"Ahora soy cachapera"

"Ahora soy cachapera", me dice Marina muerta de la risa, por el doble sentido que le dio al término. Con su vecina de siempre, quien es colombiana, alquilaron un local pequeño en una calle que cruza la principal de Flor Amarillo, para vender arepas rellenas, dos por un dólar, y cachapas, cinco por seis bolívares. Todos las conocen y hasta viene gente de La Isabelica, o tan lejos como Central Tacarigua, para disfrutar no solo de los sabores, sino de lo barato que se come. Dos arepas con, perico, carne molida, teretere, salchicha, mechada pollo, a las que le ponen incluso ensalada, más un vaso de café o de refresco, por un dólar, tiene una clientela que crece, en una Venezuela cuyo pueblo libra una dura batalla por recuperarse del duro bloqueo que destrozó su economía.

"Mi socia me dijo que no fuera a inventar nada para allá, pero yo estaba arrecha porque aquí no conseguía nada. Todos los hombres lo que querían era cogerte o meterte droga, y yo me dije, no, que va, ya tuve suficiente con el padre de mis hijos que es una rata y por eso me separé de él. Tenía una platica guardada y me fui. Le dejé los chamos a mi mamá, son dos hembras y un varón. Muchacho, esa fue la peor decisión. En Cúcuta no hay un coño, salvo ser puta. Entonces una amiga me dijo que fuéramos a Cartagena y me fui con ella. Allá fue muy arrecho. Trabaje en un Mcdonald, pero trabajas como una burra y no ganas una mierda. Me fui para un restaurant grande como mesonera y hasta las propinas eran malas. Me cambié para otro en donde me daban las tres comidas y vivía cerca. Eso me dio espacio para ahorra un poquito. Pero sabes vaina arrecha, acostarte en una cama que no es tuya en una pensión de mierda, escuchar los escándalos; ni los domingos que a veces tenía libre, podía dormir. Llamaba por teléfono a mis hijos y eso me hacía llorar más. Tienes que estar allí para darte cuenta de lo arrecho que es eso. En ese trabajo me aguanté como un año para poder reunir una platica. Dos años me clave en ese país de mierda, haciendo de todo, menos ser puta porque mi mamá no me enseñó eso. Llevé vainas, pasé trabajo, me acosté sin bañarme, hasta una vez tuve que ponerme la misma pantaleta dos veces, pero le eché bola. Me traje mil dólares y ropita para mis niños y mi mamá. Muchacho dormí como tres días seguidos".

Marina cuenta que después de esa odisea, logró ponerse de acuerdo con su amiga y alquilar el local que ellas llaman "El huequito", donde apenas caben tres mesas. "Era nada, tuvimos que pintar y acomodar. Todavía le falta, pero muchacho, si no estás afuera no entiendes lo que es vivir en tu país. Yo me paro a las seis, si los chamos tienen escuela, los llevo, y si no, les hago desayuno y hago tareas con ellos hasta las ocho cuando abrimos el negocio. Mi mamá los cuida. Cerramos entre 2 y 3, limpiamos, recogemos y llego a mi casa caminando. Hago tarea con mis chamos, les hago cena y vemos una película. No puedes cambiar eso por nada. Ya Giselita tiene 9, muy pronto se va a desarrollar y va a necesitar una amiga que esté con ella y que le indique el camino. Rafa, lloré mucho y llevé mucha vaina por ellos y por mi mamá que ha sido un ángel para mí. Ahora estoy estable. Ganamos para vivir y estar tranquilos. Estoy guardando para los chamos".

Has pensado volver a Colombia

Si alguna vez vuelvo a salir de este país, será que mis hijos me saquen, cuando ya sean grandes y yo esté chochita. De lo contrario, ni de vaina vuelvo a salir de mi país, que no cambio por nada del mundo.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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