Bochinche en Caracas

El quítate tú para ponerme yo es de grandes dimensiones entre los múltiples candidatos de la oposición a la Alcaldía de Caracas en las próximas elecciones regionales del 21 de noviembre. Al patético circo le crecieron los enanos. Se anticipa una enorme trifurca que incrementará la división existente entre los distintos factores que creen contar con la mayor aceptación en el espectro electoral. Por este camino la dispersión del voto será monumental, por la multiplicidad de candidatos (incluso de mismos partidos). Todos alegan actuar por "legítima aspiración" y contar con "méritos" suficientes para participar y vencer en la contienda electoral

Sin embargo, estos supuestos demócratas no son para nada confiables y en todos los procesos electorales donde participan, la pelea es a muerte, haciéndose zancadillas entre sí y operando políticamente de manera desleal. Para más señas, ya se han hecho públicas las irreconciliables diferencias entre sectores opositores que hasta ayer se abrazaban y bebían alegres de la misma botella.

Los más relevantes son los partidos afiliados bajo la sombrilla de la tarjeta de la MUD (Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Voluntad Popular, estos últimos a regañadientes), que cuchillo en mano, han dado la orden de tierra arrasada y someter y aniquilar cualquier candidatura disidente que le reste votos a la sobrevenida Unidad (más forzada esta causa, imposible). Los denominados candidatos del G4 van en modo aplanadora sometiendo a diestra y siniestra a los distintos aspirantes, sean estos de sus propios partidos o de otras organizaciones políticas que tienen meses haciendo campaña para su causa electoral.

Pero en la MUD no tienen ningún escrúpulo. Llegaron tarde a la negociación para participar en la contienda electoral, pues tienen años llamando a la abstención y jugando al golpismo. Pero apenas le dieron la orden de participar desde la Casa Blanca, desplegaron sus garras, atropellando y amenazando al resto de las organizaciones políticas. Estas amenazas no son un juego. Todos recuerdan claramente que las divisiones en el seno de la oposición empezaron cuando la cúpula del G4 impuso nefastas órdenes al resto de los pequeños partidos afiliados a la MUD. Por eso surgió el G4, una élite que empezó a tomar decisiones en nombre de toda la fauna opositora. Y cuando implementaron la línea abstencionista, se la impusieron al resto de los partidos, prohibiéndoles inscribirse en las elecciones pasadas, so pena de llamarlos infaustos traidores, alacranes y una inagotable andanada de sapos y culebras. Vaya zoológico.

A la cabeza de los desmanes y las imposiciones en Caracas aparece Primero Justicia y su candidato importado en vientre, el maracucho guarimbero Tomás Guanipa. El repudio y la burla a este personaje ha sido total. Una apuesta al fracaso. Para más señas, el descontento de los opositores radica en que teniendo tantos candidatos en Caracas se haya decidido traer a un outsider que tiene dos años fuera del país disfrutando de su autoexilio dorado (acomodado en Bogotá) como embajador en el gobierno imaginario del exdiputado Guaidó. En chanza se le reconoce su enorme capacidad de transfiguración. Parece el insecto monstruoso de La Metamorfosis de Franz Kafka, que va repitiendo intensamente que "Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia, interrupción prematura de un proceso ordenado". Aquí el príncipe coronado soy yo, exclamaría el maracucho entre sus seguidores.

Por eso, en oscuras y secretas negociaciones han ido cayendo candidato tras candidato. Todos han renunciado por la presión de quitarles el apoyo de la renacida tarjeta electoral de la MUD (proceso metafísico solo posible en este contexto postapocalíptico de la pandemia). Así han caído en combate (y sin chistar) aspirantes como Jesús Armas y Roberto Patiño, las víctimas más emblemáticas de la política de "amoroso" consenso aplicado por la cúpula del G4 y que permite aniquilar certeramente las pretensiones de sus propios dirigentes.

Quedan en pie unos pocos aspirantes con sus propias tarjetas. Parece David contra Goliat. El más visible es el candidato por la Alianza del Lápiz, Antonio Ecarri, que intuye que se le viene encima la fuerza letal de la aplanadora opositora. Desde hace semanas ha señalado que solo él representa a las vigorosas fuerzas de la "unidad real". Con claridad política predijo que la cúpula opositora podría "postular un candidato a última hora", con la posibilidad de que "te saquen de un sombrero a un candidato".

Pues Antonio Ecarri se mantiene en modo rebeldía y no acepta el candidato impuesto por la cúpula de la MUD. A pesar de salir positivo para covid-19, señaló que no renuncia a sus aspiraciones y que "volveremos a las calles de Libertador para seguir trabajando", "sin caer en chantajes de nadie". Veremos cuánto le dura la gasolina.

Mayor bochinche ha generado la imposición de Guanipa a la Alcaldía de Caracas. Esta deschavetada decisión parece más una cuota de poder exigida por Primero Justicia, que a cambio apoyará ciegamente a los candidatos de la alianza en el resto de los estados y municipios. En una Caracas impugnablemente Chavista, es una derrota garantizada. Malos cálculos de los laboratorios opositores.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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