El FMI confirma que el “bucle precios-salarios” es, más que nada, una narrativa conservadora

El pasado 27 de octubre, en el programa de televisión en el que era el héroe, el presidente de la República, Emmanuel Macron, rechazó doctamente la idea de una indexación general de los salarios. Y, como tiene costumbre, usó la pedagogía para explicar su posición: "Si se utiliza una indexación automática para toda la cadena de salarios, se consolida el alza de precios y se produce un bucle precios-salarios que ya no se detiene". La misa estaba dicha y, al parecer, la ciencia había hablado por boca del presidente.

Pero he aquí que el ciclo de precios y salarios que permite a Emmanuel Macron y a la mayoría de los economistas ortodoxos justificar la caída de los ingresos reales que está afectando a los y las asalariados es en gran medida un cuento. Ya en el siglo XIX, Karl Marx arremetió contra los economistas progresistas que consideraban innecesarios los aumentos salariales porque serían engullidos por la inflación. Por otra parte, el estudio de los datos de los años 1970 muestra que la indexación general de los salarios permitió en gran medida evitar un desastre económico. El colapso del crecimiento y el empleo se dieron más bien cuando se introdujeron medidas desinflacionistas. En este contexto, el "bucle precios-salarios" aparece como una figura retórica conservadora encaminada a mantener una distribución de las rentas favorable al capital.

La (vana) búsqueda del bucle precios-salarios
Un estudio publicado el 11 de noviembre publicado por el departamento de investigación del FMI, y escrito por seis economistas, confirma el aspecto fantasmal de esta noción y, por lo tanto, su simple función represiva. Este working paper [documento de trabajo] ha examinado los datos de treinta y ocho países desarrollados entre el primer trimestre de 1960 y el cuarto trimestre de 2021 en busca del bucle de precios y salarios.

Para identificarlo, los economistas del FMI optaron por el siguiente método: identificar una aceleración concomitante de los precios y los salarios nominales (los que realmente se pagan) durante al menos tres trimestres seguidos sobre cuatro. Si esta situación se repetía durante tres años, el estudio considera que estamos ante un "episodio" que constituye las condiciones de un bucle precios-salarios. Posteriormente, la cuestión es observar si, como afirma Emmanuel Macron, "ya no se le puede detener". En otras palabras, si el alza de precios y salarios se retroalimenta en el tiempo.

Los datos sobre salarios a veces son difíciles de recopilar. Por tanto, los economistas del FMI se han basado en los salarios del sector manufacturero, disponibles para las décadas de 1960 y 1970, si bien, los datos de Francia, por ejemplo, no se remontan más allá de 1990. Sin embargo, se dispone de datos bastante fiables de los Estados Unidos para el conjunto de ese período. En última instancia, el estudio del FMI identifica 79 episodios de bucles de precios y salarios (100 teniendo en cuenta sólo los salarios del sector manufacturero). El documento de trabajo del FMI (No. 22/221) concluye que "Los bucles de precios y salarios, definidos como una aceleración continua de precios y salarios, son difíciles de identificar en los datos históricos".

El estudio utiliza a continuación el modelo teórico de la curva de Phillips, que vincula salarios y precios, para observar si hay, en este contexto, un aumento de precios que podría explicarse por datos distintos de la productividad y del mercado de trabajo. Porque esa es la base teórica de la espiral de precios y salarios: los aumentos de salarios conducirían a aumentos de precios injustificados que, a su vez, conducirían a aumentos de salarios. Sin embargo, en promedio, durante los episodios identificados, el aumento de los salarios nominales se mantuvo por debajo de lo que sugerirían los niveles de inflación y empleo. Así pues, no son los salarios los que pueden determinar la aceleración de los precios. En otras palabras, concluye el estudio del FMI, "los bucles de precios y salarios, definidos como una aceleración continua de precios y salarios, son difíciles de identificar en los datos históricos".

En la inmensa mayoría de los casos, la situación se estabiliza al cabo de dos años. Lo que significa claramente que lo que dijo Emmanuel Macron es un error fáctico e intelectual. El error es tanto más grave cuanto que los economistas del FMI han centrado su estudio en casos cercanos al que conocemos hoy, donde los salarios reales caen significativamente y donde el empleo se mantiene bien. Una situación que se detecta en 22 de los 79 episodios identificados. Esquemáticamente, en este caso, el aumento de los salarios nominales es insuficiente cuando la inflación es alta y posteriormente se recupera, pero acaba estabilizándose. Una vez más, aquí, y aún más que en el caso general, no hay efecto de arrastre.

Política de clase
Tenemos que ser claros. El estudio del FMI no es en sí mismo un alegato a favor de la indexación salarial, ya que describe fenómenos de ajuste alrededor del equilibrio. Por otro lado, su uso de la curva de Phillips es cuestionable. Pero, sin embargo, permite demostrar que el bucle precios-salarios no es real, incluso desde una perspectiva ortodoxa, lo que no es nada.

Como suele ocurrir con la economía, los modelos y las teorías no describen la realidad y de ninguna manera permiten una predicción fiable. Por tanto, parece que estamos lejos de una ciencia; estamos más bien en la construcción de narrativas útiles en la búsqueda de un determinado orden económico.

En la década de 1970, la inflación, que fue principalmente el resultado de una caída estructural de la rentabilidad y del carácter monopolista del capitalismo en ese momento, se utilizó para culpar a los asalariados y asalariadas y, sobre todo, para romper una serie de protecciones en el mundo del trabajo, comenzando por los marcos de negociación colectiva y la indexación salarial. Por lo tanto, el estudio del FMI confirma la inconsistencia de que lo que ha sido la narrativa central de los neoliberales durante medio siglo para justificar la contrarrevolución neoliberal.

La desindexación de los salarios sólo tiene por objetivo que los y las asalariadas carguen con el coste de la inflación en beneficio del capital. Porque si, en del marco teórico del FMI, el bucle precio-salario no es identificable, ni siguiera en países donde los salarios han sido o aún están indexados (como Bélgica), entonces la indexación no puede ser el espantapájaros descrito por Emmanuel Macron. Esto es muy importante ya que la doxa económica de la época se basa en este mito de la indexación como fuente del bucle de precios y salarios.

En una entrevista con el diario dominical destinada a justificarlo, el economista ortodoxo Jean-Hervé Lorenzi todavía podría afirmar que este vínculo era "obvio" y que "la indexación es casi sinónimo de bucle". Pero en cuanto el bucle no existe, dentro del marco teórico mismo del economista, la "evidencia" se derrumba. Por lo tanto, debemos volver a otros elementos: la desindexación de los salarios solo pretende conseguir que las y los asalariados carguen con el coste de la inflación en beneficio del capital. Dado que no hay un efecto dominó identificable, esto simplemente reduce los efectos sobre los costes de producción y protege los beneficios de las empresas.

Una economía frágil
Pero en realidad, esta visión es perdedora, y hoy se ve claro. Bajando el salario real, se lastra la demanda y se contribuye a transformar la crisis inflacionista en recesión. Las empresas más débiles, es decir, las más pequeñas, quedan atrapas en la trampa: incapaces de subir sus precios por la debilidad de la demanda, caen en la tenaza de las grandes empresas oligopolistas que imponen sus precios, lo que pesa mucho sobre los costes de producción y los precios de venta para los proveedores.

En la situación actual, la indexación salarial es una herramienta útil. Sin duda debe ir acompañada de otras medidas como el control de los precios o de impuestos redistributivos sobre los beneficios. Pero la privación de esta herramienta fragiliza claramente tanto la situación social de los y las asalariados como el conjunto de la economía.

Por tanto, la postura pedagógica de Emmanuel Macron, que se aferra a la narrativa ortodoxa dominante, es un engaño. Descalifica una herramienta útil a pesar de que los asalariados y asalariadas franceses acaban de sufrir tres trimestres consecutivos de caída de sus salarios medios reales (-2% durante un año en el tercer trimestre). No es de extrañar ya que, dos semanas antes, el anfitrión del Elíseo aseguraba hacer de la moderación salarial su prioridad, para salvaguardar la competitividad exterior. En esto demuestra una vez más cuál es la realidad de su política económica: la de una política de clase.

Por cierto, el FMI, que apoya esta política e incluso pide que se refuerce, haría bien en escuchar a su grupo de investigación. En este punto, seremos muy pesimistas porque desde hace varios años, la institución ha permanecido encerrada en una doxa que su división de investigación deja en evidencia. Aquí, nuevamente, solo podemos ver un deseo de defender políticas que no son racionales, sino a favor de ciertos sectores del capital.

https://www.mediapart.fr/journal/economie-et-social/251122/le-fmi-confirme-que-la-boucle-prix-salaires-est-d-abord-un-recit-conservateur

Traducción: viento sur



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1842 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Internacionales


Revise artículos similares en la sección:
Actualidad


Revise artículos similares en la sección:
Economía