El "Presidente" y las vocales

Un día atravesadísimo en el almanaque de efemérides patrias -miércoles, 23 de enero para más señas, atendiendo al murmullo que, seguramente como un soplido proveniente de quien sabe que frente frío del norte, trajo consigo una orden imperial-, un oscuro personaje miembro de la falange fascista denominada "Voluntad Pa’robar", como quien deja caer una concha de ajo, este sempiterno segundón a la sombra de Leopoldo López, comenzó por irse a una plaza y delante de un pequeño grupo de personas adversas al gobierno legítimamente constituido de Venezuela, con lengua pastosa y un hablar entrecortado se proclamó "Presidente".

Pues sí, hilvanando un maltrecho discurso y con el único antecedente de haber pelado las nalgas en algún indecoroso episodio de aquella, su juventud ya lejana, este puntual partícipe de la "Fiesta Mexicana", esperó a "La Salida" a los líderes más conspicuos de la oposición venezolana y con el apoyo de Washington se los echó al coleto. A pesar de que estos "notables" adalides de la democracia representativa lo conocían bien "de atrás", confiados bajaron la guardia y se dejaron bailar el trompo por el ignoto dirigente. Y desde ese momento de presidente de una Asamblea Nacional -que por necedades políticas entró y se mantiene en desacato-, pasó a cargar entre paréntesis con la primera de las vocales agregada a su investidura. ¡Ya era el Presidente (A)… por autoproclamado!

Juan Guaidó comenzó así su andar trashumante por y con las vocales, que insistían en calificarlo.

Los medios de comunicación internacional que en cambote y sin pensarlo dos veces se alinearon e hicieron corro a los designios imperiales, lo apoyaron sin restricciones, pero cuidaron las formas y lo denominaron Presidente (E) por encargado. No valía la pena arriesgar el escaso prestigio de imparcialidad que les quedaba más allá de lo indicado por los poderes fácticos, pues este abrupto y escabroso episodio de la lucha opositora para derrocar al gobierno chavista sería rápidamente desenmascarado y una vez destapado sería muy difícil de mantener como verdad. A Juancito nadie lo eligió pero un señor de copete voluptuoso y amarillo le dijo machucando el español: "¡Si you pelar las nalgas por libertad, también poder coger Miraflores sin ganar elección, rabipeladou jajaja!"

Luego de un brevísimo análisis y después de pensarlo con más calma los mismos medios se preguntaron: "Ya va, ya va, ¿Si Maduro aún continúa en Miraflores y nuestro Juancho no participó como candidato en las elecciones de mayo de 2018, cómo deberíamos llamarlo?, ¿Cómo denominar a alguien que ante cualquier pregunta que se le realice sólo tiene por respuesta el estribillo prefabricado de "Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres"?, "¡Mejor coloquémoslo en las noticias como el Presidente (I) de interino!".

Así nace la leyenda de alguien que en un interinato no solicitado y con el apoyo de los poderes despóticos -estos sí- del imperialismo mundial, logra el malabarismo de sin ser verdaderamente un presidente, entregar empresas y riquezas de todos los venezolanos en detrimento y sin permiso de ellos mismos. Es decir, ¡por fin derrocaremos a la dictadura con este dignatario títere!.

Para muchos (incluyéndome) sólo es un Presidente (O) por oligofrénico. Un personero limitado, de pensamiento obtuso pero ambicioso, un estólido funcionario que, al igual que los insensatos predecesores cuartorepublicanos de conducta y tradición entreguista, para sostener la gobernanza de sus administraciones les vendieron el alma al diablo neocolonizador. Para el jardín de la "White house" nada mejor que un "White dog"…

¡Ya no se trata de un vulgar pelafustán sino más bien de un advenedizo pelafundillo! Un tipo insulso pero conspirador y codicioso, por lo que también podría tildarse de Presidente (O) por "obediente" a las órdenes de quien es su verdadero dueño. Producto desechable de "obsolescencia programada", y que ya cumplió su tiempo útil, ahora será desdeñado, relegado al "ostracismo" por sus patronos. Es una "ojiva" fallida que no causó el daño previsto. "Onanismo" opositor que satisfizo por instantes las aspiraciones de unos cuantos. "Opio" de la facción extremista que quiere para ya, arrebatando el poder. "Oprobio" de la democracia, "orate" imprudente que enceguecido no calculó su combustión espontánea. "Óbito" político que desfallece de mengua ante la estrategia de Maduro de dejar hacer hasta que sus adversarios por si solos se desgasten.

Para el gobierno Juanito es un Presidente (U) por "Usurpador", y este sí es un adjetivo que le calza, puesto que ha asumido funciones que no le son propias y según el DRAE en sus dos únicas acepciones al usurpar lo describe como: "1. Apoderarse de una propiedad o de un derecho que legítimamente pertenece a otro… y 2. Arrogarse la dignidad, empleo u oficio de otro, y usarlo como si fueran propios". En fin, en su papel de ujier de Donald Trump, ha intentado apoderarse de un derecho que le pertenece a Maduro, el de gobernar. Muchacho de mandado, "utilero" de Leopoldo López, Juan el defraudador se ha arrogado la dignidad, la majestad presidencial y ha desfalcado a la nación ungido como está por el gobierno de los Estados Unidos. Haber "usufructuado" un cargo para el que no has sido favorecido por el voto popular sin que nadie lo objete, solicitar la invasión de su propio país, implorar que los marines ocupen nuestro territorio, para demostrar su patriotismo tendrá que mostrar algo más que las nalgas.

Decir "Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres" como un mantra no le dará cerebro al espantapájaros de Oz, y aunque Nicolás sea propenso a conversar con pajaritos, esta vez creo que por allá, en algún pasillo de Miraflores, al último avechucho que se le acercó pidiéndole la renuncia, le habrá dicho colocándose el dedo índice debajo del ojo derecho: "¡a, e, i, o, u, más sabe "el burro" que tú, yo te aviso chirulí, unjú!".



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Carlos Pérez Mujica


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