Impresiones del discurso de Maduro en la toma de posesión

Como dice la fábula clásica de Efebo, el 10 de enero reciente ocurrió un parto de la montaña, apareciendo solo un ratón. La creciente tensión gestada durante las semanas previas se resolvió sin que se produjera una calamidad, como se hizo creer que sucedería. Felizmente, insisto yo. Todos los vaticinios catastróficos y finalistas se cayeron. Qué bueno, agrego yo, pero qué malo, dirán los que apostaron al caos y el derramamiento de sangre. Algunos pocos opinadores reconocidos se atrevieron a pronosticar que nada extraordinario ocurriría el 10 de enero, pero fueron de los que menos recibieron "me gusta" en las redes sociales.

Ciertamente ocurrieron muchas cosas durante esas 24 horas. Habría material para muchos análisis. El capítulo referente a la oposición política extremista sería inevitable, seguramente para concluir que cada vez es mayor el desquiciamiento y la irracionalidad, gobernando las cabezas de estos sectores. Cosa que debería verse con suma preocupación, por el crecimiento del peligro para todos, ante tal grado de aventurerismo y afición colectiva a las más fundamentalistas opciones de violencia, excitada por su "liderazgo" político, hoy reducido al capricho de una muy autosuficiente dirigente, surgida de la clase social más opulenta de Caracas.

Pero como el juego político nacional está constituido por dos grandes agrupamientos, abiertamente confrontados, es necesario poner también la debida atención al actor gobierno. El análisis de su desempeño permite establecer hacia dónde va (o pareciera ir), procurando descifrar sus estrategias, en el corto y largo plazo, superando propaganda y narrativas.

El discurso del presidente Maduro en la toma de posesión es la fuente seleccionada en este ejercicio de análisis, Lo que dijo y dejó de decir ofrece señales de lo que se propone el poder político para el futuro. Con mensajes no siempre explícitos. Sus palabras son las del principal líder del Estado y de la alianza política y social que lo sustenta. Nadie mejor que él para exponer las ideas de lo que está por hacerse desde su gobierno.

Seguí por televisión con atención el discurso presentado al país desde el Palacio Federal Legislativo el día 10 de enero. No tomé notas de sus palabras en ese primer momento. Pero estas me llamaron la atención en algunos pasajes de su larga intervención (más de hora y media). Mentalmente hice acopio de varias observaciones preliminares. Pero para hacerme un mejor juicio revisé de nuevo el video del acto con el discurso, publicado por el canal oficial del presidente en YouTube, disponible para cualquier interesado.

Esta vez escuché con detalles la intervención presidencial. Frase por frase, oración por oración, ahora sí, tomando notas, para intentar captar cada una de las ideas propuestas. El ejercicio puede ser útil para diferentes propósitos. El mío, responde a un interés elemental, tratar de mapear sus ideas­­­: nociones, conceptos, categorías, proposiciones, etc., un poco a la manera como trabaja un especialista en análisis de contenido, pero en este caso, sin aplicar el rigor metodológico que la técnica exige. Mis pretensiones obviamente serían más modestas.

Lo que resultó de mis pesquisas da para un largo artículo. Aquí me voy a concentrar en algunos pocos aspectos del análisis. El contenido de palabras, frases y oraciones presentado puede agruparse en bloques de proposiciones. Algunas de ellas muy recurrentes en el discurso político de NMM, como las referencias de tipo negativas: contra la derecha, la oligarquía, ("los apellidos") y sus dirigentes, la conspiración constante en contra de la revolución bolivariana, el imperialismo, las críticas al colonialismo, las frases duras contra personajes de la derecha global como Javier Milei (tildado de sádico social), Pierre Trudeau (como un cobarde), y Álvaro Uribe Vélez, como financista de grupos paramilitares y de los "trenes" delincuenciales de Venezuela.

Por otro lado, está un bloque de ideas contrarias (es decir, de tipo positivas), entre estas: los comentarios a favor del pueblo y el poder popular; la exaltación del comandante Hugo Chávez; a la paz y gobernabilidad que tiene en sus manos, como presidente actual y a la prosperidad económica lograda, pese a las sanciones unilaterales y la guerra económica; la unidad cívico-militar-policial activada; autopresentarse como hombre de diálogo, independiente de todo gobierno o poder extranjero o nacional; los éxitos electorales del chavismo en 25 años; la práctica democrática permanente de la consulta popular y la existencia del bloque histórico en el país… entre otras ideas.

Puede identificarse además, un conjunto de nociones lingüísticas, intermitentes en la alocución, asociadas al particular sentido del humor con el que el presidente Maduro tiene acostumbrada a la audiencia, entre estas: varios elogios y referencias personales a su esposa (P.ej.: "Es una primera dama porque es elegante"); algún chiste a costa de su equipo ejecutivo (esta vez del ministro Ñáñez): varias alusiones burlonas a Edmundo González Urrutia, como alguien que supuestamente llegaba, sin anuncio, al recinto de esta juramentación, EGU "es un pataruco"; la indicación entre risas, al comandante Daniel Ortega, para que tradujera al idioma ruso su discurso, al alto comisionado de la Federación Rusa allí presente

Otro de los bloques o conjuntos de planteamientos presentados por el presidente Maduro para exponer su discurso están relacionadas con referencias de carácter religioso o seudorreligioso. También de frecuente presencia en sus intervenciones públicas. En este caso con los siguientes ejemplos: "Así paga el diablo"; la analogía realizada con el poder del pueblo para derrotar a sus enemigos, mediante una suerte del exorcismo contra demonios, como práctica propia del cristianismo (según él); sin nombrarla explícitamente pero en directa alusión a ella en el texto, afirmó: que (María Corina Machado) es un demonio", y "…es como el que hace pactos con el diablo". Se refirió a la última campaña electoral como una "peregrinación sagrada". Mención especial merece la inclusión del mito bíblico de David y Goliat, expuesto casi al final de su intervención, reivindicando la figura del primero (un sujeto pequeño, subestimado por todos), quien pudo derrotar al más poderoso, Goliat, concluyendo que él, Maduro, es David: "Yo soy David". Finalizó su discurso diciendo: "Que dios bendiga a Venezuela"

El presidente Maduro dedicó bastante tiempo de su discurso para hacer una síntesis del nuevo plan nacional que habrá de orientar la gestión pública de su gobierno para su tercer periodo presidencial, denominado "Plan de la patria 2025-2031. Plan de las 7 grandes transformaciones." Este constituye el cuerpo de proposiciones de gobierno para guiar el futuro de Venezuela,

Las siete transformaciones se refieren a (1) Profundizar el nuevo modelo económico nacional; (2) La construcción de ciudades humanas; (3) La garantía de la seguridad, la defensa y la paz del país; (4) El modelo social: protección y desarrollo; (5) La dimensión de lo político: poder popular y nuevos métodos de gobierno; (6) El cambio climático; (7) La transformación geopolítica.

Quizás el grupo de ideas que más llamaría la atención del observador, de esta alocución, es justamente el que no apareció o solo lo hizo tibia o tenuemente. Es la ausencia de conceptos y categorías que son parte central, ya no solo del líder presidente, sino de toda la narrativa política e ideológica del discurso del chavismo en el marco histórico de la revolución bolivariana.

Me limito a señalar algunos de esos términos nodales ausentes en la exposición presidencial, capitales de la concepción y la filosofía política asociados al desempeño de la gestión de Nicolás Maduro. Los que él invoca en sus intervenciones. Tocaría proseguir el análisis ascendiendo al siguiente nivel: es decir, a la interpretación crítica de estos datos tomados de sus palabras. Pero no es el objetivo de este artículo

Según mis anotaciones, en las palabras ofrecidas por el presidente Maduro esta vez no hubo mención alguna al término "socialismo". No apareció como elemento lingüístico independiente, ni como horizonte histórico del nuevo plan de desarrollo esbozado, ni como concepto central articulador de la estrategia política a seguir.

Tampoco tuvo figuración destacada y explícita, el término "comunalización", como objetivo rector de la transformación sociopolítica que se ha planteado con la revolución bolivariana, hasta ahora, aunque si hubo menciones al "poder popular", el "gobierno popular", a una "revolución democratizadora" de la sociedad, al "autogobierno popular".

¿Qué significan estas ausencias que llaman poderosamente la atención? ¿Cómo interpretarlas? Particularmente importante por tratarse del actor político considerado, de la trascendencia del acto de juramentación celebrado, en medio del escenario nacional e internacional en el que se produce, y sobre todo, en el contexto de la historia de la revolución bolivariana, con sus grandes apuestas por la transformación del país, en el camino del socialismo y de la derrota del injusto e inhumano capitalismo, el gran enemigo histórico a vencer.

Estoy seguro de que sobrará quienes justifiquen tales omisiones o, en todo caso, la poca relevancia que tuvieron estos conceptos en las palabras del primer mandatario, Decir, por ejemplo, que eso no significa la poca importancia de algunas ideas contenidas en esos términos, en el pensamiento del actor o en la estrategia general determinada por la dirección política del chavismo-madurismo, en estos momentos, señalando hacia dónde pretenden conducir el proceso bolivariano.

Por mi parte, no contradeciría sus lecturas, pero siento que la duda perdurará. Habrá que recordarles que desde agosto de 2018 se han mostrado claras señales (reconocidas hasta por los menos capciosos), de que la política económica (base material de la transformación) responde más a un modelo de factura neoliberal (más pragmática), que socialista, con una orientación monetarista, que ha recargado el sacrificio social sobre las clases populares, con énfasis en los trabajadores (con la precarización del salario, pérdida de poder adquisitivo y prácticamente la extinción de los derechos laborales, como la seguridad social y a la sindicalización independiente del control partidista).

Durante varios momentos del discurso Maduro presentó la propuesta de reforma constitucional, como iniciativa del poder ejecutivo, la que deberá realizarse durante este año 2025. Luce como lo que será la estrategia política e institucional central, que copará la agenda nacional en los meses siguientes.

¿Las ausencias teórico-conceptuales notadas podrían estar conectadas a la naturaleza y los contenidos capitales de la reforma constitucional que tiene el poder político en mente? ¿Estamos ante un proceso de transformación de orden ideológico en la dirección política del proceso bolivariano, al iniciarse este tercer periodo presidencial de Nicolás Maduro, sustancialmente cuestionado de legitimidad, aquí y allá, con renovado impulso, desde las elecciones del 28 de julio pasado? De ser cierta la apreciación, de que estas ausencias conceptuales ideológicas así vistas, se corresponden con un viraje político estratégico en ciernes, entonces ¿Confirmarían a los que opinan, desde hace rato y desde la izquierda, que la dirección del chavismo va camino hacia la renuncia al proyecto socialista para Venezuela? No puedo evitar pensar en la felicidad que produce esta especie, para empresarios, burguesía y oligarquía criolla.

Es muy difícil extraer de este modesto análisis respuestas responsables y mejor argumentadas. Pero tal posibilidad queda abierta y por los momentos ser la base para una hipótesis política de trabajo. Aunque sea solo para tratar de comprender, desde mi realidad como trabajador asalariado.

 

21 enero 2025

 

 

 

 

 



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