¡Suena Cúcuta!: CLAP, música y fusiles

 

Con estupor nacional, ante la posibilidad cierta de una intervención internacional, comandada por Estados Unidos y "autorizada" por Guaidó, nos enteramos por Jorge Rodríguez, vicepresidente sectorial de Comunicación, Cultura y Turismo, que el próximo 23 de febrero se repartirán a las "hermanas de Cúcuta, más de 20 mil cajas CLAP para ayudar a la situación de extrema dificultad que viven miles de niños allí en Cúcuta". En otras palabras: "ayuda humanitaria a la inversa", mientras el mismo gobierno ratifica la necesidad urgente, propia y generalizada en Venezuela, aceptando la "dignidad empaquetada" en Rusia, China o Cuba, donde la solidaridad se vende al mejor postor, o a punta del barril petrolero de nuestro futuro hipotecado. No sólo los gringos saben lo que hay bajo nuestro suelo. Lo de arriba, simplemente se desprecia.

"CLAP mata oposición", piensa Rodríguez, sea ésta colombiana o venezolana. El gobierno dando bandazos sin sentido, como buena parte de la oposición oficialista, que no tiene otro norte que el Norte, siguen creyendo que los votos se compran con zinc, así venga en cajas de cartón y no en grageas. No se dan cuenta, o no quieren darse, de que un golpeado y descreído venezolano acepta lo que le den y necesite, se pone la camisa o la gorra de turno, y dirá lo que sea, pero que a la hora de decidir, tomará la decisión que mejor le parezca. Es parte de su sentido igualitario. Hoy eres tú, pero mañana puedo ser yo, porque nada es eterno. Por eso tantos votos robados antes de la urna… y después de las urnas. La gente apoya uno u otro lado, no por engaño, sino buscando dónde pueda estar mejor. A eso juega también Guaidó, reinstalando las trampas de la polarización. El problema ideológico no es lo que esta en juego. Las decisiones son de supervivencia.

Ahora, se anuncian conciertos a ambos lados de la frontera. Duque dice que asistirá, excitado por la posibilidad de oír a Phil Collins, que puede llegar patrocinado por un desinteresado millonario inglés, lo que no deja de ser un gran misterio. De este lado del burladero, Jorge Rodríguez ofrece dos días de paz y música en un Woodstock criollo, que seguramente llamará ¡Suena Cúcuta! En realidad, no es más que un remedo de ¡Suena Caracas!, aquellos eventos que patrocinó la que era "su" alcaldía, cuando en medio de la crisis pagó invitados extranjeros con muchos miles de dólares, mientras que a los participantes nacionales les dieron apenas para una línea para sus biografías.

Ojalá la situación se resolviera a nota limpia, y no con rumores de fusiles, barcos de guerra, francotiradores cubanos, y cuanto otro horror se esté manejando ahora entre bastidores. Guaidó, ante la fecha de su incumplimiento constitucional –según su propia interpretación interina–, llama a concierto del otro lado y a ayuda humanitaria el mismo 23, cuando debería estar llamando a elecciones generales. Mientras que, a la par de ¡Suena Cúcuta!, Rodríguez regala esas 22 mil cajas CLAP, sin un solo producto producido en Venezuela vaya dentro, pura importación de buenos capitalistas extranjeros, que serán socios de alguien… ¡Hasta cuándo tanta desvergüenza, Mercurio, dios de las fronteras y de los ladrones!

Hay propuestas mejor afinadas. La Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución sugiere un referéndum consultivo para llamar a elecciones generales. Pero sólo es posible alcanzar un acuerdo abierto sobre un CNE amplio y representativo. Sería un estupendo primer paso. El tiempo apremia y el ritmo es muy acelerado. Muy pocas y bajísimas son las voces de paz y conciliación dentro de los extremos, intentado vencer en la balanza. La responsabilidad histórica pesa sobre ellos, pero Guaidó o Rodríguez no muestran conciencia de ello. Una vez más, todo es secreto, todo se dice de a poco; un paso a la vez con botas de guerra. Por eso, sólo un acuerdo pacífico que se exprese en el CNE, y que incluya otras voces del panorama político nacional, podría ofrecer la salida inmediata.

Un CNE confiable que pare esta crónica de una invasión anunciada, que silencie esas dos bandas destempladas. El gobierno está propiciando un cambio a tono regional, y eso arrasará con ellos mismos, más allá de las amenazas de los halcones del Norte. Su incongruencia es el mejor argumento para favorecer a los extremistas, esa derecha nacional que se sacó de encima las mañas de la decencia, ante la indecencia del mismo gobierno. El gobierno favorece lo peor de la oposición.

El único concierto en el que los venezolanos pueden tener los instrumentos en las manos para sonar acompasados pasa por la definición de un CNE de consenso. Hay que concentrarse en esto. Y acallar los tambores de guerra sobre las cajas CLAP. Además, esa ayuda merece mejor destinatario. Hay una frontera adentro que parece no contemplar Rodríguez. Ese país sufrido, que, si no lo sabe, está lleno también de madres en dificultad y niños desnutridos. ¡A otra parte con su música, doctor!



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Alejandro Bruzual

Alejandro Bruzual es PhD en Literaturas Latinoamericanas. Cuenta con más de veinte publicaciones, algunas traducidas a otros idiomas, entre ellas varios libros de poemas, biografías y crítica literaria y cultural. Se interesa, en particular, en las relaciones entre literatura y sociedad, vanguardias históricas, y aborda paralelamente problemas musicales, como el nacionalismo y la guitarra continental.


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