Un virus inteligente (II)

Continuando con las reflexiones acerca del virus. Estamos a principios de Enero del 2021. Comentaba que el virus se ve como una inteligencia global que se instaló en el mundo y ocupa esos espacios que no pudieron ser cubiertos por la inteligencia social humana, en cuanto a lo que es la relación entre nosotros como seres humanos y entre nosotros y la naturaleza. Entonces el virus consiguió instalarse y está ubicado en todas las regiones del globo, en todos los ambientes, todos los escenarios, con diversas razas y con posibilidad de evolucionar y de adaptarse en múltiples frentes; algo bastante peligroso porque puede mutar simultáneamente en muchos lugares y ya hay una segunda ola en Europa que es más contagiosa. Entonces, cómo decirlo, tiene a la humanidad en jaque. Pero es que además del virus hay otras situaciones que coinciden en este momento histórico, afectando la humanidad, obligándola a producir cambios y crecimiento. Sobre todo en la parte humanística.

Uno de ellos es el modelo de nuestra cultura, modelo consumista adoptado en todo el globo. Vivimos en una sociedad de consumo donde la alegría de la vida, en buena parte tiene mucho que ver con el comercio, con el consumo de las cosas, con la evasión y la fantasía y eso se ha exacerbado hasta extremos irracionales. Se ha llegado a situaciones absurdas, despilfarro y mucha destrucción como si el planeta fuera de recursos infinitos. Crea un escenario de alta contaminación y entropía, en donde una inteligencia global como es el virus simplemente tiene abiertas muchas posibilidades de ensayo y evolución por sí mismo en su manera natural. No es la acción de un país o grupo; es el virus en sí. Es una entidad que se adapta, crece y evoluciona. El modelo consumista precisamente le facilitó su tarea. Hay regiones del mundo con poca capacidad de protección frente al virus por sus débiles políticas de salud social y lenta respuesta para buscar soluciones.

La competencia en lugar de ayudar, dispersa los recursos. El frenazo que ha tenido que dar el mundo precisamente en esa tarea de consumo y establecer un distanciamiento llamado social, aunque es en realidad un distanciamiento físico, es lo que ha podido más o menos contener el virus y se ha llegado hasta el punto de que hay pocas comunicaciones aéreas y marítimas y la educación mundial está casi paralizada. Aún con la vacuna la situación mundial cambiará para siempre.

Pero ya de por sí el mundo tenía otro reto y es que la población mundial está en el orden de los 7.700 millones de habitantes; un número bien grande. De esos 7.700.000.000 muchos de nosotros nacimos durante el siglo pasado y hay una gran cantidad de gente que nació en la década de los 60, por decir algo y precisamente si uno ve las estadísticas, el crecimiento mundial de la población ha sido de una forma exponencial muy acelerado, justo después de la segunda Guerra mundial. Estamos hablando de los años 50 y 60 y la población fue creciendo de manera acelerada hasta el 2017 como puede verse en una búsqueda en internet. Efectivamente venimos de un crecimiento muy acelerado y la población mundial creció como la espuma de la cerveza. Pero después de subir, la espuma se detiene y comienza a disolverse y lo mismo pasa con la población, porque precisamente, no somos inmortales.

Entonces esos 7.700 millones de personas, moriremos en el corto, mediano y largo plazo dependiendo de las edades y así como hubo una tasa de crecimiento grande va a haber una tasa de decesos también grande, incluso suponiendo que la población se mantiene como está con los nacimientos posteriores. Quienes han podido enfrentar el problema de una manera bastante eficaz han sido los chinos que frenaron su crecimiento poblacional durante los últimos años aplicando una legislación estricta. Sin embargo, el mundo ya está montado en 7.700 millones de personas que han vivido cambios increíbles en el mundo.

Este crecimiento vino acompañado de un proceso de industrialización y desarrollo tecnológico para construir la sociedad de consumo. La forma de vivir cambió. Las últimas generaciones se acostumbraron al carro, al televisor, al teléfono como si hubieran existido siempre. La tierra fue fotografiada en toda su redondez y ya hasta se acepta 'la nube' y el dinero electrónico con naturalidad. Internet y las redes sociales, aún siendo controladas por intereses poderosos en pos del consumo y el poder, no lograron impedir el incremento de la inteligencia global de la humanidad. Se dan fenómenos que emergen en medio de esta situación caótica, siendo el coronavirus uno de ellos. La humanidad está lista y necesita dar un salto tan grande en profundidad, que es realmente cultural. Ya hay muchos temas económicos, políticos, sociales, religiosos que la gente común cuestiona. No más guerras, hambre, exclusión, racismo, ni sucesos como los del mediterraneo. Es necesario un desarrollo humanístico, social, espiritual para poder sobrevivir. La barbarie no es una opción.

El modelo de consumo permitió el desarrollo de tecnologías y logros materiales, pero con insuficiente desarrollo humanístico y nos llevó a un borde peligroso incluso para el planeta entero. Ahora hay que tomar de las cosas buenas del mundo y crear un modelo que de verdad funcione ya que lo necesitamos para poder seguir adelante. Venezuela, por sus recursos, ubicación e historia muestra una propuesta, todavía en desarrollo, que tiene un papel muy importante a jugar en el mundo.

Chávez vive...

vbarriosp@gmail.com



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