Nimbos y nimbos

Soñé que yo era presidente


Porque Chávez estaba agotado, después de haber ganado ampliamente la reelección y el pueblo no lo dejaban salir al balcón. “Ángel te doy la oportunidad de gobernar el país durante un día, mientras descanso un poco”, me dijo el humanista Presidente. (Recuerden que fue un sueño y no vaya a venir a exclamar Rosales y Petkoff que yo estoy jalando bolas) Pues bien, me encargué de la presidencia. ¡Qué vaina tan arrecha! La gente cree que esto es una papita con queso derretido. Lo primero que hice, por desconocimiento, fue ordenar que se les abrieran expedientes a todos los golpistas del 11 de abril de 2002 y que antes de eso se les llamara para que explicaran de porque su actitud ante un pueblo que había elegido democráticamente a Chávez. Se les enviaron boletas de citación a: Marcel Granier, Gerardo Blyde, Julio Borges, Teodoro Petkoff, Antonio Ledezma, Gustavo Cisneros, Alberto Federico Ravell, Marta Colomina, Anopeleón Bravo, Rafael y Patricia Poleo y a Carlota la ex magistrada, porque eran tantos que no cabrían en mi despacho. Pues bien el primero en llegar, fue Marcel Granier. Lo senté frente y a mi y le pregunté: “Señor Granier, ¿porqué usted hizo uso de la televisora de su concubina para llamar al odio, a la manipulación, a la anarquía, al golpismo, pasando por encima de la Constitución y las leyes, ignorando que no puede ningún ciudadano hacer eso en equis sociedad, simplemente porque a él no le guste o no le simpatice un gobernante?” Creí observar que a Marcel le temblaba el ridículo bigote y que su manzana de Adán subía y bajaba, bajaba y subía, la ra, la ra. Se acomodó la corbata de bacterias que le había regalado el vejete Oscar Yánez y carraspeó. Con la parsimonia que siempre ha demostrado se acomodó en la butaca y expresó: “Es que Chávez no es de la real burguesía a donde yo pertenezco, no estudió en la Sorbona, no es políglota, no se echa palo ni fuma, siente amor por el pueblo y es querido por éste, cosa que a nosotros no nos gusta, porque la idea que nos dejaron nuestros antepasados los godos, fue que “pobre no es gente”. Sentí que una vaina llena de culebritas venenosas se me subía por el esófago y estuve a tiempo de quitarle el armamento a mi escolta, para…bueno, me contuve. El prosiguió: “Además usted sabe que nosotros seguimos al pie de la letra las enseñanzas de los norteamericanos, que es darle distracción a ese estúpido pueblo punta de pornografía, violencia, a través de la televisión, para que no esté pensando en el comunismo y Chávez no lo acepta”. No fumo, pero me provocó hacerlo en ese instante, para evitar que la espuma que se me venía por la boca, se saliera. Mis ojos echaban chispas y mi corazón era una vieja locomotora con rumbo al Encantado donde Teodoro se encochinó con la inolvidable masacre. “Nosotros antes no pagábamos impuestos, teníamos a nuestros amigos en el Congreso que nos eximían de eso, pues les cambiábamos publicidad por exoneración”. Mi edecán me colocó una mano en el pecho para evitar que me pusiera de pie y me le fuera encima a aquel energúmeno, empero un león me caminaba las galerías de mi interior. “Nosotros los pornógrafos somos gente de valor. Nos gusta la excitación, el mensaje subliminal, la guerra, la publicidad donde se obligue a esos tierrúos a consumir lo foráneo, lo de Estados Unidos, porque, ¡ay” ellos son los papás de los helados”. Pedí un vaso con agua de azúcar. Una vaina con sabor a hiel me tocó los labios. “Mis amigos y yo no dimos ningún golpe de estado. Había un vacío de champaña, perdón, de poder. Nosotros simplemente estábamos defendiendo lo nuestro; lo que nos toca por ser los dueños del billete y el país. Nuestros asesores gringos, no son ladrones, ellos se ensucian la ropa en los campos petroleros y además nos quitan ese sucio “negro” de las entrañas de la tierra. Los meritocráticos son apenas un puñado de 18 mil hombres y mujeres sufridos que debido a los costosos gastos que tienen que hacer pagando servicios, guardaespaldas, choferes, sirvientes, viajes, estudios de sus niñitos en el exterior, aviones, yates, etc., tenían que ganar, obligatoriamente, cuatro millones de bolívares por hora”. No aguanté más y me puse de pie ante aquel malvado anti patriota. “Yo sé que usted nos regresará a la corrupción, a la pillería, a la inmoralidad, porque eso es algo que va con nuestra biología oligárquica, ¿verdad señor?”. Le envié un poderoso gancho de izquierda al mentón y el vulgar hombrecito rodó sobre la alfombra. Mis piernas parecían aspas. La violencia, jamás practicada por mi, se había desatado con alevosía. Granier clamaba en el piso, como todo cobarde a la hora de la verdad. Suplicaba, gritaba histéricamente. Los guardias me agarraron y evitaron que yo, un carajo amante del pacifismo, cometiera una barbaridad, que nunca había sido anotada en mi agenda. Me enderecé el saco. Me pasé la mano por la cabeza y fui directamente a donde Chávez descansaba: “Presidente, Presidente, agarre su mando, Presidente, que está vaina es muy arrecha para ejercerla”…

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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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