País de buhoneros

Sería extraño que los lectores de este diario no se hayan percatado del aumento de vendedores y vendedoras en la calle, exhibiendo sus mercancías nuevas o usadas, a precios dolarizados y en efectivo. Será más extraño aún, que no conozca a alguien de su entorno familiar o laboral, que por estos tiempos no haya incursionado como mercader de oportunidad, para resolver el gran déficit, que se le presenta antes de que finalice cualquier mes. Es más, es muy probable que sean unos de los protagonistas de este preámbulo, al igual que este servidor. De tal manera que no es tampoco extraño, escuchar que nos hemos convertido en un país de buhoneros a cielo a abierto.

Cada vez más, es menos atractivo estar empleado en el sector privado, pues solo una minoría tiene salarios que resisten los cañonazos inflacionarios, que ahora se ralentizan, pero que no cesan. En el sector público muchos se mantienen laborando gracias al apego institucional o afectivo con grupo de trabajo, los esporádicos beneficios y ciertas licencias, que parafraseando al Quijote, "no quiero recordar".

Esta situación tiene impactos profundos, como poner en cuestión una de la máximas impuestas, tanto en la cuarta, como en el inicio de la quinta república; es decir el estudio como el mecanismo de ascenso social por excelencia. No hay incentivo para la prosecución escolar, si los jóvenes tienen frente a sus ojos padres y madres, empleadas y mal pagados o que las actividades que realizan, como el comercio no requieren más que el talento para vender "y saberse administrar".

Ante esta realidad todos coinciden inequívocamente en una afirmación, hay que producir. Solo un pequeño detalle: esto no significa lo mismo para todos. En el caso de gremios empresariales tradicionales, apuestan al país siempre y cuando el Estado los financie y le dé "condiciones favorables", sin comprometer una pizca de su creciente patrimonio. Dicho de otro modo recuperar el usufructuó de la renta petrolera, como era antes. En cuanto al gobierno revolucionario, hoy promueve la iniciativa privada, minimizando la pública; siempre y cuando se asuman bolivarianos y manifiesten estar comprometidos con el país en estos duros tiempos. Habrá que hacer un escrutinio exhaustivo de estos últimos, a ver si no son los mismos de antes u otros nuevos que reproducen sus prácticas. En cualquiera de los dos casos, los que trabajamos, quedamos como siempre, con el papel de peones, precarizados y mal pagados.

Los que trabajamos estamos llamados a participar activamente en el hecho productivo, por no recordar aquella vieja y siempre vigente aspiración de tener "el control de los medios de producción". Un mecanismo de participación son los Consejos Productivos de Trabajadores, pero no para ser invitados de papel, sino para tener incidencia real de acuerdo a nuestros intereses de clase, en la gestión de la generación de bienestar y riqueza. Otro mecanismo, es asumir iniciativas a través de las organizaciones comunales, como ya lo están haciendo muchos compañeros y compañeras que desarrollan la autogestión comunitaria como fórmula para proponer otra manera de hacer economía, con rasgos alternativos al del capital.

Advertencia para los ilusos, esta no es la salida fácil, tampoco la de corto plazo.

Es clave entender que hacer un llamado a participar en la producción también significa, generar incentivos para quienes laboramos y esto supone ajustar significativamente los salarios reales, que permitan sostener materialmente un buen vivir. Percibo que pocos en el alto gobierno, además de escasos en nuestra dirigencia sindical, abordan este asunto con franqueza y sinceridad. Aumentar los salarios es perfectamente viable de acuerdo al criterio de la economista Pascualina Cursio, quien sostiene que mientras los que trabajamos nos hemos empobrecido, lo dueños del capital han aumentado considerablemente su patrimonio.

Hay que desmantelar este país de buhoneros en el que nos han convertido y para ello debemos producir, de formas alternas a las capital lo hace y con mayor participación en el bienestar y la riqueza generada.




 



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Jesús Alberto Rondón

Sociólogo. Se desempeña como Facilitador en el Inpsasel, ha sido electo Delegado de Prevención (2011-2013 y 2013-2015) y es Vice-Presidente del Consejo de Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel (2.011).

 jesusalbertorondon@gmail.com      @JesusRondonVen

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