigo? Sabe, ayer lo vi. en el liceo Fajardo del 23 de Enero con su nietecito entre uno de sus brazos. Usted fue a votar una vez más a ese lugar y como siempre la gente lo rodeó, le demostró cariño, lealtad, admiración, amor. Vd. a la niña hija de Gabriela y al otro nietecito, creo que Manuelito, ¡vaya que grande y linda esta Gaby! Con el amor de siempre usted los invitó a que mojara sus deditos con tinta y ellos gozaron un puyero. Una vez más el Presidente humanista que no duerme, que aguanta toda clase de insultos por amor a su pueblo, que viaja a infinitos lugares en busca de proyectos para darle a la patria progreso y equidad, que trabaja día y noche, estaba ahí hablando con la gente, con la prensa y luego se marchó entre los aplausos y la gritería de todos.

No sé, Presidente, debo confesarle que algo me turbaba. No fue como el año pasado, cuando usted ganó la presidencia y todos, todos sus seguidores fueron a votar…y hoy, ¡caray!, presentía que algo no iba a estar bien, porque soy del pueblo y lo conozco un poco. Yo a la 3: a.m. de ese domingo, caminé con mi hijo por la avenida Sucre, entre Gato Negro y la entrada a Monte Piedad. Cuando llegué, estaban ahí muchos de mis amigos… ¡no habían dormido! Bebían café y charlaban. Igualmente escuchaba discos. Cuando fueron la 5:a.m. ellos comenzaron a lanzar cohetes, pero…nadie o casi nadie se levantaba. “Uno gritó desde arriba; del piso 4, “Yo votaré en la tarde”.

Creo Presidente que esa fue una de nuestras fallas. Muchos de los que el año pasado, como se trataba de usted, estaban prestos ahí, dormían plácidamente y nada pudimos hacer para que bajaran a votar. Presidente entre las fallas que tuvimos, esa fue una. Algunos dijeron que “Ya ganamos, ¿para qué voy a votar?”, confiando en el triunfalismo, en la victoria que usted suele producir cada vez que sale al ruedo de la lucha. Recordé que usted dice que hasta el out 27 no se puede cantar victoria…y algunos olvidaron esa máxima.

MI AMIGO Hugo Rafael Chávez Frías, el intranquilo e incansable Presidente de los venezolanos, empero confía en su pueblo, porque es parte de él, pero ese domingo, ese domingo en el cual muchos se acostaron borrachos y no se pararon a votar, habrá que marcarlo con una interrogante en la agenda que por primera vez conoce la derrota. Presidente perdimos una batalla, pero no la guerra. Sé que usted tendrá por ahí entre las células de su creativos cerebro, otra obra maravillosa, para develarla en el corto tiempo.

Debe usted meterle la lupa a quienes lo rodean, a esos que se creen más importante que el que piensa. No sé, Presidente, creo que un mes fue muy corto para que usted expusiera las reformas, ¿no había por allí otras personas que lo ayudaran, que fueran al barrio, al bloque, al superbloque, al campo, a la urbanización, durante todo el mes que duró la corta campaña? Esos diputados que eligió el pueblo, ¿por qué no se acercan más a éste, el pueblo? ¿Por qué solamente desde el núcleo de la AN? Hace poco hablé con unos señores que trabajaban en el INCES. Ellos me preguntaban, como que si yo pudiera darle alguna explicación, que por qué el viejo edificio adjunto a la Sede fue demolido, literalmente, para construir las oficina del Minep, si Fogade tiene por ahí algunas edificaciones que bien pudieron utilizarse para ese ministerio? Esas son cosas que quitan adeptos y votos, Presidente. Ese edificio era una reliquia y aunque usted dice que nada puede ser intocable en la Revolución, pues, la gente tiene cosas. Es como el amor que a usted le profesan.

Estaremos con usted hasta la victoria siempre, Presidente. Nada nos alejará, nada enturbiará el agua que hemos bebido juntos. El futuro ha de encontrarnos en los campos de batallas a favor de la dignidad, de la decencia, de la equidad, de la justicia, que usted nos ha enseñado, buen maestro, hermano de albas y ocasos, peregrino de la patria y la esperanza. Sus palabras al reconocer la pírrica victoria del No, nos acercó más a lo que siempre hemos admirado en usted: la justicia y la paz. Ellos, empero creo yo, no ganaron nada, porque, ¿se puede llamar ganancia evitar que los taxistas, los buhoneros, las trabajadoras de servicio, los jóvenes estudiantes de la UCV, los obreros que iban a laborar seis horas en vez de ocho, más otras REFORMAS que se les iban adosar a la Constitución para crear un país de grandes expectativas, se quemaran en el espacio virtual? Quienes no fueron a votar el 2 de diciembre de 2007, andan por ahí. Quienes se durmieron en los laureles también. Una interrogante nos circunda la cabeza, ¿sabrán estos señores que por su innoble causa, produjeron que los oligarcas sintieran satisfechas sus gulas de sangre? 50,7, por 49,37 % ¿ ganar para matar sueños?

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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