La dialéctica entre el chavismo y el antichavismo

X no puede ser sin Y, Y no puede ser sin X. Y y X se han constituido mutuamente a partir de su relación. Nótese que no estoy simplemente diciendo que Y y X mantienen una relación de mutuo condicionamiento, que simplemente uno afecta al otro. Digo mucho más que eso; digo que cada uno no puede ser sin el otro. Ello implica una dependencia esencial (ontológica) entre X y Y; los cuales son sólo “lados” o “ aspectos” de una unidad que los trasciende y que les da origen. En la Sistemología Interpretativa hemos llamado “recursividad esencial” a esta relación.1 Si X surge en oposición a Y y Y surge en oposición a X, hablaremos de una “relación recursiva esencial negativa”. También debo aclarar que el adjetivo “negativo”, usado para referirme a una “recursividad esencial” en la que los lados se oponen, no necesariamente implica un juicio de valor; no necesariamente quiere decir “malo”, ni su contrario, “positivo”, necesariamente quiere decir “bueno”. Así, una recursividad esencial negativa puede ser constructiva o destructiva tanto para sus lados como para el ambiente donde habita.

La relación devenida históricamente entre el chavismo y el antichavismo es de naturaleza recursiva esencial negativa. Se han venido constituyendo mutuamente, pero lo han hecho dentro de una relación conflictiva. Esta relación conflictiva ha llegado a ser destructiva tanto para sus lados como para la sociedad donde tiene lugar. Por tanto, estamos en presencia de una recursividad esencial negativa destructiva.

El chavismo, por su parte, surgió en oposición y contraposición a los gobiernos de derecha representados originalmente en el Pacto de Punto Fijo. Su condición de ser (condición ontológica) inicial es negativa (que se da mediante la negación de algo más), es la de ser-contra. Un poco después de su inicio, a esta condición negativa, presente a lo largo de toda su historia, se le agrega una cierta positividad prospectiva, un ser-hacia, vinculado con ideas socialistas. Bajo esta condición positiva se comienza a desarrollar una política internacional (con énfasis latinoamericano) basada en un espíritu de fraternidad. Aquí también hay una condición de ser-contra, pero, en este caso, es ser-contra los poderes hegemónicos internacionales que oprimen los pueblos del “tercer mundo”, en particular los latinoamericanos. También, dentro de esta forma positiva de ser-hacia aparecieron, por una parte, los variados programas sociales destinados al auxilio de los más pobres, pero también mezclados con estrategias de clientelismo político; y, por la otra, la nacionalización (o expropiación) de empresas privadas, la cual, en su mayoría resultó infructuosa. En la medida en que transcurren los años, este aspecto positivo del chavismo va perdiendo fuerza, especialmente después de la muerte de Chávez: La política internacional se debilita considerablemente, los programas sociales se tornan cada vez más ineficientes y clientelistas, y el fracaso de la nacionalización de empresas privadas se hace más evidente.

El antichavismo fue originalmente una reconstitución de lo que quedó del “Puntofijismo”, unida con nuevos grupos y agentes. Como bien su nombre lo indica, ha estado dominado desde su aparición por la simple negación del chavismo: anti-chavismo. El antichavismo se constituye de este modo como un movimiento-en-contra con una condición lógico-histórica de un ser negativo, de un ser-contra. Aquí prácticamente no hay ninguna positividad, es simplemente la oposición rotunda, la negación, del chavismo.

Nótese que la condición lógica dominante, devenida históricamente, del chavismo y de su opuesto, el antichavismo, es la misma: la de ser-contra. En el caso del chavismo, cada vez más, la mayor parte de la energía se despliega en su ser-contra el antichavismo. Es decir se constituye en un anti-antichavismo. Por su parte, el antichavismo original reacciona contra el anti-antichavismo y se reconstituye en un anti-anti-antichavismo…, y así sucesivamente.

En pocas palabras, el chavismo y el antichavismo se han constituido en una unidad recursiva esencial negativa destructiva, la cual llamaremos {chavismo – antichavismo}. En la medida en que avanza el tiempo, la única positividad que hay en ambos lados es el ansia de poder: los unos, mantenerse en el poder; los otros, tomar el poder. Ello implica una simplificación empobrecedora de ambos lados, la cual por simple y pobre no deja de ser dañina.2 Aunque no toda unidad recursiva esencial negativa tienda a una simplificación nihilista, la que nos ocupa sí lo hace. En efecto, chavismo y antichavismo se van constituyendo en una unidad recursiva esencial que empobrece cada lado reduciéndolo a un simple buscador de poder. Para mantener o conseguir ese poder, cada lado hace todo lo posible para destruir al otro lado. Pero, mucho más grave que esto es el hecho del poder destructivo de la unidad recursiva esencial negativa destructiva contra la sociedad venezolana. Dicho de manera metafórica y dramática: la unidad {chavismo – antichavismo} se ha transformado en un cáncer que está destruyendo la sociedad venezolana.

Es de vital importancia que los venezolanos entendamos esto; de ello depende nuestra vida como nación. Lo podemos entender conceptualmente, lo cual sé que no es fácil. Pero también lo podemos intuir, sentir, socio-culturalmente. En alguna medida, creo que esto último está ocurriendo.

En este orden de ideas, de inmediato se asoma al pensamiento la posibilidad de un nuevo movimiento o frente político que tome las riendas y combata el cáncer. Pero que lo combata sobre la base de la comprensión de eso que combate; a saber: de la naturaleza de la unidad recursiva esencial negativa destructiva constituida por la dualidad {chavismo – antichavismo}.3 Un movimiento como éste podría reunir, y creo que ya está reuniendo, una serie de agrupaciones políticas, otro tipo de organizaciones, grupos e individuos que estén en desacuerdo con los dos lados del {chavismo – antichavismo} y que, por tanto, estén en desacuerdo con la unidad que los trasciende y los constituye. Si tal movimiento se instaurase sobre la base de esta comprensión, ¿cuál debería ser su condición?

Al final de uno de sus artículos (“Esa ayuda es mía”), Enrique Ochoa Antich, después de mostrar su oposición contra el Gobierno chavista y contra la oposición extremista (representada circunstancialmente por el diputado Guaidó), concluía: “¡Ni gobierno ni oposición sino todo lo contrario!”. A los que recordamos la época de la presidencia de Carlos A. Pérez, la frase nos puede extraer una sonrisita al recordar uno de los dichos atribuidos al difunto presidente. Sin embargo, en nuestro presente y aplicado a esta situación política, la frase requiere ser pensada muy seriamente. En efecto, es de fundamental importancia que aquéllos “moderados” que pudieran representar este nuevo movimiento o frente (recuerda al Frente Amplio uruguayo) mencionado en el párrafo anterior piensen concienzudamente qué debe significar este “…sino todo lo contrario” en la frase: “¡Ni gobierno ni oposición sino todo lo contrario!” Es necesario pensarlo muy bien, porque el nuevo movimiento político enfrenta un inevitable peligro de nacimiento que puede conducirlo fácilmente a transformase en aquello que quiere combatir. Dicho metafóricamente, el tratamiento contra el cáncer puede fácilmente dar lugar a otro cáncer similar. Explico brevemente la razón de mi advertencia:

Este nuevo movimiento nace con el “pecado original” de ser un movimiento en contra, es decir, su ser inicial tiene el carácter de un ser-contra; un ser contra la devenida (actual) unidad {chavismo – antichavismo}. Corre así el grave peligro de caer finalmente en el nihilismo propio de aquello que sólo posee un ser negativo carente de toda positividad; es decir, caer en la vacuidad destructiva en la que cayó lo que quiere combatir. ¿Cómo ir en contra del {chavismo – antichavismo}, pero hacerlo de manera que su ser no se reduzca a la negatividad pura? ¿Cómo insuflarle positividad, contenido Político, contenido programático?

Creo que no es posible conjurar el peligro a cabalidad debido al origen histórico que marca el nacimiento de este movimiento, porque nace en contra del {chavismo – antichavismo}. Pero pienso que sí es posible, si se tiene consciencia plena del peligro, que el nuevo movimiento, por una parte, combata de un modo particular el {chavismo – antichavismo}, y, por la otra, tenga como fundamento una auténtica base Política —en el buen e ideal sentido de la palabra “Política”.

Con respecto al modo particular de combatir el {chavismo – antichavismo}, me parece que, al lado del serio cuestionamiento de la aberrante unidad recursiva esencial, la estrategia combativa principal debe ser la indiferencia, el dejar de lado al contrario, restarle importancia, tal vez con un poco de ridiculización humorística.

La base Política a la que me refiero sería la “plataforma” fundamental de lanzamiento del nuevo movimiento. No lo digo en sentido simplemente mediático, aunque es necesario diseñar un programa mediático que ponga de manifiesto de manera comprensible los elementos de dicha “plataforma”. La base Política estaría constituida por: 1), una doctrina Política bien in-formada por la discusión que se ha dado en los últimos tres siglos en el terreno de la Política y de la Economía Política, unida con el aprendizaje de la experiencia histórica —la de otros países y la nuestra; 2), un plan específico de reconstrucción institucional de nuestro país; 3) un programa económico; y, 4), muy especialmente, una auténtica voluntad Política, es decir una voluntad inquebrantable en pos del bien público y de la justicia social. Sin esta voluntad Política todo está destinado al fracaso, con respecto al bienestar de nuestro país. Esta voluntad Política es lo que “brilla por su ausencia” en el {chavismo – antichavismo} actual. Y lo que sí brilla por su destructora presencia es el afán del poder por el poder. El nuevo movimiento nunca debe perder de vista que el poder gubernamental es sólo un medio para poner en práctica una doctrina y un plan Político movido y guiado por una férrea voluntad en pos del enriquecimiento y mantenimiento del bien público, tanto en su dimensión espiritual como en la material.


1 Prefiero no usar el término “dialéctica” debido a la variedad de usos que esta palabra ha tenido en la Filosofía, y, en general, en las ciencias humanas. Un concepto muy parecido al de recursividad esencial es el de “acoplamiento estructural” de Maturana y Varela.

2 Esto recuerda la simplicidad de los virus en contraste con su capacidad destructiva.

3 Vale aquí la pena aclarar un punto: Los lados de la unidad {chavismo – antichavismo} a los que me refiero son los que han devenido históricamente a partir de la maléfica unidad. Cada uno representa el extremo dominante de todo lo que a lo largo de esa historia pueda llamarse chavismo y antichavismo. Eso implica que no incluyo allí los sectores moderados que puedan seguir autodenominándose “chavismo” o “antichavismo”, pero que están en desacuerdo con los extremos devenidos de sus movimientos políticos originales.

ramsesfa@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1083 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter