Crónicas cotidianas

Una guerra no declarada

La reciente muerte de "El Ojón" a manos de la policía, dejó un sabor muy amargo en los pobladores de Las Palmitas. "Para empezar, ese chamo tenía síndrome de Down y los malandros de aquí lo utilizaban, pero nunca fue un muchacho malo, ni se metía con nadie. Aquí todo el mundo vio, como lo agarró la policía, les entró a patadas, mientras los vecinos le gritaban que él no era malandro y que, además, era enfermo. Pero que va, después de darle una paliza, lo mataron como a un perro y le pusieron una pistola. Pero la policía lo ejecutó con saña", contaron los vecinos que convocaron a este cronista en un apartado lugar para narrar su versión. Según información suministrada por ellos mismos, la semana pasada mataron dos en un día, y tres en el otro. "No hay un día en que no maten a alguien. Cuando entran para acá, es como una sed de sangre, buscando a alguien a quien matar. Por eso es que la gente se encierra en sus casas y no sale para nada. Porque la otra modalidad es que roban las casa. Tú ves a los policías llevándose los enseres de la gente, sus cosas que tanto les ha costado comprar; y entonces vienen con la excusa de que la gente los protege. No señor, fíjese que aquí vivimos entre dos corrientes. Los malandros se meten en una casa un día entero. Se apropian de ella. Meten a los dueños, con muchacho y todo, en un cuarto, y ellos pasan todo el día allí, escondidos, viendo televisión, bebiendo, fumando porquería con las chamitas, niñitas de 14 y 15 que se acuestan con todos esos chamos. Y ligando que no se antojen de la tuya, porque se la cogen también. No les importa. Qué puedes hacer tú. Si le dices cualquier cosa, te matan".

"Eso es un problema complejo. La orden que hay es matar a todo el que aparezca por las redes fotografiado con un arma. Ese tipo aparece con un M-16. Tenemos una lista con fotos en los teléfonos. Cuando agarramos a uno, vemos las fotos, si está allí, se hacen a un lado, se le lleva para un sitio y se ejecuta. Pero los vecinos son los primeros alcahuetes de esos chamos. Claro que es verdad que se apropian de las casas por un día para esconderse y para sus orgías y consumir drogas. Después se van, pero le dan plata a la gente. Les dan hasta 150 dólares por un día y de paso les hacen mercado, hacen comida y dejan todo eso allí. Lo hacen en toda esa gigantesca comunidad, con el agravante de que hay muchos niños ya malandros, usando armas, que saben disparar un fusil o una pistola. Es decir, ya llegamos a la degradación donde muchachitos de hasta nueve años quieren que les enseñen a disparar, y los están aprovechando para enviarlos a asesinar. Y cada vez se suman más, muchachitas de 14 y 15 años, como parte de la banda, que son las mujeres de esos tipos y sobre quienes los padres no tienen ningún control. Es un problema extremadamente difícil, porque estoy hablando de miles de personas que habitan esa enorme comunidad, que, de alguna forma, directa o indirectamente, forman parte del delito". Es la narración que me hizo un oficial de la policía que aceptó conversar conmigo bajo el anonimato.

Reconoce que efectivamente en la semana hubo cinco muertos, y que ha habido muchos más pero que no se suministra información. "Suena duro decirlo. Claro que hay un estado de derecho, pero ya tu viste como mataron a ese oficial y a la esposa, con saña, con maldad y con una frialdad que atemoriza a cualquiera. Ya no estás tratando con delincuentes comunes. Hace como seis meses que la policía mató a un muchachito de 12 años que se enfrentó a la policía. Tenía una pistola más grande que él. Había matado a una señora por La Isabelica y dos personas más por Central Tacarigua. 12 años y ya había matado tres y tú lo veías y no podías imaginar el asesino que era".

Es una especie de guerra no declarada, le acoto al gendarme

.- Y que estamos perdiendo, porque de cuando yo entré a la policía, hace 20 años, a los malandros de ahora, hay kilómetros de distancia. Estos ya vienen sin sensibilidad humana. Y no tienes formas de regenerarlos. Dime ¿qué haces con un muchahco de 12 años que ya ha matado tres personas? A dónde lo metes, porque está claro que necesita tratamiento siquiátrico o sicológico. Quién lo ayuda, ¿el Estado? No hermano. Esta es una guerra entre gente buena y gente mala, y aunque somos más los buenos, está claro que la estamos perdiendo.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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