Paramilitarismo madurista

Los grupos paramilitares son bandas irregulares, fuertemente armadas, que hacen el "trabajo sucio" que, por lo general, no realizan los cuerpos de seguridad del Estado. Sin embargo, estos sujetos resguardan los intereses de los gobiernos y, en muchos casos, son financiados y auspiciados por las élites políticas y económicas de turno, actuando con autonomía pues, con frecuencia, se escapan de las manos de sus creadores.

En América Latina, el paramilitarismo ha sido responsable de atropellos y violaciones de los derechos humanos. Los escuadrones de la muerte en El Salvador y Guatemala, las Autodefensas Unidas de Colombia, los Tonton Macoutes en Haití y muchas otras organizaciones han sido claves en las estrategias de sometimiento de diversos gobiernos del continente.

Aunque, suelen relacionarlos con regímenes de ultra derecha, la extrema izquierda también se vale de estos grupos para reforzar su dominación. En la Nicaragua de Daniel Ortega (muy alejado de aquel luchador idealista que derrotó a la tiranía de los Somoza), es frecuente el empleo de civiles portando armas de guerra para atacar al pueblo, a fin de evitar que sus militares o policías sean acusados de eventuales atrocidades.

En Venezuela, el paramilitarismo ha tomado un auge inusual. La formación de milicias afectas al círculo de poder de Miraflores se ha hecho evidente y, en la actualidad, estas bandas siembran el terror en diferentes zonas del territorio nacional, sobre en todo en Caracas y el área metropolitana, aunque también operan en otras regiones, como los Andes y en cualquier lugar donde la cúpula gobernante considere que sea necesario.

El madurismo y sus grupos estimulan estas estructuras irregulares, las cuales se escudan tras frases panfletarias para llevar a cabo sus labores de "patrullaje y resguardo" de la traicionada revolución bolivariana. Bajo el nombre de "colectivos", muchas de estas organizaciones constituyen una especie de ejército paralelo, que no rinde cuentas a autoridad alguna, además de mimetizarse (prostituyendo el término de "colectivos"), entre aquellas organizaciones que sí llevan a cabo labores de promoción socio cultural, mediante el trabajo de base, en sus respectivas comunidades.

En una ocasión, el entonces ministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, intentó reducir el poder de estos grupos irregulares y fue destituido, comenzando su caída en desgracia y, posterior, encarcelamiento.

Valentín Santana es uno de los principales líderes paramilitares de Venezuela. Su organización, el Colectivo La Piedrita, con sede en la populosa parroquia 23 de Enero, en Caracas, opera como una banda hamponil, que se financia con delitos de toda índole, aparte del innegable soporte estatal. Sobre Arenas pesan varias órdenes de captura desde hace años, sin embargo, no ha sido detenido y, todo parece indicar que no van a arrestarlo, al ser una pieza fundamental dentro del engranaje paramilitar madurista.

Aunque, todavía no se tiene certeza de masacres o atrocidades perpetradas por los "paracos" criollos -al menos no como las que llevó a cabo Carlos Castaño, en Colombia- , ya estas bandas se han visto en acción en diferentes protestas contra la dictadura. Recientemente, la periodista sueca Annika H. Rothstein, durante la cobertura de manifestaciones en Táchira, fue atacada por estos paramilitares. Al parecer, tras su denuncia, el jefe de un colectivo decidió darle una entrevista, demostrando la existencia de estas pandillas al margen de la ley.

Al igual que Annika, los venezolanos han sentido la intimidación de los colectivos, cuyos integrantes se mueven impunes por las calles, portando armas de alto calibre, como pruebas vivientes de la degeneración de un proceso político que, en algún momento, llenó de esperanzas al pueblo pero que se convirtió en una oprobiosa dictadura, sumiendo a la Patria en la más aberrante miseria.

antonioprado1980@gmail.com

Antonio Prado

Luchador social



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1063 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter