Binóculo Nº 349

Los ladrones de Guaidó

Uno de los mayores escándalos, y quizás una de las principales razones por la que se detuvo la violentísima guarimba del 2014, fue la decisión de los organismos estadounidenses (todos apéndices de la CIA) de no seguir financiando las protestas opositoras, pues ya era una denuncia a voces, de los robos de los fondos que se habían enviado a Venezuela. Las primeras acusaciones incluso, salieron desde Miami, en donde sus propios acólitos estaban reclamando que un grupito se estaba cogiendo los verdes. Todo salió a la luz pública luego, cuando los propios autores de la violencia callejera entonces, decidieron no seguir activando pues no recibían los dólares prometidos. Investigadores de la oposición en Miami, estiman que de los 350 millones de dólares que se recibieron en Caracas para cargar de violencia y asesinatos al país, solo 200 millones se invirtieron en el pago de equipos, armas y alimentos. El resto se lo cogieron los jefes. Tal escándalo salió de las fronteras venezolanas y se conoció en países como Colombia, Brasil, Argentina, España y Estados Unidos. Entonces los jefes de la oposición, decidieron callar todo, en un intento porque la denuncia muriera lentamente.

Y ciertamente, en esos tiempos, algunos opositores pidieron explicación sobre el asunto, pero Leopoldo López y su pandilla, decidieron callar.

Más pacacito, es decir, este mismo año 2019, el mismo día sábado que intentaban pasar la "ayuda humanitaria" por el puente Simón Bolívar, antes de que anocheciera, vimos en video, cómo uno de los pagadores de los terroristas, era golpeado en la cara porque se negaba a hacer el pago correspondiente. Fue el primer indicio de que, como en tiempos de la guarimba, se estaban cogiendo el dinero de la tal ayuda humanitaria, que algunos estiman en 450 millones de dólares, y otros en 350 millones. Algunos dicen que aquel concierto donde participaron figuras de la talla de Juan Luis Guerra (que lástima) costo cien millones, pero recaudó 500, aunque ninguno ha mostrado los números ni el destino de ese dinero.

Este viernes 14, el inefable y maquiavélico Luis Almagro, jefe de la no menos desprestigiada Organización de Estados Americanos, angustiado por las denuncias, ya imposibles de ocultar, exige que se produzca una investigación, sobre el destino de las donaciones para el caso Colombia. Ya entonces, apenas una semana después del barbarismo en la frontera colombo-venezolana, ellos mismos denunciaron a la nefasta diputada Gabi Arellano, acusándola de haber comprado un apartamento en Bogotá por tres millones de dólares.

Hace tres semanas, la periodista Nitu Pérez Osuna, durante el programa de Patricia Poleo transmitido por canal de internet, allá en Miami, denunció que la pandilla de Guaidó se había apoderado de 100 millones de dólares. Por cierto, los dimes y diretes de Poleo sobre los barbarismos de la pandilla, le originó esa pelea de desprestigio vía twiter. Aunque, entre desprestigiados y deshonestos te veas.

Ahora resulta que, amenazado por el escándalo y su prestigio -si es que lo tiene- Almagro pide con urgencia la investigación.

En aras de la verdad, tanto Guaidó como Almagro ya sabían de los robos que se habían producido, pero lo habían callado por razones obvias. Habían obtenido información directa de la inteligencia colombiana que hacía referencia a los brutales gastos y las abultadas cifras de los responsables del manejo del dinero, uno de ellos una dama, que resultó ser un familiar por mampuesto de Guaidó; y el otro, un personaje del entorno de López. Pero, además, hacen referencia a la cantidad de militares que, junto a sus familias, estuvieron en dos hoteles de Cúcuta. Este par de dos, de alta confianza de Guaidó dijeron que había 1.500 militares con sus familias y resultaron ser solo 750, siempre de acuerdo a la inteligencia colombiana. Incluso, ésta indicó que los militares hacían gastos grotescos en alcohol y prostitución de hasta mil dólares diarios, hasta que les cortaron el suministro y los expulsaron de los hoteles. Ahora se sabe que al menos el 40% de ellos fueron a parar a manos del paramilitarismo, y no podía ser de otra manera, pues no pueden regresar a Venezuela y la dirigencia de la oposición siempre los abandonó.

Peor aún fue la solidaridad automática del "embajador" de Guaidó en Colombia, Humberto Calderón Berti, culto derechista, experto petrolero copeyano, involucionado, que llegó a esos niveles, que, por la necesidad de figurar en el mundo actual, prefiere ser utilizado como un monigote sin carácter y echar a la basura el poquito prestigio que alguna vez tuvo.

Aunque realmente el terror se apoderó de Almagro cuando vio la explicación en detalle de los hechos de corrupción de la oposición, en un artículo publicado por un periodista en el New York Times, medio de comunicación que no suele ir tras la verdad, sino huir hacia adelante, para aparentar una supuesta objetividad y siempre lavar su "prestigio".

Fue lo mismo que hizo ese medio de comunicación cuando Telesur publicó videos de la quema de los camiones en el puente Simón Bolívar y demostró además que ninguno traía ayuda humanitaria, sino instrumentos para la violencia. Por cierto, reconocimiento que debemos hacer a la colega Madelein García, extraordinaria, valerosa y valiosa periodista de ese canal. Entonces al NYT no le quedó más remedio que publicar la veracidad de la información, dando la apariencia de que fue su propia investigación.

Lo cierto es que con las últimas confesiones de Mike Pompeo sobre la oposición y sobretodo en torno a Guaidó mismo, no dejan dudas de que ahora les sirve más muerto que vivo. Lo desecharán y lo olvidarán, como han hecho con el resto de los caídos en desgracia. Es la razón por la que la oposición acepta las conversaciones de paz en Ginebra. Con tal nivel de desprestigio, es obvio que perdieron toda credibilidad.

Imagino que aún no se investigan las barbaridades que deben estarse cometiendo con los recursos de Citgo y con otros recursos que el Big Brother le quitó al gobierno venezolano y se los entregó a la pandilla Guaidó, pero con toda seguridad que no les gustará lo que descubran.

Mientras tanto, Venezuela vive una crisis jamás imaginada con una culpa compartida entre el brutal bloqueo económico, quizás el más agresivo del que se tenga noticia, y la incompetencia del gobierno para generar una política económica, una al menos, que indique el camino por donde debemos ir.

Y de paso, la intervención militar gringa se hace distante, por dos razones fundamentales: una, porque ya los zamuros del Pentágono no creen en la oposición y su capacidad de dirigir el país; y dos, porque acaban de enviar mil soldados más al medio oriente, señal de que la válvula de la olla de presión, esta a punto de explotar. Y ya dijimos que el cierre del Estrecho de Ormuz, significa el cierre del Golfo Pérsico y del Golfo de Omán.

Pareciera que estamos llegando al llegadero.

Caminito de hormigas…

Peor el remedio. La gobernación de Carabobo tomó el control del gas en la región. Ahora la bombona de 43 kilos cuesta 22.000 por transferencia y 3.000 en efectivo. La de diez kilos cuesta 4.000 por transferencia y 1.500 en efectivo, es decir, más caro que los precios de los bachaqueros. Que desgracia de pueblo cuando el cura es loco… Alimca dio orden de hacer operativos de venta de pollo a mil bolívares. Pues los consejos comunales decidieron venderlo a 7.000. Choro es choro… En el peor momento de la crisis, nadie menciona las cajas Clap, tabla de salvación de los más necesitados, y uno de los mayores espacios de la corrupción menuda.

 



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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