(Transformación de la debilidad individual en fuerza colectiva)

Cajas, bolsas Clap y bonos varios

La otra vez coincidimos con un colega en el automercado del CC Los Próceres de Barquisimeto, cuando se podía ir a tales sitios, y comentamos algo que nos causó cierta gracia. A saber, que una persona allegada a él elaboró un trabajo académico como requisito parcial para un ascenso en el escalafón universitario sobre el rol del intelectual en estos tiempos de la llamada Revolución Bolivariana. Ello no tendría novedad alguna en lo personal sino fuera porque tuvo la osadía de incluir a este minicronista entre semejante fauna.

Hacemos parte, pues, de eso que metodológicamente suelen llamar muestra, actor, informantes clave o cosa semejante. ¡Abrase visto! Protestamos pero él sin inmutarse acotó que fue por ciertos textos nuestros publicados desde hace ya un tiempo en esta página (www.aporrea.org). Considerados no sé si al modo de las tesis del teórico italiano Antonio Gramsci, quien hace particular referencia a las nociones del intelectual orgánico, hegemonía social, bloque histórico y otras zarandajas por el estilo.

Asunto delicado porque puede ser considerado más propio de los discursos que el comandante Chávez llegó a llamar "Prosopopeya" o uso de la palabrería huera, sin la necesaria y urgente acción concreta transformadora de la realidad adversa, desarrollada como actores sociales en el marco de una comunidad concreta. Pero su contrario también entraña peligros: el activismo irreflexivo y la obnubilación crematística, el interés por la cosa inmediata y práctica, situación en la que cae con frecuencia el presidente Maduro en sus cadenas radio-televisivas y medios digitales, al parecer sus favoritos.

¿Qué vale más? ¿La acción o la reflexión? ¿Van paralelas? ¿Pero que no existe cierto nivel de especialización a tenor de eso que desde el fordismo llaman algunos teóricos división social del trabajo? Atilio Borón, Ignacio Ramonet o cualquier otro filósofo altemundista, ¿le entrarán duro al trabajo concreto comunitario? ¿No es su oficio intelectual su rol principal y en ello ocupan todo su tiempo como académicos que son, aunque ya estén retirados de los campus universitarios o centros de investigación, pongamos?

Sin embargo, según concluimos con la premura del caso, ahí en el referido encuentro incidental, que la reflexión teórica sobre ciertas dimensiones de la realidad sociohistórica o del entorno como dicen los expertos en gerencia también es muy necesaria. Más allá o más acá de que como recoge el viejo Diccionario Pequeño Larousse Ilustrado (1981) Prosopopeya es:

"Ret. Figura de retórica que consiste en atribuir el sentimiento, la palabra y la acción a las cosas inanimadas o abstractas, a los muertos, a los animales, a los ausentes, etc. // Fam. Gravedad y la pompa afectada: ‘venir con mucha prosopopeya" (p. 846).

Así, según esto y con mucho sonrojo somos parte de los "intelectuales menores" diríamos (bolivarianos y/o chavistas), porque los mayores sí son autores consagrados y ya están por encima de esta coyuntura particular. Dado que su obra escrita, sobre la que ya se pueden sentar cómodamente, trasciende o se proyecta con fuerza hacia las décadas futuras. Por ejemplo, los historiadores: Dr. Reinaldo Rojas, profesor y tutor nuestro en trabajos de investigación; Dr. Pedro Rodríguez Rojas, nuestro distinguido profesor y amigo; Dr. Vladimir Acosta, de quien siempre disfrutamos sus intervenciones televisivas o en vivo en ciertos congresos, como uno que hubo hace ya unos dos años en San Felipe, estado Yaracuy; Dr. Luis Britto García, igual que el anterior; Dr. José Pascual Mora García, Omar Hurtado Rayugsen, Omar Galindez, el Dr. Puerta, de la Universidad de Carabobo, Enrique Plata y José Sanz-Roz, de la ULA Mérida, Lic. Ronald Denis-Boulton, a quienes siempre leemos por su novedad en sus exposiciones; son verdaderos maestros en esto del ejercicio del pensamiento crítico.

Finalmente, no recuerdo si en el diálogo del supermercado incluimos también en semejante lista, siempre arbitraria, a intelectuales más jóvenes que ya despuntan en Venezuela, como son: Juan Romero, Roberto López Sánchez, Miguel Ángel Pérez Pirela. En lo que sí estoy seguro es que descartamos a otros que poco escriben sueltos periodísticos, aunque hagan parte del Centro Nacional de Historia que, como diría el apreciado Prof. Eligio Damas, vecino de esta página, son muy activos "defensores del gobierno" a sol y sombra.

Bien, a lo que íbamos en la intención inicial de este suelto era que el presidente Nicolás Maduro, un tipo inteligente, pragmático e intuitivo y que por ello ideó programas de protección social a todos los venezolanos, con mucho éxito: como las ya famosas cajas o bolsas de víveres distribuidos a través de los no menos famosos Consejos comunales, muy buenas pero con sin regularidad quincenal o mensual, sino cada dos o tres meses, les limita su efectividad; además, esos clap serán de todo, menos productivos. Un invento pragmático, que puede llegar incluso a cosificar la conciencia.

También el Ejecutivo Nacional hace entrega de varios bonos de compensación económica de manera mensual. Los cuales se agradecen, aunque son del todo insuficientes. Son mejores los que se autoasignan algunas autoridades universitarias, pero esos son otra cosa. Estos de que hablamos son al menos un colchón para amortiguar el hambre y los golpes de la economía inflacionaria, esta vaina que verdaderamente es una desgracia que torna sal y agua nuestros sueldos como profesionales, ¿quién reflexiona sobre esa situación bajo una teoría social con suficiente solvencia? ¿Alguien sistematiza esa experiencia? O son todos pragmáticos y crematísticos, utilitaristas de medio pelo.

Decimos esto último porque hemos visto por tv que a Maduro le molestan los "intelectuales", los intelectuales menores, por su puesto. Porque, claro, Borón y Ramonet u otros, sobre todo si son extranjeros parece que los pone como "asesores". Y con buenos sueldos en dólares o euros, aunque eso es una "tradición" eurocéntrica heredada del mismo Chávez, que se la pasaba echando cuentos. Algunos muy sabrosos pero sus asesores en política internacional y en economía social fueron extranjeros. Juan Carlos Monedero, Pascual Serrano y otros profesores de Universidad Complutense de Madrid dizque saben de estas referencias. Los de Europa son intelectuales mayores y aun se la pasan paseando por Caracas en ciertos eventos, con buenos viáticos y cheques del erario público para sus bolsillos. "Toda asesoría genera honorarios", dicen.

Pero a Maduro no le gustan los escribidores, menos los de esta página, casi todos unos "renegados", dirá él; a su inteligencia práctica les parecen repulsivos; en cambio, acuerda con otros agentes no menos tales por su pragmatismo en política y la economía de aquí y de cuyá; aunque con ello diga y se contradiga.

Según lo que comunicara ayer (1ro de julio de 2020) en una cadena vespertina dedicada a la economía comunal. Criticó acerbamente a los que sólo escriben sobre "cómo debe hacerse la revolución", pero no se meten a trabajar en las comunidades que es "Donde se bate el cobre", como suele decirse. Eso nos hizo recordar a José Roberto Duque, un caroreño intelectual, periodista y escritor que en los últimos tiempos se fue para el llano a trabajar la tierra pero que no deja de escribir libros y ensayos, pero son pocos quienes toman esa opción.

Luego el presidente dio unos "pases", como los toreros de antaño, (Ole) a unas experiencias productivas en comunidades del 23 de enero y algún otro sitio, pero lo curioso fue que de inmediato pedía "reflexiones" a ciertos ministros (Aristóbulo y Blanquita, Erika … menos al de educación universitaria, tal vez porque cada vez se le parece más al protagonista de la novela de Jerzy kosnki (1933-1991) "Desde el jardín" (1971), un tipo con poca sal en la mollera, que siempre hablaba como en parábolas sobre estrategias de cómo cuidar el jardín y éste de los éxitos de la educación superior en Venezuela).

Siempre desde la perspectiva personal advertimos que ninguno de tales ministros, alcaldesa o jefe de gobierno capitalinos alcanzó a elaborar reflexiones dignas de tal nombre. Dijeron aspiraciones, consignas, pero no teorizaron nada. Algo que iluminara el proceso concreto de crear nuevas organizaciones que produzcan y distribuyan bienes o servicios con una nueva perspectiva de gestión de tipo participativa, empresas con unos objetivos estratégicos emergentes en el contexto de la coyuntura que vive hoy Venezuela, algo que "Transforme como dice El Plan de la Patria (2007-2013) la debilidad individual en fuerza colectiva, reforzando la independencia, la libertad y el poder originario del individuo" (III. Democracia Protagónica Revolucionaria. Ob cit., p. 3).

Luego hay que decir que el presidente padece de una percepción equivocada del rol del intelectual y también de quien pudiéramos llamar el gerente de organizaciones productivas de nuevo tipo. Eso no se improvisa, por eso tal vez apelando a su intuición creo la Universidad Popular de las Comunas, o algo así. Una cosa que vendría a ratificar el fracaso del proyecto de la Universidad Productiva formulada por el inefable Hugber Roa, un vergajo que dice ser un gran saldado revolucionario a toda prueba, gran teórico universitario, sin duda; cuya mejor obra breve fue meterle unos coñazos a un diputado en una sesión de la Asamblea Nacional.

Sin duda los ministros de la cartera universitaria del gobierno de Maduro son extremadamente precarios. Por eso las autoridades rectorales venezolanas se han eternizado en el poder porque tales funcionarios, de tan limitados, no generan políticas en ese sentido y muchas casas de estudios les están cayendo en la cabeza, simbólica y literalmente.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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