La transculturización va viento en popa y adios a nuestras tradiciones navideñas.
No se sabe si es por jalabolismo o por ignorancia e inconciencia, que no aparece el niño Jesús por ninguna parte, porque lo que observas en cada acto de las dádivas gubernamentales, es a Santa Claus, también llamado San Nicolás. Ícono navideño gringo, que a los que se hacen llamar antiimperialistas les encanta y ahora lo utilizan como si fuera propio dejando lo tradicional a un lado. Lo más probable es que a los hijos de estos supuestos dirigentes de izquierda y anti yankis, les cambien el nombre de Juan por Jhon, para así estar preparados en sus deseadas visitas al pais del norte..
Las ferias del pesebre tradicionales en nuestras ciudades, pueblos y comunidades, desaparecen y no hay apoyo o muy poco para los actos conmemorativos del niño Jesús, que otrora fuera también el referente, para que los niños se acostaran más temprano y así esperar el anciado juguete solicitado en sus cartas dirigidas con su inocencia infantil, al niño Dios.
No hay quien le de un parao a San Nicolás. Es el rey del son actual y seguramente detrás del difraz, esté Pompeo o el mismisimo Donald Trump.
Que contrariedad tiene el reformismo imperante, nos vende un discurso anti yanki, pero utilizan sus tradiciones como referente.
Gobernantes de todo tipo en sus actos navideños, se colocan el gorro de Santa Claus y posan con un difraz del barrigón al lado, entregando juguetes.
Se jodió el niño Jesús, la era de la nueva burguesia, lo arrastró también al abismo.
Aunque al tema le colocó un toque religioso, lo que planteo realmente es la perdida de nuestra identidad, la cual se refleja en gran parte en nuestras tradiciones.
Un pueblo sin identidad nacional, es como volantín sin rabo y el que no sabe de donde viene, nunca sabrá hacia donde va.
Nuestras tradiciones navideñas en ese aspeto, es el popular pesebre y el niño Jesús, NO es el pino, ni Santa Claus o San Nicolás.
Lo más triste es que nadie se pronuncia, es probable que nuestro ministro de cultura esté viviendo en Nueva York.
Rectifiquen CARAJO, que andan más perdidos que el hijo de Limbert.
