El maltrato que reciben los viejos jubilados de PDVSA

Muchos de nosotros, actuales viejos jubilados de PDVSA, previo a la jubilación, tuvimos que transferir a la generación de reemplazo o relevo, nuestros conocimientos académicos junto con aquellos adquiridos en vivo y en directo en el lugar de trabajo.

En algunos casos, se presentaba una situación sui generis; la preparación académica del maestro, no estaba a la altura del aspirante a reemplazarlo. Sin embargo, cualquier falencia del maestro, futuro jubilado, era compensada con creces, con las sapiencias y experiencias adquiridas en el sitio de trabajo, durante sus años de servicio. A pesar del buen nombre o fama de cualquier Universidad, en toda carrera universitaria, y con mayor frecuencia, en las relacionadas con la industria petrolera, existían y tal vez aún existen, lagunas o desconocimiento de situaciones que no se aprenden a través de los libros de texto; solo se aprenden en vivo y en directo en el sitio donde se desarrolla la acción.

Leyendo, nunca puedes saber lo que involucra el trabajo de exploración y de campo, previo al primer golpe de taladro que inicia la supuesta vía al yacimiento; la perforación hasta el fondo, con la espera optimista del éxito o la desilusión por el fracaso; la experiencia de participar en una parada de planta en refinería; la comercialización internacional de hidrocarburos cumpliendo con acuerdos de cantidad, calidad y fechas de entrega en puerto de embarque (FOB) o puerto de destino (CIF); trámites de transporte y seguro en el caso de entregas CIF; y muchas otras actividades relacionadas con la industria petrolera. Como decía un compañero, hoy día colega jubilado: "En el sitio de trabajo es donde se aprende a batir el cobre, el "know how" de la industria".

En mi caso personal, desde mucho antes de jubilarme, tuve el privilegio de dar la bienvenida y tratar de iniciar a muchos jóvenes universitarios recién graduados aspirantes a un cargo en la Gerencia de Suministro, Transporte Marítimo y Comercio Internacional. Estos noveles aspirantes manifestaron siempre su frustración por la ausencia de conocimiento sobre petróleo o hidrocarburos en general, que las universidades no incluían en su pensum de estudios, o pasantías en lugares de trabajo.

Debo decir que hubo casos en los cuales tiraban la toalla antes de empezar, y al dejar nuestro trabajo en la industria petrolera nacional, dejamos allí los mejores años de nuestra vida; soltamos la salud, apartamos vivir por servir, soltamos enseñanzas, dejamos ejemplo, soltamos una hoja de ruta o camino a seguir; dejamos nuestros ahorros en el "Plan de Jubilación" de la empresa para asegurarnos una vejez tranquila con entradas suficientes para cuando llegara el momento de las vacas flacas (por sí alguna vez llegara y llegó); legamos nuestro conocimiento y enseñanzas para las generaciones de relevo, que lamentablemente la cúpula paracaidistas de la nueva PDVSA no quisieron aprovechar, para dedicarse a actividades ilícitas que ocasionaron el colapso y derrumbe de nuestra primera industria nacional, y ahora, ¿Cómo nos pagan?

Nos pagan con mísera pensión y uno que otro modestísimo "Bono" que alcanza apenas para algo de alimentación dejando por fuera los compromisos contractuales adquiridos, de velar por nuestra salud suministrando medicinas y atención médica integral y nos condenan a morir de mengua. Además, se niegan a pagar los intereses del auto préstamo del dinero que tomaron de nuestros ahorros que confiada e ingenuamente dejamos en nuestro Fondo de Pensiones, de cuya titularidad se apropiaron de manera ilícita y arbitraria.

Reconozco y admito que parte de lo anterior es "llover sobre mojado" pero siento la necesidad de hacerlo tratando de motivar a los colegas que, tal vez por vergüenza, o pensando que es perder el tiempo continuar con nuestros reclamos, o porque sus medios económicos son suficientes y no necesitan pedir, les diré que somos muchos quienes necesitamos el dinero que nos niega PDVSA. No se trata de pedir, se trata de exigir lo que es nuestro.

Si algún colega jubilado, no necesita este dinero que otros necesitamos, te pido por solidaridad que nos apoyes; no es justo que, por ejemplo, existiendo un numeroso grupo de colegas jubilados en Caracas, cada vez sean menos los asistentes a las acciones de calle que se realizan semanalmente en PDVSA La Campiña y también en otras localidades del interior.

El tiempo se nos va, los años son implacables; no somos inmortales. Cada día que pasa es un día menos de vida y es un día más de burla y desprecio que nos brinda con descaro los directivos de PDVSA la empresa/país a la cual ofrendamos con honradez y dedicación nuestra existencia. Ya no importa los años de edad que tengas, lo que importa ahora, son los años de vida que te quedan, y no es tiempo de sumar; estamos en tiempo de restar. No vamos en subida sumando kilómetros, vamos en bajada, sin frenos hacia el final y cada día que pasa es un día de vida que le restamos a nuestra existencia.

roqueriveraqq@gmail.com



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Roque Julio Rivera


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