(Antenoche fue la Misión Alma Mater)

Hoy Chávez anunció ante una alegre juventud reunida en el gimnasio Gastón Portillo, la creación de este Ministerio a cuya cabeza designó al profesor Eduardo Álvarez. Cuando uno ve al Presidente de la patria Bolivariana junto a los jóvenes atletas, inevitablemente le vienen a la memoria aquellos insípidos actos, en los cuales los “aristócratas” presidentes de la época, se dedicaban a sonreír y a mostrar uno que otro diploma otorgado a los atletas, pero de allí no pasaba, porque no sentían nada: eran unas momias de yeso. Chávez tiene carisma. Se mete entre los deportistas, porque él lo es, y bromea con ellos, ríe, hace chanzas y éstos, los muchachos le responden de igual manera. Hoy cuando entregaba medallas y reconocimientos a los atletas que nos representaron con tanta dignidad en los VIII Juegos Odesur de Argentina, Chávez no fue distinto. Sin esa actitud plástica de la IV-R se movía como pez en el agua, entre los propiciadores de esta nueva emoción. Allí estaban ellos, los mejores embajadores que llevamos al exterior a nivel del amor, que es el deporte. Porque no existe nada más emotivo que ver a un grupo de jóvenes (muchachas y muchachos) compitiendo en la arena de la lucha deportiva, en busca de la victoria para su país, entregándose en cuerpo y alma y luego de pasada la competencia, dialogando con el contrario, en esos debates tan hermosos que se plantea la juventud. Chávez sabe lo que es competir en todos los terrenos de la vida. Compararlo con Carlos Andrés que no jugó ni gurrufío, con Caldera que no sabía lo que era una raqueta de tenis, con Lusinchi que el único juego que practicaba era la “cañandonga”, la cual consistía en quien vaciaba una botella de “caballo frenao” en el más rápido tiempo, sin dejar caer una gota al suelo. Lusinchi siempre se llevaba la medalla de oro. Actualmente Lusinchi está abocado a practicar el “pábilo bajo”, un deporte en el cual compiten seis viejos ricos, esposos de mujeres jóvenes, los cuales tienen que pasar debajo de una cinta a cincuenta centímetros del suelo sin tocarla con los “cuernos”. En esa reunión en el Gastón Portillo se vio al Presidente Chávez como uno más de los deportistas. Ofreció incentivos, palabras de aliento, pidió patriotismo, amor por la tierra, fuerza, esperanza, cordura, talento, y ellos los triunfadores de Odesur, aplaudieron a rabiar, porque eso les llega al alma. Ahí vimos a Keisa Monterola, ganadora de la prueba de salto con garrocha. Estaba feliz, optimista ante la nueva confrontación que la espera en los Juegos Panamericanos a realizarse en Río de Janeiro. Al igual que ella, todos los demás, porque ellos son nuestra emoción cada vez que entran al terreno de la competencia. El ciclo olímpico casi llega a las mil preseas. Es la primera vez en la historia que se alcanza este registro. La evidencia de que la Revolución nutre y se nutre con su juventud, es evidente Eduardo Álvarez será el nuevo Ministro del Deporte. Estamos seguros que se recurrirá a las viejas glorias, a la nueva generación que hace deporte en nuestro país. Salta a la vista la revolución deportiva. Hace poco se realizaron los Juegos Escolares en nuestro país y de allí salió una alta representación que ha sido valorada, en lo que llama el Ministro Aristóbulo la Gran Reserva para el Futuro. No pasará mucho tiempo en que seamos la pequeña Potencia de Latinoamérica en todos los renglones porque la juventud venezolana parece estar muy identificada con lo que significa ella como protagonista en esta hora de la vida. Felicitaciones a todos esos jóvenes y no tan jóvenes. Su esfuerzo nos hace feliz y nos obliga, a los adultos, a ser más ejemplares y respetuosos con la nación, la sociedad, el comportamiento y la fe en nuestras instituciones y en quienes las componen.

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